Gramática, gramático, academia y academio - Laura Antún

Mientras la RAE pasa una absurda discusión lingüística exigida por la política, miles de mujeres son explotadas, humilladas, y maltratadas.

Gramática, gramático, academia y academio - Laura Antún
Gramática, gramático, academia y academio - Laura Antún

El célebre escritor Arturo Pérez-Reverte prometió por Twitter que renunciará a la Real Academia Española (RAE) si avanza la iniciativa de la ministra española de Igualdad, que tiene en mente "traducir" la Constitución del país a un "lenguaje inclusivo" y "no sexista".

Carmen Calvo, la titular de la cartera creada por el presidente Pedro Sánchez, exige que en vez de "españoles" se escriba "la población española", como si este fuera el tema central para acabar con el sometimiento de millones de mujeres en todo el planeta, y que la RAE empiece a avalar la iniciativa y a cambiar términos del castellano en su diccionario, columna vertebral del castellano.

¿En lugar de la Constitución se dirá el Constituciono? ¿Qué pasará con la igualdad, la felicidad, la ley -el leyo-, la justicia -o el justicio-? ¿Y la crisis, la abundancia, la familia? ¿La tendremos que llamar el familio para ser igualitarios?

Es que mientras la pelea gramatical -calificada como "absoluta barbaridad" por el catedrático y premio Nacional de Historia Fernando García de Cortázar-  no para de crecer y se apodera de las noticias, proliferan las redes de explotación sexual de latinoamericanas desesperadas por encontrar un destino mejor en España.

¿Qué está ocurriendo que en lugar de prestar atención a esas mujeres, que dejan atrás hijos y familiares para mandar euros y acaban sometidas, se discute si se debe decir alegría o alegrío, congreso o congresa, salchicha o salchicho? ¿Es que los políticos del planeta entero sufren el mismo síndrome y se mudan a un anillo de Saturno cuando asumen en sus cargos?

Ayer se desarticuló una red que prometía un futuro mejor a sudamericanas y acababa sometiéndolas a la más espantosa esclavitud. Hubo 23 detenidos, aunque se cree que la banda tiene cientos de miembros y la noticia quedó perdida, no logró ser Trending Topic y no despertó acalorados debates.

Si querían seguir vivas, debían prostituirse, en algunos casos con clientes "vip", que a lo mejor después se sientan a discutir con Calvo si se debe decir gente o gento, historia o historio.

Según los policías españoles implicados en la operación -que sí viven en la realidad de la calle-, las venezolanas, dominicanas o paraguayas que se fueron detrás del sueño europeo eran obligadas a cumplir jornadas de hasta doce horas diarias, que podían aumentar cuando algún cliente así lo requería, con un mínimo de tres encuentros sexuales al día.

Los explotadores fijaban los precios por los servicios, se quedaban con la plata en concepto de "alojamiento" y abusaban de las inmigrantes, tentadas en sus países de origen con un futuro prometedor en el "primer mundo".

La investigación comenzó porque una de ellas logró escapar del cautiverio y denunció todo.

No porque la política, los políticos, los ministros, las ministras, los funcionarios o las funcionarias se ocuparon del tema, a pesar de que quien camine por calles de muchas ciudades europeas verá a esas mujeres de caras tristes, desesperadas, algunas llorando, visiblemente sometidas, pidiendo auxilio con la mirada.

Ellos no lo vieron.

Ellos estaban discutiendo sobre gramática, instalando un tema que se apoderó de las redes sociales y que no hace más que sacar de foco la verdadera lucha contra la esclavitud, el sexismo, el abuso y la vulnerabilidad de miles de jóvenes -o jóvenas- a las que los cambios gramaticales no les cambiará la vida.

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