La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, cree contar con los votos para sobrevivir al proceso de juicio político (“impeachment”) que comienza a desarrollarse mañana, pero surgieron grietas en la coalición que sustenta a su gobierno.
“No estoy preocupada, querido. Hasta porque ya estoy vieja”, dijo sonriente ayer Rousseff, de 67 años, a un periodista tras un acto oficial en Recife, al noreste, donde se mostró distendida y de buen humor.
Su aparente tranquilidad contrasta con el nerviosismo de su izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) ante la posibilidad de que miembros de su más poderoso aliado, el centrista PMDB del vicepresidente Michel Temer, deserten en plena batalla por defender el mandato de la presidenta.
Temer es el sucesor de Rousseff si ella resulta separada del cargo y no ha hecho comentarios desde que, el miércoles, se desencadenara el proceso contra la presidenta. Ese silencio alimenta especulaciones sobre su lealtad al gobierno de Rousseff, quien ayer le dio un voto de apoyo.
“Tengo total confianza en Michel Temer, tanto como persona como político”, dijo la presidenta a periodistas.
Asimismo, en los medios políticos se da por segura la renuncia del ministro de Aviación Civil, Eliseu Padilha, un hombre cercano a Temer. La presidenta dijo que aún cuenta con Padilha: “No sé si tomó una decisión definitiva porque no conversó conmigo”.
El PT teme que ese alejamiento sea la primera de una serie de deserciones de aliados imprescindibles para salvar a Rousseff. “Si no es revertida, es una pérdida muy grande”, dijo el ministro de Comunicación Social, Edinho Silva ,al diario Folha de Sao Paulo. Padilha “es un eximio articulador político con rara habilidad”, añadió.
El PMDB es el partido con mayor representación en el Congreso y tiene siete ministerios en el gobierno. Su bloque es tan grande como diverso. Abarca desde aliados al gobierno de Rousseff como también a desafectos. Entre ellos está el presidente de la Cámara de Representantes, Eduardo Cunha, quien activó el proceso contra la presidenta a la que se le cuestionan gastos hechos sin autorización previa del Congreso.
Rousseff no enfrenta acusaciones de haber embolsado fondos, en cambio Cunha es sospechoso de tener cuentas en Suiza, dinero proveniente de la gigantesca corrupción descubierta en Petrobras.
El oficialismo tiene la convicción de que Cunha se lanzó contra Rousseff cuando advirtió que el Consejo de Ética de la Cámara, que lo juzga por ocultar esas cuentas en el extranjero, le obligará a dejar el cargo.
“Este pedido de impeachment, no procede”, dijo Rousseff ayer. “Tiene otros fundamentos, lo cual yo lamento porque pone en juego la madurez de la democracia”.
Una encuesta divulgada el jueves por el diario O Globo mostró que Rousseff contaría con votos suficientes para salvar su mandato. Según esa encuesta, 258 diputados son contrarios al juicio político y sólo 182 lo apoyan.