Con carisma televisivo, un hablar fluido y la experiencia propia de una persona que ha encarado y concretado ambiciosos proyectos, se presenta el colombiano Gustavo Restrepo. El conocido arquitecto fue uno de los responsables de la gran transformación de Medellín, a través de la cual se logró integrar tanto a nivel urbano como social a los barrios marginales de la ciudad. Su trabajo, conocido como Plan de Desarrollo 2008-2011, es tomado como modelo en urbes de toda América Latina al combinar seguridad, movilidad, vivienda, educación y sustentabilidad económica y medioambiental. Las claves para su logro se resumen en gestión social, ya que se mejoró el sistema de transporte, se construyeron plazas, comisarías, hospitales, bibliotecas en base a un diagnóstico detallado de lo que la comunidad necesitaba y políticas públicas de continuidad al realizarse el proyecto durante tres gestiones de distintos alcaldes, la última de ellas de diferente color político.
El profesional arribó a nuestra provincia como expositor destacado del primer Seminario de Urbanismo y Planificación Metropolitana en la Ciudad que comenzó el martes y finaliza hoy (ver aparte). Llegado días atrás, tuvo la oportunidad de realizar un recorrido por los sitios turísticos y pintorescos de la Capital, incluyendo el barrio La Favorita.
-Después de tener un pantallazo de la Ciudad de Mendoza, ¿qué fue lo que más atrajo su atención?
-Mendoza tiene una densidad alta para el poco territorio que tienen tomado, la veo como una ciudad compacta, lo cual me parece una gran ventaja. El concepto de la mancha de aceite que obedece al tema del oasis es otro tema muy interesante, sobre todo por el manejo hídrico. Pero lo que más me sorprendió fue el paisajismo, la fortaleza que tienen los árboles, cómo integra el territorio; muy pocas ciudades pueden darse el gusto de estar construidas en un bosque, sobre todo cuando aquí no había ninguno.
-¿Por qué le interesó recorrer La Favorita?
-Desde que llegué empecé a escuchar de La Favorita y me interesó porque siempre estoy metido en el tema de trabajar con las comunidades, especialmente las más humildes, ya que en esos territorios logramos hacer algo en Medellín. De allí no me impactó la configuración, ni la escasez de materialidad, porque es el mismo ejemplo que existe en las barriadas de toda América Latina. Lo que sí me sorprendió fue que está creciendo, que no está finalmente consolidada, lo que significa que Mendoza sigue siendo atractiva. Y está creciendo hacia el pedemonte, donde hay que tener mucho cuidado porque si sigue creciendo en esa medida la población va a llegar a la precordillera. Además pude notar que allí no tienen árboles, que sí se encuentran en la ciudad, y también que estaban haciendo aseo, lo que quiere decir que hay basura pero el Estado está poniendo atención en ello.
-¿El modelo aplicado en Medellín podría extrapolarse a ese barrio?
-La metodología sí, no la forma ni las soluciones. Lo que siempre funciona es que el gobierno llegue junto, que la comunidad participe y que la visión de análisis y de diagnóstico sea de un grupo interdisciplinario, porque la decisión y el bienestar de una ciudad no dependen de una sola profesión. En La Favorita podría realizarse un ejercicio de exploración, un proyecto modélico para luego repetir en las otras villas metropolitanas.
-¿Por dónde se podría empezar?
-Siempre hay que invertir tiempo en diagnóstico; estamos muy acostumbrados a que llegamos y hacemos el proyecto, pero no sabemos lo que necesitamos. Muchos pueden decir: ‘Bueno, hagamos bibliotecas’, pero no sabemos si lo que necesitamos es realmente eso. Por esa razón es tan importante la participación ciudadana, preguntarle a la gente que sabe, el diagnóstico se hace con ellos, porque conocen dónde hay problemas de basura, educación, drogas, dónde el transporte no llega.
-¿Con un trabajo profundo como el que propone se puede mejorar un aspecto tan crucial como la seguridad?
-Por supuesto, lo que necesitamos es atenderlo desde esta perspectiva: si somos capaces de brindarles equidad a estas personas, calidad del espacio público y en los equipamientos, mejoras en el medio ambiente y en la movilidad, calidad en la vivienda pública, con esos cinco elementos logramos un sexto que se llama seguridad y convivencia. Así que el día que seamos capaces de lograr que todo lo que llega a la ciudad formal llegue a la ciudad informal, vamos a tener un lugar donde lo más importante no es que lleguen los turistas, sino que vamos a tener una gente que se sienta digna, y ese día resolvemos la segregación.
-El interrogante es de dónde extraer los recursos para la transformación.
-Esa es la gran pregunta; todos me dicen yo no tengo dinero para hacer esto, esto y esto, y por eso no se copia nada. Pero con el propio recurso de las ciudades, con su capacidad instalada de profesionales y con tu conocimiento y diagnóstico del territorio se puede ver dónde está la prioridad para comenzar a trabajar. Lo que yo siempre digo es que cambiar una ciudad es un tema de ideas, no de presupuesto. Es más de hacer consensos, acuerdos, esfuerzos que de dinero.
-¿En qué otras ciudades latinoamericanas ha trabajado con este modelo?
-Hemos logrado hacer trabajos en el DF (México) en barrios marginales, en Florianópolis (Brasil) hemos hecho algunos ejercicios con la misma metodología y en Quevedo (Ecuador) realizamos diagnósticos de perfil. Son proyectos que siempre toman tiempo, pero digamos que se hace una aproximación y el reconocimiento de la comunidad, lo importante es dejar la capacidad instalada.
-Y en Argentina, ¿ha realizado proyectos similares?
-Trabajos en Chubut convocados por el IPV, específicamente en Comodoro Rivadavia, Puerto Madryn, Trelew. Logramos hacer trabajo con la comunidad, especialmente en las áreas en las que el gobierno de los años ‘70 dio vivienda social y que 40 años después tiene enormes problemas de estabilidad. Querían un laboratorio de trabajo social, hicimos un trabajo para empoderarlos, pero no sé qué tanto se pudo aplicar el proyecto, porque en el medio pasaron varias cosas.
Buen sistema de transporte
Uno de los elementos principales que propone Restrepo para mejorar una ciudad es la movilidad. “Deberíamos empezar a desestimular la cultura del vehículo, pero no a los golpes porque el vehículo es un bien propio”, expuso el arquitecto.
Para él, la única forma de lograrlo es fomentar un transporte público de calidad, de buen precio y que funcione a tiempo, así más gente empezaría a utilizarlo. Como un ejemplo el experto explicó que en una ciudad grande, con un buen sistema de transporte público una persona se puede ahorrar hasta tres horas al día. “Al año esas tres horas se convierten en un mes. En ese tiempo la persona que vive en La Favorita podría hacer un diplomado en costura, en cocina o en zapatería y en cinco años esa persona sería un tecnólogo, una forma equitativa de que el transporte devuelva una enorme posibilidad a las personas”, manifestó.
Para Restrepo también es importante hacer foco en el ciudadano de a pie. “Es el rey peatón, es la persona que por excelencia vive en la ciudad; así, hay que brindarle aceras, bancos donde se sienta cómodo, donde no tenga riesgo, que los invidentes y discapacitados tengan la misma equidad, rampas y semáforos auditivos, porque todos somos potenciales discapacitados”, remarcó.
Otra opción de transporte que mencionó fue el uso de la bicicleta. “La bicicleta es salud, no es solo un tema de movilidad, es cultura, es educación y necesita ciertas condiciones para poder utilizarse”, señaló. Según su visión, la ciudad de Mendoza es ideal para este medio. “Porque tenés la cobertura vegetal, es una cuadrícula perfecta que es muy fácil de estructurar en términos de recorrido y de topografía, que no es tan plana, pero que colabora”, detalló.