Guitarra vas a llorar

Fueron líderes de dos de las bandas argentinas con más tours en toda América Latina. Cruzaron varias veces su camino, el de la música.

Guitarra vas a llorar
Guitarra vas a llorar

Hacía mucho tiempo que no lo veía... Nos conocimos en Buenos Aires en el año 83 en un emblemático pub que había en la Avenida del Libertador. Después coincidimos trabajando como músicos en la misma productora, Ohanian. Durante esos años fue una relación cercana la que tuvimos en la que nos prestábamos guitarras y esas cosas. Recuerdo inclusive que antes de que grabáramos nuestro primer disco vinieron a ver un show nuestro.

Aunque nunca hicimos nada juntos sí compartimos escenario en varias oportunidades, como en un festival en Mar del Plata en el que tocó Sumo, Soda Stereo y nosotros.

Gustavo era un tipo que estaba siempre con las antenas al palo, era un observador de los detalles y conmigo hablaba mucho de guitarras, básicamente. Estuve viendo ahora los diarios y la televisión y me vinieron a la memoria una cantidad de recuerdos junto a él a pesar de no conocerlo en la intimidad ni ser muy amigo. Creo que en definitiva lo caracterizaba la pasión por la música, los sonidos y los instrumentos.

La última vez que lo vi fue en el 2008 en Nueva York. Me lo encontré en la calle. Yo iba caminando y él estaba de pie apoyado sobre una pared. Creo que justo era la época de los Grammy Latinos, en noviembre. Él estaba esperando a alguien, le conté que uno de mis hijos estaba estudiando en Los Ángeles, yo también le pregunté qué andaba haciendo. Hablamos de la vida en ese momento.

Recuerdo muchas cosas con Gustavo, la verdad... Es más, tengo todavía un papelito dando vueltas de cuando grabamos “Carrousel” (el cuarto disco de Los Enanitos Verdes). En el ‘88 fue que él me prestó una guitarra de cuerdas de nylon que me mandó con una notita que decía: “Felipe, las cuerdas están viejas pero ahí te mando unas, así que cambiáselas porque están muy para atrás”. Esos detalles tenía...

También recuerdo las veces que me lo encontré en aviones cuando él estaba en Chile o mismo en Aeroparque, y en una de esas oportunidades me dijo que estaba out de las guitarras. Me acuerdo también cuando ensayábamos con Piero y a ellos les habían robado los equipos y venía él o Marcelo Angiolini, que era el manager, a la sala donde ensayábamos para que le prestara mi guitarra.

Yo creo que ahora es libre, la verdad, que estaba en un limbo sin sentido donde no vivía ni él ni el entorno. Ahora es todo más limpio y obviamente que aunque en el egoísmo uno no quiere que se vaya, él ya no estaba.

Yo creo que Gustavo fue un ejemplo de trabajo y que musicalmente hay que verlo como un todo, desde la estética, el sonido, la solidez. Creo que hizo lo que todo artista aspira y lo que nadie pudo hacer. Fue algo inédito y rompió una barrera.

Hay canciones inolvidables que son himnos y creo que en todos sus discos hay dos o tres temas que marcaron tendencia. Lo que yo rescato de Gustavo es que siempre trató de reinventarse, mirar para adelante y no dormirse en viejos laureles. En algún punto crecimos juntos y estuvimos en el mismo barco. La mirada es de colega. Una pena, pero creo que Gustavo ya nos había dejado hacía un tiempo y esta es la certificación de que ya no va a volver. Antes había una esperanza.

De una banda mendocina que conquistó América

Felipe Staiti es un guitarrista mendocino, que junto a Marciano Cantero y Daniel Piccolo fundó en 1979 Los enanitos verdes, uno de los grupos de rock que, con sus canciones, marcó la música nacional de la década del ‘80.

Producción: Andrea Calderón

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