Grecia, el “no” y el “sí”

Ni Grecia quiere dejar la Eurozona ni la UE quiere que se vaya. Sobre esta base, es posible que puedan llegar a algún acuerdo.

Grecia, el  “no” y el “sí”

La crisis de Grecia, iniciada en la crisis financiera internacional en 2008, ha vuelto al centro de escena de la UE y con repercusiones en todo el mundo. Para comprender mejor lo que está ocurriendo conviene repasar algunos datos.

La República Helénica, denominación oficial de Grecia, es una república parlamentaria, integrante de la UE y de la Eurozona, es decir, su moneda es el Euro.

El territorio de Grecia es de 132.000 km2, comprende unas 2.000 islas, la población es de 10.800.000 habitantes, la economía es relativamente pobre y débil. El PBI es de 182.100 millones de euros (2013), ha caído 25% entre 2009 y 2014. La agricultura aporta 3,5%, la industria 16% y los servicios 80,5%.

El turismo internacional es su principal ingreso. La desocupación ronda 27%. El sector público representa 59,2% del PBI y la deuda pública (sin datos precisos) supera 300.000 millones de euros. Es evidente que con la relación deuda/PBI actual, resulta impensable que Grecia pueda pagar sin quitas y muy largos plazos.

Grecia tiene un larga tradición de muy grandes déficits fiscales, cantidad excesiva de empleados públicos, burocracia de funcionarios sin relación con el tamaño del país y su economía. Lo mismo ocurre con la cantidad de jubilados y pensionados. Cuando Grecia ingresó en la Eurozona le resultó fácil financiar los déficits emitiendo bonos a muy bajo interés. La crisis de 2008 mostró las enormes debilidades de la economía.

A la vez se descubrió que durante años el Gobierno había manipulado las estadísticas. La pérdida de confianza de los mercados fue inmediata y Grecia no pudo seguir colocando deuda, quedó virtualmente en default. Su nivel de endeudamiento superaba el promedio de la Eurozona.

En esta situación, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional (la denominada Troika) elaboraron un plan de salvataje otorgándole un primer préstamo, obviamente contra la promesa de Grecia de acomodar sus finanzas. Luego se agregaron dos préstamos más. En razón de este proceso, los mayores acreedores son los bancos centrales europeos y el FMI.

El ajuste realizado por el anterior gobierno, hasta fines del año pasado, ha sido fuerte. El ingreso de los griegos ha disminuido notablemente. Ese ajuste fue el que generó el gran descontento social y político, que llevó al gobierno al partido Syriza, de izquierda radical. Alexis Tsipras fue elegido primer ministro.

Desde entonces se ha desarrollado una tortuosa relación entre Grecia y la Troika y, en particular, un enfrentamiento muy duro con Alemania y Ángela Merkel. Grecia, al menos en los discursos, amenazaba con dejar la Eurozona, el euro y no pagar. A pesar de ello le extendieron algunos plazos de pago para evitar el default.

Ni el gobierno anterior ni el actual lograron evitar la constante fuga de depósitos de los bancos. La corrida la semana pasada se intensificó, el Gobierno decretó el cierre de los bancos y estableció un límite de retiros por cajeros de 60 euros por día y por cuenta.

El martes 30 de junio vencía un pago de 1.600 millones al FMI. Grecia no pagó y pidió una prórroga. A la vez convocó para el domingo 5 de julio a un referéndum para que los ciudadanos se pronunciaran: por “sí”, aceptar las condiciones que impone la Troika para seguir prestando; por “no”, rechazar las condiciones. Como se sabe, ganó el “no”.

Los inefables Nobel: Paul Krugman y Joseph Stiglitz, aconsejan a Grecia abandonar el euro, hacer el default, volver a su propia moneda y seguir el camino que hizo la Argentina. El ministro de Hacienda griego ha dicho: “Queremos desesperadamente seguir en el euro, aunque criticamos su marco institucional”. El ministro renunció después del referéndum para facilitar las negociaciones.

Al parecer en Grecia los impuestos son bajos y la evasión muy alta. La Troika les exige aumentar los impuestos. Lo mismo ocurre con las jubilaciones. Se jubilan mucho antes que los alemanes. Éstas son las exigencias básicas que se están discutiendo.

Partiendo del supuesto de que ni Grecia quiere irse de la Eurozona, ni la UE quiere que se vaya, es posible llegar a algún acuerdo. El “no” parece convertirse en “sí”.

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