Brasil es el gran destino para exportaciones argentinas. Éstas crecieron desde U$S 750 millones en 1980 hasta los U$S 17.000 millones en 2012.
Explicaban el 5% del total en 1980 para saltar al 20% en 2012. Consecuentemente, Brasil creció como proveedor en nuestras importaciones, con un récord de U$S 21.000 millones en 2011.
Pero recientes años de dificultades económicas retrajeron el intercambio bilateral (la Argentina le exportará en 2017 unos U$S 9.300 millones y le comprará unos U$S 14.000 millones). Sin embargo, la recuperación económica brasileña ya se ha iniciado (se prevé 0,7% de alza del PBI este año y 2,3% el próximo). Brasil explica casi 2,4% del producto mundial, e importa U$S 140.000 millones en bienes y otros U$S 62.000 millones en servicios (2016).
El Mercosur nos beneficia con preferencias arancelarias (ante el elevado arancel promedio brasileño de 11,7%), lo que permite que desde nuestro país se le exporten unos 2.000 productos: más de la mitad de los exportadores argentinos venden en Brasil. Pero aquella es una economía poco abierta (según Banco Mundial, con importaciones que sólo equivalen a 12% del PBI, es una de las más cerradas del mundo), lo que supone que la Argentina podrá incrementar sus ventas por los beneficios de la alianza, pero a la vez deberá agudizar virtudes competitivas para acceder a una economía en medio de reformas estructurales profundas.
La internacionalización de Brasil crecerá, especialmente a través de sus multinacionales (32 de las principales 100 multilatinas son brasileñas). La 8ª economía mundial será la 5ª en 30 años, y aun en crisis recibió más de U$S 50.000 millones de IED en 2016, cuando era considerado el 6° receptor en el mundo. Tiene, según la CEPAL, el mayor capital de innovación con relación al PBI en la región (25%).
Hay para la Argentina grandes oportunidades: Brasil es un gran importador de bienes intermedios, pero en particular lo es de automóviles (el principal componente de las ventas argentinas a ese mercado), piezas y repuestos, petróleo, medicamentos, químicos, fibras sintéticas, pescados, instalaciones eléctricas, lácteos, trigo, papel o botellas.
La Argentina tiene grandes chances de mejorar su acceso en alimentos elaborados, máquinas y aparatos, cereales, químicos, plásticos, caucho y metales y sus manufacturas, entre otros. Pero para el acceso a este gran mercado, o para llegar en conjunto a terceros mercados, requiere de mayores exigencias que deben ser enfrentadas.
Las empresas argentinas deberán prever, pues, el desarrollo de atributos competitivos específicos, entre los que pueden destacarse los siguientes cinco elementos: arquitecturas vinculares con socios (más que clientes) brasileños; desarrollo de inteligencia y conocimiento en productos y estrategias; innovación para adaptarse a un mercado dinámico; generación de reputación (marcas, certificaciones, trayectoria, alianzas que transfieren prestigio); y marketing estratégico integral en el que se logre no ya la promoción sino la inserción múltiple para la internacionalización de empresas, más que de productos.
CC