La amenaza terrorista y la “guerra urbana” declarada por bandas criminales en Río de Janeiro, mantienen en vilo a los servicios de inteligencia y fuerzas de seguridad de Brasil a sólo diez días de la inauguración de los Juegos Olímpicos.
La gran fiesta del deporte mundial, que comenzará el próximo 5 de agosto, es una cita a la que fueron invitados un centenar de jefes de Estado y Gobierno, en una Río de Janeiro que recibirá la visita de más de 700 mil personas, entre turistas, atletas y delegaciones.
Una investigación publicada ayer en el portal del diario O Globo, asegura que la policía brasileña abrió una investigación sobre la existencia de un segundo grupo de personas dispuestas a perpetrar un ataque masivo durante los Juegos Olímpicos.
Este grupo, al parecer, es independiente del que fue descubierto la semana pasada, cuando las autoridades detuvieron a doce personas bajo sospecha de terrorismo. Los encarcelados, según informes públicos, han jurado fidelidad a la milicia terrorista del Estado Islámico (EI).
Los ataques de “lobos solitarios” como los que se padecieron días atrás en Alemania y Francia aumentaron los niveles de alerta en los servicios de seguridad e inteligencia de Brasil, sumados a la información recibida por la aparente actividad de grupos dispuestos a cometer atentados en medio de los Juegos Olímpicos.
Agentes de inteligencia de más de 50 países darán apoyo a la operación de seguridad montada para proteger a los asistentes a la cita olímpica.
Fuera de la amenaza terrorista, el jefe de la seguridad del gobierno de Río de Janeiro, Mariano Beltrame, reconoció que la ciudad está prácticamente a merced de una “guerra urbana” declarada por el crimen organizado.
“Debido al poder de fuego del narcotráfico (Rio enfrenta) un cuadro de guerra urbana”, reconoció Beltrame.
“Va a demorar mucho tiempo para que esto cambie, esa es la verdad”, aseveró el funcionario a cargo de la seguridad en el estado de Rio de Janeiro. El funcionario comentó que la semana pasada las autoridades se incautaron de 62.000 cartuchos en la ciudad de Foz de Iguazú, cuando iban en camino hacia Río de Janeiro. “¿Qué ciudad del mundo recibe 62.000 cartuchos si no está en un cuadro de guerrilla?”, preguntó Beltrame.