Gustavo Lillo fue un histórico de Godoy Cruz y uno de los tantos jugadores que emigró desde el Expreso y brilló en otras latitudes. Hoy, radicado en Córdoba nos cuenta que es de su vida.
-¿Cuanto hace que te instalaste en Córdoba?
-Y arranca con una tonada bien cordobesa, muy poco acento de la payunia le queda al Loco, pero siempre aflora el tipo querible. Ese pulmón cuadruplicado que corría por once y que llegaba a todas. Ese que el pueblo tombino aplaudió a rabiar por el solo hecho de estar entre los héroes del ascenso a la B Nacional en el 94. “A Córdoba me vine en el 2012 y al club Talleres comencé a trabajar en el 2013”
-¿Cuándo dejaste de jugar profesionalmente?
-Me retiré en diciembre de 2008, jugando para Guaymallén en el Federal B, nada menos que en la cancha de Godoy Cruz porque el Cacique tenía la cancha suspendida. Fue un 6 a 0 a Policial de Catamarca.
-Y es una cancha de la que tenés los mejores recuerdos ¿no?
- Seguro, de los inicios y de la finalización de mi carrera.
-Es que pertenecés a un grupo que ningún tombino olvidará jamás: el que logró el ascenso a la B Nacional.
- Y así es. Creo que marcamos una etapa muy linda en el club, consiguiendo algo que venían buscando varios clubes en Mendoza por esos años, y nos tocó a nosotros: lograr una plaza en la B Nacional después de mucho tiempo. Y luego tuve tres campeonatos en esta divisional, clasificando al Reducido y peleando por ascender a Primera, esa etapa también fue muy reconocida en el medio.
-¿Que te acordás de aquel equipo que logró el ascenso, aunque no eras titular indiscutido?
-El primer partido final ante Guaraní Antonio Franco fui al banco, lo ganamos 1 a 0 con gol del Cachorro Abaurre. Después en Misiones quedé fuera de la lista de concentrados y lo viví desde el túnel todo el partido. Pero no te quepan dudas que cuando terminó el partido me embarré con todos mis compañeros, y el recuerdo imborrable de ese barro colorado, toda la cancha imposible de jugar. Fue un partido muy atípico. Tenía 19 casi 20 años, y era muy difícil jugar en ese equipo. Había jugadores de gran trayectoria, que habían sido campeones en la Liga. Después vine a jugar con continuidad en la segunda ronda del Nacional B, con continuidad. Aunque tuve la suerte de jugar el partido debut, ante Atlético Tucumán, de lateral izquierdo. Tampoco me olvido de ese partido porque la cancha era imposible de pisar, le pegabas y saltaba arena. Pero ganamos también con gol del Cachorro.
Ya en la segunda parte empecé a jugar por lesiones, tuvo la mala suerte de lesionarse Manuel Villalobos y logré continuidad.
- Y hablando de Godoy Cruz, hoy lo ves en la Libertadores y que te provoca?
-Una alegría enorme. Es muy positivo este momento del club, lo sigo y continuo en contacto con el Gato Oldrá. Los logros que está alcanzando a nivel de inferiores, como institución, son enormes. Esa fue la esencia siempre en este club.
-¿Nunca tuviste chance de laburar en Godoy Cruz una vez que te retiraste?
-Nunca se dio y la verdad que cuando me vine a Córdoba fue para colaborar en el club, y Godoy Cruz ya estaba en Primera. Acá Talleres estaba en el Argentino A, y hacían falta muchas manos para llevarlo al lugar que merecía. Se me dio la chance de comenzar a dirigir y de a poco fue ascendiendo, a la B Nacional y luego a Primera. Por eso estoy muy feliz con la actualidad de ambos clubes.
-¿Y cómo se dio esta oportunidad de laburar en Talleres de Córdoba?
- En 2013 como técnico, viendo si uno estaba hecho para esto, para la docencia. Comenzar a descubrir y gracias a Dios las cosas salieron bien. Buen feeling con los chicos, y ya son 6 años alternando categorías. Acá hay rotación, por eso he dirigido séptima, sexta el año pasado, novena antes y ahora me tocó la quinta. Es para que estés en contacto con todos los chicos de inferiores. Estoy tratando de transmitir y enseñar algo de lo que aprendí.
-Hasta en la tonada ya sos un cordobés más.
-Y si (se ríe), en ese momento cuando me vine lo hice convencido y me salieron las cosas bien. Llegué para devolver algo de lo mucho que me dio este club.
-Es que en la Docta también sos ídolo por aquella Conmebol que ganaron.
-Vine en el Nacional B, y al principio fue difícil. Talleres había perdido dos ascensos: con Huracán de Corrientes 4 a 1 y al año siguiente con Gimnasia y Tiro de Salta por penales.
Y este es un club que siempre la gente tiene mucha expectativa. Llegue en Junio del 97, fue un buen año en lo futbolístico, salimos primeros en la primera ronda y jugamos la final del año nada menos que con Belgrano. El eterno rival estaba en nuestro camino: el objetivo era ascender a Primera. Fue una coincidencia que justo tocara Belgrano. Y tuvimos la suerte de lograrlo por penales.
Después la prioridad fue mantener la categoría. Cuando ascendés es el objetivo principal. Lo conseguimos y luego gracias a eso llegó la invitación para poder participar en la Copa Conmebol porque Gimnasia La Plata no participó, y encima logramos el campeonato.
-Algo impensado para un club de interior: ganar un trofeo internacional.
-Si, si. Nadie lo esperaba, llegamos como invitados. Se armó un gran plantel y un mejor grupo humano. Recuerdo que fuimos a jugar el primer partido a Bolivia, el segundo a Brasil, el tercero a Chile. Y definimos con los brasileros un torneo corto pero muy exigente. Era ida y vuelta y se nos dio.
-Ese equipo era dirigido por Ricardo Gareca. ¿Qué recuerdos tenés de él como entrenador?
-Los mejores, pero tuve muchos técnicos y todos me marcaron. Estoy agradecido de todos los que tuve. Obvio recuerdo a Ricardo Gareca, pero no puedo dejar de mencionar a los que tuve en mis inicios, desde la reserva de Godoy Cruz, mucho aprendí de Alfredo Suárez, después de Alberto Garro. Y cada técnico que tuve en mi carrera me dejó algo positivo para hoy en día transmitirlo en mi carrera como entrenador.
-¿Te dejó amigos el fútbol?
- Si, muchos. En el día a día uno más allá de compañeros tiene afinidad con algunos mas que con otros. En Godoy Cruz está Gato Oldrá, Abaurre, toda esa camada hermosa, un gran grupo humano. Acá en Talleres, Cachi Zelaya, me ayudó mucho, Mario Cuenca, Adrián Abalos, hoy comparto con Maxi Salas el día a día porque esta como secretario técnico. Uno más que compañeros, ya tiene amigos en este ámbito.
-La familia
-En Mendoza queda mi vieja y mis hermanos. En Córdoba estoy con mi señora Talía, y mi bebé, porque fui papá en enero de Ciro.
-¿Tendrá la camiseta de Talleres?
-Sii, ya se la regalaron. Pero la del Tomba también.
La final del siglo
Una ciudad paralizada, un estadio colmado y parido en dos, una emoción que trascendió los límites de Córdoba. La final del siglo, se la llamó, por ser la definición más trascendente del fútbol cordobés. Y Talleres se la ganó a Belgrano, para ascender a Primera aquel 5 de julio de 1998. Ganó la T, 5 a 4. Para el equipo de barrio Jardín anotaron Gustavo Lillo, David Díaz, Villarreal y Oste. Se lo atajaron a Fernando Clementz y Rodrigo Astudillo marró el suyo. Para el Pirata convirtieron Cristian Carnero, Sosa y Luis Artime. Cuenca le contuvo los disparos a Diego Alarcón y Hernán Manrique, y Binetti estrelló su tiro en el horizontal.
De Guaymallén a Rusia, la “loca” historia de Gustavo
Gustavo Alejandro Lillo (Mendoza: 8 de agosto de 1973) se desempeñaba como volante/defensor que brilló en Godoy Cruz y Talleres de Córdoba, club que lo reconoció con una medalla junto con otros 130 jugadores en el Centenario. Actualmente es director técnico de la quinta división de las inferiores de Talleres.
Gustavo nació futbolísticamente en Guaymallén pero profesionalmente en Godoy Cruz, institución en la que debutó en 1994. Jugó en dos periodos uno de 1994 a 1997 y otro de 2004 a 2005; jugando un total de 131 partidos oficiales y convirtiendo 4 goles todos por el campeonato de la Primera B Nacional. En 1994 logró con el equipo el campeonato del Torneo del Interior, obteniendo el ascenso al Nacional B. Llegó a Talleres de Córdoba en 1997, jugó un total de 145 partidos y convirtió 2 goles. Los primeros 28 cotejos fueron por la Primera B Nacional, al final de la temporada 1997/98 conseguido el campeonato y el ascenso frente a Belgrano, el clásico rival del club. En Primera División disputó un total de 107 partidos oficiales, jugó la Conmebol en 1999, torneo en el cual se consagrarían campeones.
A fines del 2002 llegó a Rusia para jugar para el Krylia Sovetov de Samara. Disputó 31 partidos oficiales todos por la Primera División de Rusia.
Luego de un segundo paso por Godoy Cruz jugó en San Martín de Mendoza en 2005, Gimnasia en el 2006 y Guaymallén en 2007.