Cuando la conducción del SUTE llegó, muy temprano, al club La Dormida, se encontró con un enorme cartel escrito sobre la calle: "Guevara traidor" decía el mensaje que, como aún mantenía parte de su pintura fresca, fue removido enseguida.
Adentro del club los ánimos no se enfriaron y mientras que la oficialista Celeste refregaba a sus adversarios de la Marrón que la actual conducción del SUTE había democratizado los plenarios y las toma de decisiones, desde enfrente los acusaban de burócratas y de impedir que se expresaran quienes no estaban de acuerdo.
Hubo una decisión, aprobada por la mayoría, para que solamente hablara un delegado por departamento, lo que indignó a los opositores, que hablaron de censura y de falta de representación de aquellos que tomaron la palabra. Hubo empujones, gritos e incluso algún manotazo, pero también el pedido de más de un docente para que primara el orden y el respeto por el que piensa distinto.
"Hasta hoy hemos venido discutiendo y peleando por los salarios, aunque hay quien pretende meter acá la interna del SUTE. Las elecciones son en julio y para eso falta", comentó Guevara.