Fue un partido raro, sin situaciones claras. Sobró lucha y faltaron ideas. Salió mejor Balloffet y logró la apertura del marcador a los 5’, pero el envión anímico duró un cuarto de hora y Guaymallén comenzó a crecer desde lo futbolístico. Igual, ni uno ni otro contó con grandes ocasiones de peligro. El empate llegó a partir de un lateral que capturó Zandanel y que se incrustó en el ángulo de Sosa.
Se jugó más con el corazón que con la cabeza. Pesó más la cuestión estratégica que la imprevisibilidad de una gambeta o un pase entre líneas. Rodríguez bien pegado a Millán, algo de Moreno en la visita y Martínez en el local como bandera de la lucha. Esas fueron algunas postales de lo que fue el juego ayer, en la vuelta de Balloffet a su estadio.
Si en el inicio el festejo era local, en el complemento todo fue alegría tricolor. Guaymallén no mostró demasiado, pero con mucho oficio, con algunos rendimientos individuales y pegando en el momento justo logró torcer una historia que venía mal barajada desde el comienzo.
Hidalgo volvió a repetir una actuación deslucida y el conjunto sureño lo sintió. Los pelotazos se repitieron e hicieron más fácil la tarea de la defensa visitante. Encima, su última línea tuvo dos equivocaciones y ambas fueron determinantes para el resultado final. Con la voluntad de sus hombres no alcanzó.
Guaymallén sumó su segundo triunfo consecutivo y comienza a mostrar detalles que ilusionan. Habrá que esperar para ver si puede sostenerlos.