Grupos de Lima y Puebla… ¿espacios dicotómicos? ¿una nueva grieta?
A la lectura de sus mandatos fundacionales, ambos grupos aparecen en diferentes momentos y con objetivos diferentes.
El Grupo de Lima fue creado en 2017, con el objetivo de dar seguimiento y buscar una salida pacífica a la crisis de Venezuela. Los catorce países miembros toman una posición clara, ideológica, política, respecto de Venezuela.
Esta parcialización del Grupo de Lima no habilita para abrir el juego a otros factores y miradas críticas, como es, por ejemplo, el asunto de la Justicia en los contextos latinoamericanos, en el que podemos observar una instrumentalización de la misma con nuevas formas contemporáneas de persecución política, además de las redes.
Porque una cosa son procesos judiciales justos, basados en las evidencias y con el proceso responsable que le es inherente; otra es una agenda mediática y que algunos ciudadanos cuenten con causas, sin peso de evidencia pero si con “condenas mediáticas”.
El Grupo de Puebla (que se sustenta inicialmente en el encuentro de 30 líderes representativos de 12 países) no ha sectorizado en un país, sino que hace una propuesta regional, donde la autocrítica, el estudio, la formación y los temas trascendentales para Latinoamérica tienen lugar.
El Grupo de Puebla toma como propio el desafío constitutivo de la lucha por la igualdad social y el desarrollo económico, pero asume al mismo tiempo la existencia de otros desafíos trascendentales: la igualdad de género, la sustentabilidad ambiental y la profundización de la democracia.
Cada cual puede hacer su lectura de ambos grupos, sus propuestas, pero si hay algo que nos tiene que posicionar es poder reflexionar que no es lo mismo acompañar, deconstruir procesos regionales (respetando las autonomías de los países); que tomar “posturas rígidas”, cuando uno no vive allí, no conoce la vida cotidiana, no escucha a su pueblo... puede ser hasta un riesgo de lógica colonizadora.
Quizás los grupos, los colectivos, los estados, tienen que aportar a difundir realidades, a bordar y continuar tejiendo la hermandad latinoamericana, que está por encima de los intereses sectoriales y parcializados.