Gustavo Gutiérrez vuelve a adquirir protagonismo. Gracias al pedido de su amiga Elisa Carrió, ocupó el quinto lugar en la lista de Cambiemos a diputados nacionales. Y en las últimas horas se difundió que el macrismo lo quiere de embajador en República Checa.
“No hay nada seguro, no hay decreto”, dice él, poniendo paños fríos y señalando que “no hay que esperar un tuit o un trascendido periodístico, sino un hecho de Gobierno”. Lo dice porque las versiones van y vienen, incluso llevándolo a otras embajadas como Paraguay o Ecuador (vacante tras la salida obligada de Luis Juez), pero sin certezas.
De origen demócrata, su temperamento contestatario lo llevó a buscar otros horizontes políticos, no siempre favorables. De estilo filoso y denunciante (se recuerda su acusación contra Raúl Moneta por la hoy caída causa Banco Mendoza), atiende a Los Andes desde Buenos Aires, adonde llegó para declarar en un caso que también involucra al empresario.
-¿Volvió a denunciar a Moneta?
-Hay un caso en el que un camarista le objetó querer quedarse con Cablevisión. Moneta le obligó a renunciar y he atestiguado a favor del juez (N de la R: se refiere a Alfredo Barbarosh, que en marzo de 2014 renunció antes de ser sometido a jury. Según el ex camarista, Moneta integró “una corporación político-judicial” que lo hizo renunciar). Sigo vinculado a las causas. Moneta ha hecho daño hasta hace poco. Todo lo que pueda hacer para clarificar esto lo haré.
-¿Tuvo logros con las denuncias?
-Las reivindicaciones son muy lentas. Una es la de la agencia de investigaciones Kroll, de EEUU sobre la campaña contra Carlos Balter para que no fuera senador nacional ni gobernador, o contra mi y Sigisfredo Alonso. Otra es que el tiempo aclaró los daños del Citibank, donde Moneta era un “che pibe” para la tarea sucia de ese banco que al final se tuvo que ir del país.
También tengo la satisfacción de que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos declaró admisible el reclamo de Luis Leiva (que procesó a Moneta) por su mala destitución como juez federal.
-Es candidato "de última", lo "pelotean" con cargos, ¿no le molesta eso?
-Molesta, pero he aprendido una ecuación. Primero, no hay que trabajar en función de un cargo, se equivoca la tarea política y seguramente saldrá mal. Segundo, nunca hay que eludir una responsabilidad, aunque uno no la quiera.
-En el PD, usted era líder y pasó a estar "donde se pueda". ¿Fue bueno salir?
-Nunca me fui. El partido suspendió mi afiliación por no apoyar a López Murphy (2003) y aceptar una candidatura a vicepresidente de Carrió. Acepté la decisión democrática de un partido con el que me vincula la historia afectiva, mis amistades.
En cuanto al bajo protagonismo, hoy estamos en un acuerdo político inédito que permitió salir de lo degradante que fue el justicialismo sin autocorrecciones. Ser protagonista o no tiene que ver con la importancia de las fuerzas. En Mendoza, predomina la UCR, como el Pro en el país.
-La política le cambió todo...
-No soy un político profesional. Soy una persona que ama la política y nunca vivió de ella. En la medida de lo posible, he tratado de vivir de mi independencia profesional, empresaria, académica. Desde 2003, recién ocupé una parte de función pública el año pasado en YPF. Sin quejarme, la política me hizo perder muchas cosas, pero me siento reconocido.
-¿Por qué dio un portazo en YPF?
-No fue un portazo. La estructura interna no me permitió armar un equipo en una empresa en gravísima situación financiera. Como síndico me tocaba firmar un balance con pérdidas multimillonarias. Se necesitaba mirar qué había pasado con Repsol, con Eskenazi, con el pago exagerado a los españoles. Se necesitaba saber por qué Miguel Gallucio (ex CEO) se fue con más de 6 millones de dólares de indemnización.
Se me pidió entrar a la Sindicatura General de la Nación, pero era absurdo sumarme a donde estaban quienes no habían controlado antes a la empresa.
-Suena a reproche…
-Es un llamado de atención al directorio. Entiendo que debe buscar el valor de la empresa y proyectarla para capitalizarla. Pero si este directorio no mira atrás, puede ser sospechado o reclamado por encubrir los desastres que hicieron directorios anteriores. No di un portazo. Todo lo que pueda hacer para colaborar lo haré.
-¿Qué opina de la gestión Macri?
-Recurro a una reflexión del politólogo Andrés Malamud. Para él, en lo cultural y lo sociológico, este gobierno captó a las capas medias de la población, tradicionalmente ocupadas por la UCR. Y la forma de gobernar es justicialista, tiene una noción peronista del poder. Desde lo tecnológico es ultra moderno.
-¿Y de la de Cornejo?
-Es un gobierno que viene del radicalismo, con un estilo muy parecido al del PD en cuanto a federalismo, plan de obra pública, a buscar equilibrio fiscal. En el ejercicio del poder es justicialista, juega siempre en el borde. Hay que felicitar a Cornejo por el logro con el impuesto al vino y por ganar la pulseada con La Pampa por Portezuelo del Viento.
-¿Son lo mismo?
-Son nuevas formas de ejercer el poder y gobernar. Hasta ahora el resultado es positivo. Hay que pensar qué hubiera pasado si hubiera seguido gobernando el FpV. Tal vez lo que evitamos fue más importante que lo que se consiguió.
El 23 de octubre, tras la reafirmación que dio la reelección, fue el primer día real de gobierno. En Mendoza, donde no hay reelección, permitió abrir un esquema para ver quién sucede a Cornejo. En el país, el proyecto es que este equipo se prolongue con otra presidencia de Macri.
-¿Cómo encaja la Coalición Cívica?
-El mayor aporte de la CC y Elisa Carrió es que forma parte del poder controlándolo desde adentro. Por supuesto que es difícil convivir, pero hay que aprender. El mundo funciona mejor con esto que con liderazgos populistas o mesiánicos.
-¿Al PJ cómo lo ve?
-Hay que darle tiempo para recuperarse, purificarse y autorregularse, porque perdió el rumbo. Debe buscar el espacio de control. Lo digo por experiencia: la adversidad purifica y mejora. Si se bancan unos años de adversidad, mejorarán.
-¿Ud. perdió su rol contestatario?
-No he tenido más protagonismo porque no he ejercido ninguna función pública. Pero tengo acuerdos y desacuerdos con Cornejo y se los he hecho saber. Hay temas que el Gobierno provincial toma como bandera y no comparto.
-¿Por ejemplo?
-Como confundir a miles de docentes con los desbordes del SUTE y castigarlos con el ítem Aula, que generó más injusticias que el beneficio publicitario que logró. También fui uno de los pocos que le dijo a Cornejo (escribió una nota de opinión en Los Andes) que hacía un esfuerzo inútil para modificar la Constitución y buscar la reelección.
He señalado la grave responsabilidad del Tribunal de Cuentas en los males de Mendoza. Y le llevé un proyecto a Cornejo para crear la Auditoría General. Tal vez no tuve relevancia periodística, pero el rol de contralor lo he tenido y seguiré así.
-¿Qué opina de los cambios en la Justicia?
-La Corte ha perdido prestigio porque se llenó de punteros políticos. Eso no la hace creíble. Pero también veo con preocupación los intentos de volver cortes adictas, algo igualmente peligroso. Se me ocurre una reflexión de Borges sobre los excesos del gobierno militar con los desaparecidos: “Uno no está autorizado a comerse a los caníbales”. Le recomiendo eso a Cornejo. Si la Corte anda mal, no hay que comérsela para sustituirla por otra.
-¿Se ve con éxito político?
-Me considero un mendocino exitoso. No un político. Mi preocupación hoy es que los empresarios quieren hacer política y los políticos quieren tener patrimonio de empresarios. Antes, para ser empresario había que tener un banco. Ahora hay que tener un medio de comunicación. Los grandes perjudicados son los buenos periodistas, los buenos empresarios y los buenos políticos.
-Si es embajador no podrá opinar ni denunciar...
-Espero que eso no pase (risas).
Carrió, la amiga que "comprende y acompaña"
La líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, es uno de los personajes políticos más controvertidos. De hecho, esta semana pasada protagonizó un fuerte cruce con Margarita Stolbizer (GEN) en el marco de la discusión de la ley contra la corrupción empresarial.
Sus declaraciones suelen complicar las relaciones con sus aliados y sus seguidores. Sin embargo, Gutiérrez la acepta sin tapujos. “Lo hago con mucho cariño y respeto por ella. Admitiendo que somos seres humanos, que estamos cansados, absolutamente sobresaturados de demandas, de estrés, por todo este tipo de cosas. Es el cansancio que genera la irresponsabilidad y el chanterío”, señala. “Humanamente hay que entenderla porque hay que mirar su trayectoria y no un episodio aislado”, la defiende.
-¿Usted pone las manos en el fuego por ella?
-Ella me ha bancado muchas cosas a mí. Quizás por eso hay tantos años de relación. Bancar no es el término adecuado. Es comprender, acompañar, contener. La amistad y el trabajo en equipo es bancar también en las cosas que no salen bien. Porque cuando salen bien estamos todos para los aplausos.
Perfil
Gustavo Gutiérrez tiene 64 años, está divorciado y tiene 4 hijos. Es contador, docente secundario de Economía y universitario en la carrera de Logística de la UNCuyo. También es empresario en el sector Logística.
Desde la política ocupó varios cargos públicos y partidarios.
1983: diputado provincial (PD)
1987: candidato a vicegobernador PD (fórmula con Alberto González).
1987: senador provincial (PD)
1995-99/1999-2003: diputado nacional.
Tres veces presidente del PD.
2003: pasa al ARI y es candidato a vicepresidente de Elisa Carrió.
2003: candidato a gobernador con María Cecilia Torres Malharro (hija de Margarita Malharro de Torres).
2005: pasa a integrar la Coalición Cívica, la nueva fuerza de Carrió. Participa en diversas candidaturas hasta 2007.
2015: precandidato a diputado nacional. Enfrentó en PASO a Susana Balbo en Cambiemos.
2016: síndico en YPF (tras cinco meses renunció)
2017: candidato a diputado nacional en 5° término en Cambiemos. Actualmente preside la CC de Mendoza.