Gonzalo Peñalva, empresario todo terreno

Administra los locales de su empresa tanto en Mendoza como en San Juan y además disfruta de los deportes. Pertenece a la tercera generación de la familia que creó uno de los negocios más tradicionales de nuestra provincia.

Gonzalo Peñalva, empresario todo terreno
Gonzalo Peñalva, empresario todo terreno

Gonzalo Peñalva nos recibe en una de las sucursales de su empresa, The Sportsman. La entrevista se pauta para el mediodía y apenas ingresamos en su negocio se encuentra cerca del mostrador dialogando con un cliente. De impecable traje gris accede a cada uno de los pedidos de nuestro fotógrafo para tomar las imágenes que luego ilustrarán esta nota. A los pocos minutos comenzamos nuestra entrevista, mientras el encargado del local nos ofrece una copa de champán.

-¿Cómo nació The Sportsman?

-El creador fue mi abuelo, un inmigrante español que se vino a la Argentina con muy poco. El 24 de setiembre cumplimos 93 años y la empresa sigue perteneciendo a la misma familia fundadora. Ellos empezaron con un socio. El primer local se abrió en San Juan en 1919 y al poco tiempo se instalaron en Mendoza.

-¿Cuándo empezaste a trabajar en la empresa?

-Yo empecé en 1987 y en esa época quien estaba en la conducción del negocio era mi viejo, Andrés “Chacho” Peñalva. En ese momento había aprobado dos materias en la carrera que estudiaba, que era Ciencias Económicas. Entonces llegué de rendir y le di dos noticias. La primera, era que había aprobado; la segunda, que no iba a estudiar más. Todavía me faltaban dos años para recibirme y sentía que no me gustaba. Tenía muchas ganas de empezar a trabajar en el negocio.

-¿Qué hacías cuando arrancaste?

-Al principio estaba en el depósito y ordenaba. Después, en la sección créditos. Fui pasando por todos lados. Hice de todo: desde ordenar las corbatas en adelante. Lo que quería mi padre era foguearme para este negocio. Con el tiempo me empezaron a llamar para hacer las compras y me fui metiendo más en ese tema.

-¿Siempre quisiste trabajar en The Sportsman?

-Sí, totalmente. Desde muy chiquito quise trabajar acá. Siempre lo tuve muy claro.

-¿Cómo eran esos días en el negocio?

-Yo me crié en el viejo The Sportsman de avenida San Martín y Entre Ríos. Siempre recuerdo a mi abuelo en ese negocio. La verdad es que soñaba con trabajar ahí.

-¿Cuál es tu rol hoy?

-Hoy estoy en la conducción de la empresa. Mi papá sigue yendo todos los días a la oficina. Él es una persona súper informada y de consulta permanente. Día a día me recorta todos los artículos que pueden llegar a servirme, de todos los diarios de la provincia. Además tenemos contacto permanente por mail. Él tiene 77 años, pero está muy bien.

-¿La empresa creció mucho a partir de la década del 60'?

-En esa época comenzó a trabajar mi padre y le dio otra visión al negocio. Sobre todo a través de la publicidad. Él, junto a un pariente nuestro que se llamaba “Yoyo” Giudice, hicieron las famosas publicidades de The Sportsman de televisión y avisos de diarios. Eso fue una “bomba” y, sin dudas, la época de mayor crecimiento de la empresa.

-¿Cuáles eran sus competencias de esos tiempos?

-Hoy no queda casi ninguna. Pero en ese momento había muchas tiendas y muy reconocidas. Estaban: El Cóndor, Modart, Muñoz, Cervantes, Ñaró. Había una competencia muy fuerte. Pero claro, el tema siempre es perdurar. Para eso hay que tener conducta. Este país es muy cíclico con sus crisis, pero nosotros estamos hace mucho en esto y sabemos que puede haber años malos y buenos. Detrás de esto hay una historia, una marca, mucha gente que incluso se ha jubilado trabajando para nosotros. Lo nuestro es esto y seguimos adelante, es lo que sabemos hacer.

-¿Cómo era el mercado de Mendoza de hace algunos años y como está hoy?

-Hace 50 años, por lo que cuenta mi padre, los clientes hacían compras casi semestrales. Venía la familia que había cosechado y compraba todo en cantidad. Todo eso quedaba en cuenta corriente y sin ninguna garantía. Se movían grandes volúmenes y se pagaba todo en cuotas, porque no había inflación. Actualmente es totalmente diferente.

Hoy vendemos si tenemos buenas promociones con tarjetas de crédito y por supuesto no hay cuentas corrientes. En 1994 con el efecto tequila, por ejemplo, teníamos muchas cuentas pero por la crisis nadie nos pagó. Fue muy complicado. Antes era otro mundo, en todo sentido. Para comunicar había sólo dos canales de televisión y dos diarios. No había cable, ni vía pública, ni control remoto. Nosotros sabíamos que poníamos un aviso en Los Andes y lo veía todo Mendoza.

-¿Y cómo era la moda de esa época?

-Había trajes grises, sombreros, camisas blancas y un par de corbatas.

-¿Cómo hacés para mantener el negocio a la vanguardia, luego de más de 90 años en el mercado?

-En esta parte tengo una buena herencia de costumbres de mi padre. Yo viajo, como mínimo, dos veces al año al exterior para ver y comprar. Además me fascina el tema del servicio y la nueva tecnología que hay en los locales. Además estamos suscriptos a revistas especializadas. Pero el tema de los viajes es algo fundamental en nuestra filosofía de negocio. Generalmente adaptamos, todo lo bueno que vemos, a nuestro mercado.

-¿Todavía extrañan el viejo local de San Martín y Entre Ríos?

-Nos fuimos de ese local porque empezamos a ver que la zona no era para nuestro negocio. Además por un tema societario. Nosotros con esa venta, reacomodamos y pagamos a varios socios. Eso nos permitió quedarnos solos en el negocio.

-¿Originalmente vendían sólo trajes?

-Nació como una sastrería y en esa ápoca también era muy fuerte el tema de niños. A partir de los 70’ empezamos a traer ropa más sport. Levi's fue una de esas marcas. Hoy tenemos de todo. Muchas marcas de primer nivel.

-¿Hay algunas prendas que no se venden en tus negocios?

-Sí, hay cosas que no vendemos. Cinturones blancos, zapatos con suela de goma para usar con traje o zapatillas blancas, acá nunca van a encontrar. Esto es parte de un estilo. Incluso hay modas que dejamos pasar porque no nos gustan.

Tiempo de Dakar

-¿Cómo fue la experiencia de correr el Rally Dakar?

-Siempre fui un enamorado de todo lo que tenga motor pero básicamente lo mío era manejar autos. Corrí muchas carreras e incluso estuve en la primera competencia de jeeps que hubo en Mendoza, en  1985. Incluso competí en Chile, en Reñaca, en 1985, ganando una carrera importante. Yo tenía un “cacharro” y le gané a varias camionetas importantes. Mi padre me decía que me dedicara a los autos que era lo mío (risas).

-¿Pero el sueño era el Dakar?

-A mí el Dakar me apasionó desde siempre. Leía sobre el tema y lo seguía mucho. Cuando vino a Argentina en 2009 fui a verlo pasar y empecé a creer que correrlo era posible. Después empecé a ver los números para participar en autos y me di cuenta de que era imposible. En ese momento surgió la posibilidad de correrlo en moto. Yo había empezado a hacer enduro hacía unos diez años y me gustó el desafío. Al tiempito hicimos el famoso grupo de “La Legión de Mendoza” junto a Seba Halpern, Lucas Lambertucci, Edu Pulenta y Dani Merlo y nos decidimos a correrlo en 2011.

-¿Y cómo fue?

-Yo no lo podía creer, pero arranqué y largué el Dakar. Fue un Dakar corto, estuve pocas etapas. Un error de novato me costó quedarme afuera y una fractura en mi muñeca izquierda. Me llevó mucho tiempo asimilar ese error. Al año siguiente intenté correrlo nuevamente, pero me quebré un pie bajando la moto de la camioneta. Eso fue en setiembre de 2011 e hizo que me quedara afuera del Dakar de este año. Desde ese día no me subí más a una moto y no creo que vuelva a hacerlo. Pero la experiencia del Dakar fue fantástica. Lo importante creo que fue poder darme el gusto de estar entre las personas que han corrido esta gran carrera.

-¿Qué es lo que más disfrutás de tu día a día?

-En el trabajo, en la Argentina de hoy, es complejo disfrutar porque hay muchos inconvenientes. Disfruto estar con la gente con la que trabajo y de tenerlo a mi padre, que este año estuvo complicado de salud, pero hoy está muy bien, siempre con proyectos y ganas de seguir creciendo. Además soy un amante de mi familia y amigos.

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