Sufrido. Con los dientes apretados. Sí, el Deportivo Maipú se sacó la mufa y sobre el final del partido pudo superar a Deportivo Roca.
Con enorme necesidad de cantar victoria y festejar. La derrota en el debut generó una obligación extrema en el Cruzado, por conseguir los tres puntos en propio terreno y así poner algo de tranquilidad.
El clima no era el mejor en calle Vergara, teniendo en cuenta que la caída en Neuquén caló muy profundo en el plantel, dirigentes e hinchas mendocinos.
Por eso el triunfo era una misión ineludible frente al conjunto del recordado Mauro Laspada.
El dueño de casa tenía que cambiar la imagen, y en la primera etapa mostró buenos argumentos futbolísticos como para salir del fondo la tabla.
Dueño absoluto del balón, el elenco comandó las acciones y apostó a la paciencia para ir quebrando a un rival que tenía un libreto claro: esperar, cerrarse bien y apostar a la contra.
Cuando Maipú profundizó, encontró variantes y puso en aprietos al arquero Maximiliano Paniccia, quien respondió muy firme ante cada bola que cayó en el área y en los remates de larga distancia.
Siempre dio la sensación que el Rojo podía marcar si tenía una luz de claridad en los metros finales.
Analizando el juego colectivo aprobó a medias, en la definición se llevó la materia a marzo.
El gran interrogante para lo que venía era evidente. ¿Tendría Maipú la capacidad de mantener el ritmo y acertar en el toque decisivo para sacar diferencia?.
La desesperación y el nerviosismo a medida que fueron pasando los minutos, no resultaron ser buenos aliados para los hombres del chaqueño. Por eso el DT metió mano en el banco y cambió el sistema táctico, buscando soluciones y romper con sistema defensivo de Roca.
La mano venía complicada, hasta que Sebastián Coria se iluminó con toda su categoría y con un gol en el tramo definitorio del partido, le dio aire a un Cruzado que ahora respira mejor.