Gustavo Ballas: “No me arrepiento de nada, todo lo que hice fue por placer”

Nació en Córdoba, pero hizo toda su carrera en Mendoza bajo la tutela de Francisco Bermúdez. Un hombre que supo reponerse a los golpes.

Gustavo Ballas: “No me arrepiento  de nada, todo lo que  hice fue por placer”
Gustavo Ballas: “No me arrepiento de nada, todo lo que hice fue por placer”

El ex boxeador Gustavo Ballas, ex campeón AMB de la categoría gallo júnior, pasó por Comodoro Rivadavia y dejó su huella. Su experiencia de vida y en el deporte es un ejemplo. En el año 1981 ganó el título de la AMB, tras derrotar por KOT en el octavo round a Suk Chul Bae, y fue el primer boxeador argentino en conseguir un título mundial invicto. En su primera defensa (15 de diciembre de 1981) perdió por puntos ante Rafael Pedroza, en Panamá.

Además, en la categoría supermosca, fue campeón argentino, sudamericano y latinoamericano, y recibió varios reconocimientos, pero de a poco el alcoholismo lo fue marginando hasta perderlo todo.

Supo crecer sin la figura de su madre en su Villa María, Córdoba, con el esfuerzo de su padre para criarlo junto a sus cuatro hermanos. Y de chico supo ganarse la plata para poder sobrevivir. En una extensa charla en FM Radio Visión, el ex campeón del mundo recordó: "El boxeo surge a partir de los 15 años. Yo trabajaba en una pizzería, como lavacopas, nunca me voy a olvidar. Un sábado, escuchaba box desde el Luna Park donde transmitía Osvaldo Cafareli, García Blanco y Cacho Fontana la pelea del que para mí es el mejor boxeador que dio la Argentina, Nicolino Locche".

Un año más tarde comenzó a pelear en Villa María hasta que quiso conocer a su ídolo. "Lo quise conocer, y me dijeron que estaba en Mendoza. En mi bolsito había más ilusiones que ropa, pero fui a buscarlo para conocerlo. Y ahí comenzó la vida deportiva", sentenció.

Fue campeón provincial, dos veces campeón argentino, campeón sudamericano, latinoamericano y fue el primero que consiguió el título del mundo invicto con 56 peleas.

Conoció la gloria y el éxito a los 23, cuando conquistó el título del mundo. "Llegué a ser la figurita del momento, a los 19 llenaba el Luna Park, y eso fue malísimo. No estaba preparado. Yo veía a mis referentes pelear ahí y de pronto el Luna Park fue mucho para un pibe que no tenía los pies en la tierra", afirmó convencido el cordobés.

Cuidado con el mensaje

Casi sin darse cuenta quedó inmerso en un mundo artificial, donde el dinero que ganó sobre el ring y el entorno lo llevaron a conocer la noche y todo lo que ella abarca. "Es muy difícil tirar lo que hice con mi vida delante de un micrófono. Me cuido por el doble mensaje, mirá si un joven dice por ahí: '¿Quien dijo que la droga mata? Mirá al petiso éste, está bárbaro'. Hay que tener cuidado con el mensaje", apunta con voz firme.

Con 23 años era el rey mundial, pero le faltó contención en su juventud para darse cuenta que todo era efímero y como llegó, se le fue de las manos.

"Cuando uno era campeón te hacían sentir que eras lo más. Te regalaban todo, yo conocí buenos boliches en Buenos Aires y cuando iba me daban champán del mejor", rememoró.

Sin pelos en la lengua y con los pensamientos más claros, no oculta su infancia en Córdoba, donde la ausencia de su figura materna lo marcó de por vida. "Me crié sin poder decir la palabra mamá, no la tuve pero la conocí a los 23, ya de grande. El disparador de caer en la droga fue ese. Cuando la tuve enfrente a esa señora fue muy fuerte. Mi papá crió a mis cuatro hermanos y a los 16 perdí a mi papá. Quedé solo", subrayó el ex campeón.

En la actualidad, lejos de las mieles del éxito, vive y disfruta de su vida. De su hija y de que muy pronto será abuelo, algo que lo llena de felicidad, que demuestra cuando habla de su nieto que está por venir al mundo.

"Hoy no tengo dinero, hoy soy una persona común. No hay que echarle la culpa a nadie. Gané mucho dinero pero no sé si viví bien, pero sí sé que la disfruté. Viajé por el mundo, no me bajabas de un avión, me encantaba conocer lugares nuevos, hasta que se terminó. Recién ahí me miré al espejo y me dije: esta es la vida, lo otro no", recordó.

Por último, Gustavo Ballas deja una frase (de las tantas como para quedar impresa en un título) y asegura que no está arrepentido de su vida personal y deportiva. "Yo sé que el oyente tal vez quiera escuchar que estoy arrepentido de algo, pero no me arrepiento de nada, todo lo que hice fue por placer", concluyó el cordobés con una sinceridad asombrosa.

Como las muertes trágicas de las estrellas de rock terminan por convertir al personaje en mito, las historias de los boxeadores suelen estar asimiladas a una vida dura, más de lucha fuera del ring que dentro del cuadrilátero mismo.

En particular, la de Gustavo Ballas no escapa a la categoría, nada menos que por haber sido campeón del mundo, abandonar la actividad antes de tiempo por su adicción a las drogas y demostrar posteriormente que puede haber futuro después de la oscuridad.

"¿Cómo me di cuenta de que era adicto a las drogas? Cuando un día me desperté y vi rejas enfrente mío. Estaba en la cárcel de Caseros", relata Ballas, ex campeón mundial gallo Jr, y argentino y sudamericano súper mosca.

Ballas reconoce que hizo muchas "macanas", a tal punto que salió a robar para comprar drogas. En poco tiempo llegó la cárcel y, a los pocos meses, una vez más la libertad. "La fianza la pagó mi pueblo, porque yo no tenía guita", admite, antes de aclarar que de todo esto hace doce años y que empezar de cero "sigue siendo uno de los grandes desafíos" de su vida.

El centro de autoayuda que creó para tal fin se llama "Volver a empezar", está apadrinado por el cantante Alejandro Lerner y el método para combatir la drogadependencia es el relato de su experiencia a jóvenes de todo el país.

Y su experiencia, más los estudios de socioterapeuta en Adicciones en la Universidad de El Salvador, lo llevan a dar cuenta de que son los boliches bailables "el lugar donde comienza todo" y que "algunos hacen 'click' antes, otros no". "Y no pedimos ayuda porque no reconocemos que estamos enfermos", añade.

Lo grafica con sencillez -"la abstinencia es terrible, porque la droga siempre está a la vuelta de tu casa", dice-, y les da un tirón de orejas a los deportistas que utilizan las sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento: "En el deporte, la mejor droga es el entrenamiento".

El cordobés es un agradecido de quienes estuvieron en los peores momentos, siendo su esposa la persona que más aportó en la causa: "Ella viajaba por el mundo, era la señora del campeón, y cuando me fue mal, salió a limpiar casas para ayudarme. Por eso digo que sigo siendo un tipo con suerte".
Entrenado por Francisco "Paco" Bermúdez, hacedor de grandes figuras, Ballas fue campeón mundial en 1981, y en toda su carrera, que se prolongó hasta 1992, ganó 105 de las 120 peleas que protagonizó.

Esos viejos amigos

Su trayectoria presenta en la carátula un sueño cumplido a medias: él quería ser como Nicolino Locche. Entonces, después de hacer algunas peleas en su pueblo natal, Villa María, fue hasta Mendoza para golpear a las puertas del "Intocable". O no tanto: al menos "para ver cómo entrenaba", destaca.

El balance es positivo, a fin de cuentas. "Terminamos siendo grandes amigos. Cuando se murió mi papá, nadie se animaba a decírmelo. Entonces Nicolino se encargó de darme la noticia. Me lo tiró de una: "Cordobés, murió tu viejo. Tenés que viajar".

Ballas comenta que automáticamente se le derrumbó todo, y concluye: "Cuando fui a agarrar la valija, (Locche) me miró y me preguntó: "¿Qué hacés? Vos te vas con lo puesto, porque si te llevás la ropa no volvés. Y si no volvés, Mendoza se pierde un campeón del mundo".

120 Peleas.

Obteniendo 105 victorias (31 KO), 6 empates y 9 derrotas. El 12 de setiembre de 1981 obtiene el título mundial de la AMB en la categoría gallo júnior tras derrotar por KOT en el octavo round a Suk Chul Bae

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA