Submarinos de ataque rusos, el mayor número en décadas, están merodeando por los litorales de Escandinavia y Escocia, el mar Mediterráneo y el Atlántico Norte en lo que, dicen oficiales militares de Occidente, es una presencia considerablemente mayor enfocada a disputar el predominio estadounidense y de la OTAN bajo el mar.
El almirante Mark Ferguson, el máximo comandante de la Armada de Estados Unidos en Europa, dijo el otoño pasado que la intensidad de patrullas de submarinos rusos había subido casi 50 por ciento durante el año pasado, citando comentarios públicos del jefe de la Armada de Rusia, el almirante Victor Chirkov. Analistas dicen que ese ritmo no ha cambiado desde esos días.
Las patrullas son la señal más visible de un renovado interés en guerra de submarinos por parte del presidente Vladimir Putin, cuyo gobierno ha invertido miles de millones de dólares en nuevas clases de diésel y submarinos de ataque impulsados por energía nuclear que son más discretos, van mejor armados y son operados por cuadrillas más competentes que en el pasado.
Las tensiones forman parte de una creciente rivalidad y acumulación militar, con ecos de la Guerra Fría, entre EEUU y Rusia. Moscú está proyectando fuerza no sólo en el Atlántico Norte sino en Siria y Ucrania, así como acumulando su arsenal nuclear y capacidades de ciberguerra en lo que oficiales militares de EEUU dicen que es un intento por demostrar su relevancia tras años de debilitamiento económico y recortes.
Analistas militares independientes de EEUU ven el aumento de patrullas submarinas de Rusia como un desafío legítimo a su país y la OTAN. Incluso sin tensiones, hay la posibilidad de accidentes y cálculos errados. Pero, sin consideración a la amenaza, el Pentágono también está usando el aumento de patrullas rusas como otro argumento para mayores presupuestos para submarinos y guerra de combate a submarinos.
Oficiales navales estadounidenses dicen que a corto plazo, el creciente número de submarinos rusos, con su capacidad de seguir a embarcaciones occidentales en litorales europeos, requerirá de más barcos, aviones y submarinos para vigilarlos. A largo plazo, el Departamento de la Defensa de EEUU ha propuesto destinar U$S 8.100 millones durante los próximos 5 años para “capacidades submarinas”, incluyendo 9 submarinos de ataque clase Virginia, que pueden llevar consigo hasta 40 misiles crucero Tomahawk, más del triple de la capacidad actual.
“Estamos de vuelta en la competencia de las grandes potencias”, dijo el almirante John M. Richardson, jefe de operaciones navales.
Oficiales de la Armada estadounidense y analistas occidentales dicen que submarinos de ataque estadounidenses, que están hechos para la velocidad, resistencia y el sigilo para ser desplegados lejos de costas estadounidenses, siguen siendo superiores a sus equivalentes rusos.
El Pentágono también está desarrollando sofisticada tecnología para vigilar comunicaciones cifradas de submarinos rusos y nuevos tipos de embarcaciones controladas remotamente o naves autónomas. Miembros de la alianza de la OTAN, incluyendo a Gran Bretaña, Alemania y Noruega, están al mismo tiempo comprando o considerando la adquisición de nuevos submarinos en respuesta a la proyección de fuerza del Kremlin en el Báltico y el Ártico.
Sin embargo, las estrategias retomadas en fecha reciente de seguridad nacional y marítima hacen énfasis en la necesidad de que fuerzas marítimas de Rusia proyecten poder y tengan acceso al océano Atlántico en general, así como al Ártico.
Submarinos rusos y barcos espías operan actualmente cerca de los vitales cables bajo el mar que transportan casi todas las comunicaciones globales de internet, suscitando inquietudes entre algunos oficiales militares y de inteligencia de EEUU de que los rusos pudieran atacar dichas líneas en tiempos de tensión o conflicto. Rusia también está construyendo un dron submarino no-tripulado que es capaz de portar una pequeña arma táctica, de tipo nuclear, para usarla en contra de puertos o áreas costeras, dijeron analistas militares y de inteligencia de Estados Unidos.
Y, como Estados Unidos, Rusia opera submarinos nucleares más grandes, que transportan misiles nucleares de largo alcance que pueden pasar meses ocultos en las profundidades del océano. Esos submarinos, aunque letales, no patrullan como lo hacen los submarinos de ataque, y no representan el mismo grado de inquietud para oficiales navales de EEUU.
Analistas dicen que la persistente inversión de Moscú en submarinos de ataque marca un contraste con la calidad de muchas de las fuerzas terrestres y aéreas de Rusia, la que se desgastó en la era Posguerra Fría.
“En la estructura naval de Rusia, los submarinos son las joyas de la corona del poder de combate naval”, destacó Magnus Nordenman, el director de la iniciativa de seguridad trasatlántica del Consejo Atlántico, en Washington.
Eso ha permitido un acelerado resurgimiento ruso, dicen oficiales occidentales y estadounidenses, en parte en respuesta a lo que aseguran es el temor de Rusia de ser acorralada. “Yo no creo que mucha gente entienda la manera visceral en que Rusia ve a la OTAN y la Unión Europea como una amenaza existencial”, dijo Ferguson en una entrevista.
En Nápoles, en el cuartel general de las operaciones europeas de la Armada de EEUU, incluyendo la 6° Flota, comandantes están teniendo que vigilar de cerca por primera vez en décadas los movimientos de submarinos a través de los cuellos de botella que separan Groenlandia, Islandia y Gran Bretaña -la llamada Brecha GIUK-, que durante la Guerra Fría fueron cruciales para la defensa de Europa.
Ese tramo de océano, de varios cientos de kilómetros de ancho, representó la línea que fuerzas navales de los soviéticos habrían tenido que cruzar para llegar al Atlántico y detener a fuerzas estadounidenses que se dirigían a través del mar para reforzar a los aliados europeos de EEUU en tiempos de conflicto.
Aeronaves estadounidenses antisubmarinos estuvieron acantonadas por décadas en la Estación Naval Aérea de Keflavik, en Islandia -en medio de la brecha-, pero se retiraron en 2006, años después de que terminara la Guerra Fría. Después de eso la Armada estadounidense dependió de aviones Subhunter P-3 rotando periódicamente a través de la base.
Ahora, la armada de EEUU está a punto de invertir alrededor de U$S 20 millones para modernizar hangares y sitios de apoyo en Keflavik para manejar su nueva y más avanzada aeronave de patrulla marítima, el P8A Poseidon. Ese dinero forma parte de la nueva Iniciativa de Garantía Europea del Pentágono por U$S 3.400 millones, cuatro veces los fondos respecto del año pasado para desplegar armamento pesado, vehículos blindados y otro equipamiento a países de la OTAN en Europa Central y Oriental, para disuadir una agresión rusa.
Oficiales de la Armada de EEUU expresan inquietud por el hecho de que más patrullas submarinas de Rusia salgan más allá del Atlántico y lleguen al Mediterráneo y el mar Negro. Rusia tiene un puerto mediterráneo actualmente, en Tartús, Siria, pero oficiales de la Armada de EEUU en Nápoles dicen que Moscú quiere establecer otros puertos, quizá en Chipre, Egipto o incluso Libia.