A 40 años de haber sido coronada Reina Nacional de la Vendimia 1977, Graciela Cristina Ortega hace un repaso de lo que fue su experiencia, las diferencias más notables con las soberanas de hoy y su amor por la fiesta máxima de los mendocinos.
La bella morocha, que tenía 18 años por entonces, representó a General Alvear y logró alzarse con el cetro tras obtener 131 votos, siendo hasta hoy la representante que más sufragios alcanzó en la elección nacional. En segundo lugar, con 100 sufragios, quedó Miriam Noli, de San Rafael.
Con un equilibrio entre el orgullo de haber llevado esa alegría a su pueblo y la modestia de una mujer que creció en una finca, Cristina -como la llaman quienes mejor la conocen- reconoce que hasta hoy los alvearenses la siguen viendo como “la Reina”.
No obstante, asegura que nunca pensó en participar como candidata en la Vendimia, pero como para su papá era importante, quiso “darle el gusto” a modo de “homenaje en vida”.
Hoy tiene 58 años y se desempeña como docente en el Colegio de Capacitación Laboral Carlos Obligado y en la Misión de Cultura Rural del distrito Carmensa, a 22 kilómetros de la ciudad cabecera del departamento.
-¿Viviste siempre en General Alvear?
-No, en el ’89 me fui a Buenos Aires para hacer unos cursos que duraban 6 meses y me terminé quedando 6 años, porque entré a trabajar en una empresa alemana de cosméticos capilares. Mi hermano siempre me insistía para que volviera y al final se juntó todo: me convenció, yo extrañaba y tenía ganas de volver a ver el sol. Así que volví.
-¿Te casaste?
-No, ni me casé ni tuve hijos. He sido bastante rebelde con los mandatos sociales (risas). No te voy a decir que no me hubiera gustado tener hijos, pero no fue algo que me preocupara. Tengo 5 sobrinos que son un sol y disfruto de mi familia como todo el mundo.
-Después de tu reinado, ¿has participado en las actividades de Vendimia?
-No he llegado a ser parte de Corenave (Comisión de Reinas Nacionales de la Vendimia), a pesar de haber estado en contacto siempre con Josefina de Pietro (Reina Nacional 1946 y presidenta de la misma en muchas ocasiones). Ella me llamaba, me invitaba a todas las actividades, siempre pendiente de mí; por eso yo la quiero un montón, como a una especie de madre.
El tema es que vivo lejos y se me hace difícil participar por la distancia y por una cuestión económica. Pero desde que volví a Mendoza he ido a la Fiesta y las actividades de ese fin de semana todos los años, aunque éste no estaré. Las chicas que están ahora en la Comisión también son divinas.
-¿Cuáles son las mayores diferencias que notás entre el rol de la Reina de antes y el actual?
-Es todo muy diferente. Hay muchos que creen que miro para atrás y que me quedé con mi reinado de hace 40 años. Las Reinas de antes estaban más en contacto con la vendimia y la agricultura.
Ahora es más bien un evento social y parte de un circuito turístico. No digo que esté bien o mal, pero la Vendimia ha superado eso del trabajo de la tierra.
Además, nosotras lo que teníamos que hacer era representar a la Vendimia y participar de los actos oficiales. De la solidaridad no se hablaba, a lo sumo íbamos a una escuela.
-¿Te tocó viajar?
-Yo viajé bastante por todo el país, porque en ese momento era muy difícil viajar afuera. Tené en cuenta que era 1977 y estábamos en pleno proceso militar.
-¿Cómo fue ser Reina en ese contexto?
-La verdad es que a mí nunca me dijeron nada. Yo decía en todas las entrevistas que escuchaba a Serrat y que leía a Neruda y jamás me comentaron nada. Yo sabía que pasaban cosas, pero muy por encima. El primo de un amigo mío estuvo desaparecido y después lo soltaron. Pero, aunque yo hablaba con él, no contaba nada de lo que vivió.
-Si bien te criaste en una finca, ¿trabajaste en ella?
-Sí, como todos los que vivíamos ahí. Hacía de todo, menos podar, atar y cosechar. Por eso para mí la Vendimia significa la culminación de un año de trabajo en la tierra que hacen los agricultores.
-¿Tus sobrinas te han dicho algo de querer ser Reinas?
-Las dos están muy copadas con el estudio. Son muy lindas y podrían ser representantes perfectamente, pero están enfocadas en sus carreras.
-¿Los alvearenses te siguen reconociendo?
-Sí, para ellos sigo siendo ‘la Reina’. El día que volví al departamento, después de la elección, estaba todo el mundo en la calle. El carro iba a paso de hombre, me subí a las 8 en una estación de servicio de la entrada y llegué a la plaza a las 23.
Pero yo tenía claro desde entonces que el reinado duraba un año y que después tenía que volver a mi vida normal, a trabajar y estudiar.