“Treinta años califican”, repite antes del inicio de la entrevista y marca el terreno. Guillermo Marconi es palabra autorizada dentro del arbitraje argentino y su presencia en la provincia obedece a los festejos por los 30 años del Sindicato de Arbitros Deportivos de la República Argentina (Sadra), del cual es Secretario General.
Además, la ocasión parece ideal para recoger opiniones de los árbitros del interior y su recorrido por todo el país tiene ese objetivo. En un alto de sus reuniones, habló con MÁS Deportes.
-Parece un momento clave para el fútbol argentino, en general...
-Es un momento bisagra. Durante estos 30 años hemos conquistado todo eso que un gremio debe tener como entidad jurídica y lo que significa desde el punto de vista gremial.
Cuando empezamos el árbitro del interior ni dirigía ni en sus ligas de origen. No le prometí a los árbitros que iban a dirigir River y Boca; le prometí que íbamos a reivindicar el trabajo en sus respectivas ligas y en el Torneo del Interior.
Hoy las ligas del Interior no pueden incorporar árbitros de Capital por virtud del convenio colectivo de trabajo: es Ley. Y el Torneo del Interior es nuestro desde hace cinco años.
Es un momento estupendo desde el punto de vista profesional; Néstor Pitana vuelve a realizar el curso para el Mundial y con esto se confirma que volverá a dirigir un Mundial. Después tenemos a Darío Herrera y acá en Mendoza tenemos a Fernando Espinoza, que anda muy bien.
-¿Con nuevos objetivos?
-Hay un objetivo que marca la segunda etapa que es mantener lo que se consiguió, que es lo más difícil. Cuando se tiene de todo, la gente empieza a pensar cosas que de alguna manera son irrealizables para perder lo real que tienen; es un problema.
Acá hay que sostener lo que se consiguió y eso se se consigue con calidad, profesionalismo y capacitación. Tanto en las reglas de juego como en la parte física y psicológica. El árbitro, hace 30 años atrás, era visto como un gordo, bruto y pelado.
-¿Está fuerte el arbitraje argentino?
-Lo veo fuerte. Sigue calificando en todos los países del mundo, aunque sin embargo creo que con la muerte de Julio Grondona se perdió espacio. Ahora el manejo de los árbitros a nivel Conmebol está en otras manos. Acá quien ganó la batalla fue el grupo del Pacífico, que antes la veía de afuera.
Ahora están tomando una especie de venganza en detrimento del grupo del Atlántico que siempre manejo la Conmebol. Esto es política pura y repercute en la cantidad y calidad de los árbitros y las posibilidades que tiene cada uno, aunque en general hay buen arbitraje.
-Alguna vez dijo que mientras estuviera al frente del Sadra no quería tener un árbitro muerto dentro de una cancha: ¿hoy teme por eso?
-Si, absolutamente. Porque en este país se ha naturalizado la violencia. Fijate lo que paso con el Indio Solari. Yo no califico a nadie porque para eso está la justicia, pero en un reportaje que le hizo hace unos años Mario Pergolini, donde él dice que deja entrar más gente a sus recitales para no tener problemas con aquellos sin entradas. Una cuestión brutal: ha expuesto a la gente a lo que finalmente pasó.
Esto se toma natural y todos los diarios dicen “no pasa nada”; podría haber sido una “Puerta 12” (NdR: en un clásico River vs. Boca fallecieron 71 personas al estar bloqueada la salida).
Nosotros tuvimos dos situaciones de paro el año pasado. En octubre porque no pagaban y no esperamos cuatro meses, al mes nos presentamos en el Ministerio de Trabajo y lo resolvimos. Y después tuvimos problemas por la violencia con un árbitro del Federal B al que castigaron muy duro y AFA aceptó un protocolo de seguridad para el árbitro que está muy avanzado.
Igual dudamos que salga antes del 29 de marzo por todos los cambios que se vienen en AFA. La realidad es que se ha naturalizado la violencia y el fútbol es un disparador de la sociedad. Reitero, tengo mucho temor a que maten un árbitro dentro de una cancha.
-¿Hay una crisis dirigencial después de Grondona?
-Sin ningún tipo de dudas. Esto que pasa sucede también en empresas familiares: se muere el jefe y la segunda generación vende la empresa porque no son capaces. Acá no pueden vender la AFA. Hicieron todo lo posible para tocar fondo, aunque creo que sin mala fe. Ojalá se den un buen impulso para salir adelante.
Este arreglo que se consiguió en los últimos días (NdR: respecto de la candidatura de “Chiqui” Tapia) ha demostrado un estado de adultez importante en los dirigentes, especialmente los del interior, quienes fueron consecuentes con una posición y permitieron que entre dos sectores se defina uno.
Después será bueno o malo, pero el Interior ha mostrado una madurez importante. ¿Fue un mérito de Tapia? No lo sé, aunque así aparece.
-¿Cómo era negociar con Grondona? Usted confesó alguna vez que Julio le pidió un favor para que River no descendiera...
-Fue la única vez que Julio me pidió algo así. Lo entendí por la presión que había con eso. Fue la única vez que me pidió algo incorrecto y le dije que no. Sergio Pezzota (NdR: fue el árbitro que dirigió la tarde del descenso “millonario”) lo declaró alguna vez. Julio tenía mucho temor por presiones de distintos sectores. Era un tema que no podíamos manejar, ajeno al arbitraje.
-¿El peso que pueda tener el "Chiqui" Tapia podría ser similar al de Grondona o está muy lejos de esa realidad?
-Hoy veo un trabajo mucho más de equipo; eso cambia absolutamente el escenario. Es impensable que se trabaje como se trabajaba con Julio. La realidad es que hoy es impensable que, más allá del fútbol, se trabaje con un estilo unitario. No se pueden comparar los 30 años de Grondona con lo que pasa 3 años después de su muerte.
-Desde lo técnico, ¿cómo ve al árbitraje?
-El árbitro está muy capacitado. Lo que ha provocado un cambio absoluto es el tema de la televisión. Yo digo cuando se quejan que la televisión muestra lo que es. ¡Nadie está inventando para hacer un guión cinematográfico! Se ve mucho más lo que pasa, pero es lo que pasa.
Esto provoca que el árbitro tenga una concentración absoluta. Se va de partido un minuto y su error puede determinar una ventaja deportiva que no corresponde. Para la gente, donde hay un error, hay una trampa. Lo importante es crear un ambiente de credibilidad en el árbitro.
"Estoy a favor de la tecnología y hay que adaptar al fútbol a ella"
“La tecnología es la tecnología y el árbitro detrás del arco lo veo con beneplácito, porque es un fondo remunerativo más; se aumenta el volúmen de dinero que gana un árbitro y viene bien, pero hay situaciones donde, por más que pongas veinte ojos, no lo llega a ver el árbitro. ¡Por más que tengas un tipo sentado arriba del travesaño! Hay circunstancias que no las ve el ojo humano.
-Entonces está a favor...
-¡Absolutamente! No en las jugadas de criterio, donde hay que juzgar una mano intencional o no. Eso una máquina no te lo puede decir. Hay que adaptar al fútbol. Se pierde picardía, es cierto, pero la picardía tiene un límite. Esto es como el truco, mentir está dentro de las reglas, pero afanarse los porotos es de sinvergüenza.