Grandes reportajes: Ulises Barrera con Los Andes

Una charla sobre el “ring” con uno de los mejores periodistas de boxeo del país. “Creo que actualmente hay más “gana panes” que técnicos en una disciplina que necesita de gente que enseñe. Fue a fines de 1998 en uno de la visita del maestro a la provincia

Grandes reportajes: Ulises Barrera con Los Andes

Uno de los "personajes" que se destacaron fue el conocido periodista deportivo Ulises Barrera, con quien  Los Andes mantuvo amena y coloquial charla. vez pocos libros de la historia pugilismo nacional encierren tantos datos estadísticos, elementos de juicio y valores sobre este deporte como los que guarda el locuaz Ulises Barrera.

Este periodista, que lleva en la actividad casi medio siglo, tiene el privilegio de haber visto pasar varias generaciones de boxeadores como para fundamentar cada comentario.

Estos antecedentes no son propiedad privada, todo lo contrario. Barrera siempre está dispuesto a transmitirlos con códigos simples y directos porque el boxeo es un viejo afecto "según mis cálculos, comenzó unos 45 años".

-Usted vivió, prácticamente, la mitad de la historia del pugilismo argentino?

Más o menos, aunque el boxeo argentino se inició en el siglo pasado, dos ingleses que llegaron al país. Luego se prolonga con Jorge Newbery, hasta que florece. Con el tiempo aparece Luis Angel Firpo y sacude el edificio, porque era una actividad prohibida en Buenos Aires. A raíz de lo de Firpo fue autorizado otra vez. Es toda historia con mil vericuetos, y a mi tocó vivir una buena parte de ella presenciando a valores y no valores.

-Qué definición haría del boxeo?

Bueno, la gente que habitualmente dedicada a las ciencias, por hacer mala comparación, huye de las definiciones, prefiere una aproximación. En este sentido prefiero tomar slogan que fue mendocino durante mucho tiempo, "el boxeo era el arte defensa y la ciencia del ataque". Lo primero queda muy poco, y el concepto del ataque está mal utilizado, mal sostenido y mal practicado. Llevó a que tengamos una generación de aporreadores que desnaturalizaron esos viejos conceptos.

-¿A qué se lo atribuye?

Ha cambiado tanto el boxeo de aquellos años que hoy, por ejemplo, internacionalmente hay cuatro cinco figuras, presidida por De La Hoya, que son dignas de mención en diálogo sobre este tema. En el país muy pocas y creo que el futuro es bastante oscuro, sobre todo por un fenómeno, del que el deporte no es ajeno, y es por la vida que se vive.

Los chicos salen a bailar en la madrugada, toman muchísimo, fuman, además de cigarrillos, otras "yerbas". El boxeo, que es una profesión, un oficio, refiero a la actividad rentada, hace que los hombres no estén preparados para lo que exige este deporte.

Ustedes tienen un caso, el pugilista de mayor futuro sobre el que me preguntó toda Mendoza (en alusión a Pablo Chacón). Es un chico al que peligrosamente están endiosando y todavía le falta. Le falta aprender, le falta madurar. En su conducta se trasluce una época.

Ya subió a la balanza y perdió un título por estar fuera de peso. Es decir, esto no es lo que era y no sé si va a recuperar aquellos valores. Tengo muchas dudas.

-¿Se perdió en cierta forma el lirismo?

-Recuerdo a una gran figura, conocida por su actuación escénica, Pedrito Quartucci. El, que fue un gran boxeador aficionado y profesional también, aunque de breve trayectoria porque el teatro lo convocaba mucho más, me decía "nosotros combatíamos en representación del club y nos regalaban un banderín y, a veces, un café con leche y ensaimada. Esos eran nuestros pagos". Me lo decía siendo presidente de la Casa de Boxeador.

-¿Qué pasa hoy con los presuntos amateurs?

Quieren dinero. Apenas se mueven un poco en el gimnasio quieren pelear. Luego de hacer preliminares, semifondo, fondo, porque le van pagando cada vez más. Después quieren ser prematuros profesionales y esto termina con muchas ilusiones truncas y a veces con la salud tronchada.

-¿Usted llega al periodismo por su pasión por el boxeo?

-De ninguna manera, yo soñaba hacer un periodismo de corte social, pero no me quisieron publicar un primer artículo que presenté sobre la infancia abandonada, la infancia delincuente. Fui premonitorio por todo lo que vendría después. Pero como me querían muchoen el diario El Mundo, donde trabaja como obrero gráfico, me tomaron de las orejas y me llevaron a la redacción y me dijeron, “hasta que no pueda hacer lo que quiera, haga deportes”.

Empecé a hacerlo y al año de escribir tenía un programa en televisión y dos en radio. Sin buscarlos, sino que me buscaban porque decían que había introducido un estilo nuevo, un lenguaje diferente.

-¿Y a través de ese "castigo" apareció su vocación por el box?

-Ni más ni menos. En esto de conocer al boxeo, tuve un gran maestro y profundo amigo en Mendoza, don Carlos Suárez. También a Pedro Cuggia, salteño él. Fue otro maestro extraordinario que escribió el libro Secretos del Ring, una joya preparada para que el boxeo fuera otra cosa de lo que es hoy. Pero los tiempos y sus mudanzas, los estilos de vida, la premura por cumplimentar un acto de fe ante ese único dios sin ateo que es el dinero ha descartado formas de entrenamientos, estilos, escuelas y comprensión.

Ahora, el boxeador se entrena cuando le anuncian que tiene una pelea, no vive para el entrenamiento, que es lo aconsejable. Entonces, cuando le dicen "ahora" está excedido de peso, con los músculos adormecidos, pero corriendo detrás de paga, sin darse cuenta que lo que está en juego es algo más que el dinero y los trompis que le pueda aplicar al rival.

-¿Cuál fue el boxeador que se quedó pegado en las retinas?

-He visto mucho boxeo filmado. lo más grande que hubo en el mundo me quedo con el boxeador considerado la máxima figura de la era moderna, que fue Ray “Sugar” Robinson. Entre los pesos pesados me quedo con Joe Louis y de la Argentina, sin ninguna duda, lo sostengo desde hace mucho tiempo, con Pascualito Pérez.

Era de excepción este piquillín mendocino. En fin, son las figuras que más me han gustado por su estilo, envergadura, forma, temple y todos atributos que se necesitan en boxeo: tesón, valentía, etc.

-¿Vale una comparación del boxeo hasta los cincuenta y el actual?

-Creo que para comparar hay que poner a los hombres en el mismo tiempo y esto es imposible. Algunos me decían que Cassius Clay era mejor que Joe Louis. Sostenían que si enfrentaran, seguro que ganaría segundo. Yo les contestaba, si Louis se adaptara a esta época y Alí a aquella, habría que verlo, pero esto es imposible.

Me gusta más valorarlos por la técnica que dominaban, los resultados que conseguían por pensantes, por bien entrenados y por dominadores de la biblioteca, pero repito, comparación es imposible.

-En este decaimiento, ¿influyó falta de grandes maestros?

-Voy a usar un término que espero no ofenda a nadie, ya que hay muchos susceptibles en este ambiente. Creo que hay más "gana panes" que técnicos. Quienes están más preocupados por el resultado económico que produzca cada uno de sus pupilos, que por lo que sus pupilos aprendan. Creo que se ha impuesto la ley del “tírese después de usado”, que es muy lamentable.

Porque esto, sobre la base de todo lo que hemos censurado, hace que aparezcan figuras de un pasar casi fulmíneo, casi meteórico. Duran un lapso muy reducido y desaparecen. Luego se busca a otro y así sucesivamente.

Entrenadores quedan muy pocos, directores técnicos también, y segundos que entiendan lo que es manejar a un boxeador durante el desarrollo de una pelea, menos todavía.

Todas esta valoraciones, compartidas o no, tienen una fundamentación casi social para Ulises Barrera, porque aquella nota que nunca publicó diario El Mundo está vigente en cada uno de sus juicios en defensa del boxeo, que es defender al boxeador, tan emparentado con lo registró en aquel papel que nunca salió a la calle.

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