Lo aprendimos casi de golpe: la crisis de la industria discográfica tras la aparición de Internet desencadenó una revolución en las prácticas de distribución de música y, casi sin darnos cuenta, los soportes físicos que conocimos hasta ahora bajo las formas de vinilo, cassette, y CD desaparecieron para dar lugar a plataformas virtuales desarrolladas a través del streaming, esto es, la reproducción de canciones sin tener que esperar su descarga.
En este contexto, Spotify y YouTube coparon la parada y se convirtieron en gigantes casi ineludibles a la hora de escuchar música. Pero son tiempos vertiginosos, y de un día para el otro todo puede cambiar. Así fue que un grupo de mendocinos, con el músico y productor Gonzalo Elizondo a la cabeza, decidieron crear Microdiscos, un proyecto a través del cual el viejo concepto de álbum se acota a una brevedad acorde al consumo fugaz de estas épocas.
"Creo que a esta altura el formato físico es una suerte de pérdida de tiempo, se gasta un dineral en fabricar algo y no todo el mundo tiene los reproductores para escucharlos", sostiene Gonzalo, baterista de los Coholins y productor afincado en Buenos Aires.
"Por eso decidimos que toda la distribución de Microdiscos fuera digital. La idea es que cada persona lo escuche a través del medio con el que disponga, entonces los sacamos por Bandcamp, Soundcloud, Spotify, iTunes, YouTube, todas plataformas virtuales tanto de uso gratuito como pago, la idea es compartirlo. Seguramente hay más gente con celulares que con reproductores de CD".
"Micro Discos es un dogma y un sello discográfico destinado a la grabación, producción, difusión y comercialización de obras musicales, a través de plataformas virtuales", cuenta una leyenda en la página www.microdiscos.com.
Y continúa: “El objetivo principal de este dogma es revalorizar la escucha de discos, adaptándolos a los tiempos que dispone la sociedad en el siglo XXI. La forma para cumplir dicho objetivo se lleva a cabo a través de la creación de obras musicales originales que cuentan con una duración máxima de diez minutos, conformadas por micro canciones, que se rigen según reglas específicas de grabación y producción, buscando retratar a través de estos procesos la autenticidad de la música”.
De esa manera ya editaron siete discos, obras de los mendocinos Peluqui, Chimba, Nicolás Voloschin, Juampi DiCésare y Monotoro, Los Coholins, Leandro Lacerna y Mariano DiCésare, siete obras tan mínimas como conceptuales que recorren un abanico de estilos que van de la psicodelia al folk o el rock más pesado, todo a través de canciones que, por dogma, no pueden durar más de un minuto.
El próximo lanzamiento del sello será un microdisco doble con veinte artistas no sólo de Mendoza sino también de La Pampa, Corrientes, San Juan, Buenos Aires, Córdoba, San Juan, Chile y Uruguay, todo a través de solistas y bandas nuevas como Vúmetro, Agustina Paz, Yacaré Manso, Levare o La Ola de Hokusai.
–¿Cómo surgió la idea dek sello?
–En 2015 me crucé en un viaje a Mendoza a Peluqui, cantante de Las Cosas que Pasan. En ese momento él estaba tocando en Lavando Fulton y quería hacer un disco solista, y charlando surgió la idea de hacer algo corto, un disco de diez canciones en diez minutos.
Al tiempo nos fuimos a una cabaña en Tunuyan y grabamos la mitad de lo que terminó siendo el primer microdisco, y nos entusiasmó tanto que ahí en la montaña decidimos transformarlo en algo que llevara a producir microdiscos en serie, con el objetivo de revalorizar la escucha de discos.
Eso sumado a que con los Coholins estábamos haciendo la preproducción de un disco para el que había compuesto diez canciones con estrofa-estribillo, y con el tiempo se convirtió en otro microdisco. Creo que la limitación abre la creatividad y propone un juego donde cada uno busca alternativas distintas a lo que está acostumbrado a hacer.
–Todas las bandas del sello son mendocinas, ¿es algo que se dio o es parte de la idea?
–Se dio por una cuestión de cercanías, pero una vez que creció la idea se hizo más grande. De hecho este año vamos a sacar un microdisco doble, o sea, dos microdiscos donde trabajamos con veinte artistas de todo el país y de Chile y Uruguay.
Me asocié con Leandro Lacerna y Ariel Larrondo y Luis María Cabezas, y entre los cuatro seleccionamos a veinte artistas de los que estamos produciendo microcanciones que deben durar cincuenta y cinco segundos como máximo. Todos viajaron para grabar in situ porque nos interesaba la interacción y no que fuera por mail.
–¿Y cómo ves esta escena de rock mendocino que logró posicionarse a nivel nacional?
–Hace unos años en Mendoza había una quietud que hoy en día está borrada. Hay una energía muy positiva en todas las generaciones de músicos jóvenes, desde los de dieciocho hasta los de treintaipico: nos cruzamos, hablamos, compartimos música, escuchamos lo de uno y el otro...
Me parece que esas cosas son las que alimentan una escena, las que resultan un puntapié inicial para que la música trascienda, y creo que toda esta energía ha hecho que Buenos aires, con toda su escena artística tan importante a nivel mundial, haya empezado a girar la cabeza hacia Mendoza.
También ayudó la manera en que avanzaron las comunicaciones por Internet, creo que se juntaron la tecnología y la energía del prejuicio superado entre generaciones de músicos que nos estamos vinculando en otro nivel, cosa que hace algunos años no pasaba.
Hoy cada vez que vuelvo a Mendoza lo disfruto, es algo que nos deja a todos felices, hay mucho respeto y mucho laburo, gente preocupándose porque lo suyo esté bueno y sea real: me parece que esta es una época fabulosa en Mendoza.
