La polifuncionalidad no siempre es bien vista por los entrenadores. Alguna vez, llevando la comparación al extremo, el propio Claudio Bichi Borghi dijo que “el polifuncional es aquel que juega mal en todos los puestos”.
Fue una frase exagerada, claro, pero para hacer valer su punto de vista en el cual la especialización hace y define al futbolista, por más que luego pueda desempeñarse en distintos roles. Sin embargo, en el fútbol moderno, los entrenadores buscan cada vez más esta clase de futbolistas.
Y lo de Antoine Griezmann en Rusia 2018 ha sido una demostración excelente de lo que un jugador puede rendir al servicio del equipo. Griezmann no es N° 9, tampoco es enganche; no se puede decir que es wing zurdo (por su perfil), pero tampoco que hace la diferencia jugando por la derecha.
Pero es algo mejor que eso: es lo que el equipo necesita en función de cada jugada, toma la responsabilidad que el equipo le está pidiendo según los contextos. Hasta puede ser un volante central para perseguir a Luka Modric en una final del mundo si en el segundo tiempo, a partir de la diferencia favorable en el resultado, hay que defender más que en el primero. En partidos anteriores lo hizo con Eden Hazard y Lionel Messi marcándolos incluso en el área de Lloris. No se le caen los anillos para sacrificarse por el equipo.
No solo desde la posición aporta variantes. También desde sus ejecuciones. Puede llegar a finalizar él una jugada como centrodelantero y “atacando el espacio”, como desbordar como wing con la pelota al pie; puede anotar de cabeza o con un remate desde afuera del área. Puede asistir con un centro-gol rasante como con un pase filtrado. Es difícil contar con un futbolista que siempre haga lo que pide la jugada, ya sea para atacar o defender. Y Griezmann entiende hasta cómo ganar un foul (el que generó el tiro libre para el 1-0), cómo frenarse a tiempo para generar el contacto del defensor que viene corriendo a marcarlo.
También sabe cómo “resetear” las jugadas con el pase atrás (el que ordena), para limpiar la pelota y que el equipo salga más armado, con más futbolistas de frente a la acción.
Además es el encargado de patear los córners, los tiros libres y los penales (en este último rubro, capacidad + personalidad). Y ayer, como ante Uruguay (cabezazo de Varane) y Bélgica (cabezazo de Umtiti) en el Mundial, también fue clave para ejecutar el envío frontal (cerrado, dificilísimos de defender para zagueros y los arqueros) que terminó en el gol en contra de Mandzukic. Hubo más mérito de Griezmann que falla en el N° 9 croata.
Griezmann arranca siendo una mediapunta por detrás de Giroud en un esquema 4-2-3-1, pero es solo el punto de partida. Y busca entenderse con cada compañero.
Uno de los tantos ejemplos fue en la final ante Croacia. Iban 13 minutos del segundo tiempo, y en la jugada del gol de Pogba (segundos antes), Mbappé buscó -tras un desborde hasta el fondo- con un centro atrás al. punto penal. Ahí estaba Griezmann, solo, aunque además había. seis jugadores croatas dentro del área.
Desde su concepción del fútbol como un todo, como trabajo en equipo, es el plus que supo ganar Griezmann. Y en lugar de enojarse con Diego Simeone por hacerlo correr y volver a marcar, supo entender por qué se lo pedía. “Es el estilo de juego que estoy acostumbrado, sé cómo manejarlo, cuándo acelerar y cuando frenar”, reconoció en el Mundial.
¿Si le costó convencer a Mbappé o Giroud que hagan lo mismo? “Nosotros mismos nos dijimos que debíamos ser un bloque sólido en Rusia. No tuve que hacer mucho esfuerzo en convencer a mis compañeros de equipo a la hora del sacrificio. Si Mbappé o Giroud me ven en mi área defensiva, ellos se dicen: ¿por qué yo no? La defensa, en nuestro equipo, es lo más importante”.
Antoine Griezmann es el delantero perfecto porque es noticia por los goles o asistencias, principalmente por los desequilibrios que genera para que Francia sea campeona del mundo llegando por la derecha, por el centro o por la izquierda, atacando el espacio o metiendo un pase filtrado.
Pero también por los sacrificios tácticos defensivos que está dispuesto a hacer para que el equipo esté por encima de todos.
Fuente: La Nación