Hay un hilo conductor que une a dos golfistas. Uno es George Lyon, un canadiense que se consagró en St. Louis 1904 pero que cuando llegó a Londres para los Juegos de 1908 se enteró que no podría defender su título porque a último momento los representantes de Inglaterra y Escocia se negaron a ser parte del torneo en desacuerdo con el formato de la nueva competencia.
El otro es el británico Justin Rose, campeón del Abierto de Estados Unidos 2013, 12° en el ranking mundial y flamante vencedor en Río de Janeiro 2016. Entre los dos hay nada menos que 112 años de historia, el paréntesis que el golf debió esperar para volver a ser parte del programa olímpico.
En la cancha de neto corte australiano de Barra de Tijuca, Rose ganó luego de memorables 72 hoyos en un final tremendo frente al sueco Henrik Stenson, que quedó segundo y se adjudicó la medalla de plata. El bronce fue para el estadounidense Matt Kuchar.
Mientras tanto, Emiliano Grillo, que había llegado a la última vuelta con pretensiones serias de estar en la discusión por el podio, finalmente se quedó con un diploma por su octavo lugar con 277 golpes, al tiempo que Fabián Gómez, el otro argentino participante en el torneo, finalizó 15° con 279.
El chaqueño Grillo necesitaba al menos 66 golpes, cinco bajo el par, para soñar con el bronce en el arranque de la última vuelta. Y arrancó con todo porque en el 1 estuvo a punto de lograr un águila pero la pelota "coqueteó" con el hoyo y no entró. El birdie lo dejó en -7 para el total.
Mientras, Rose y Stenson empezaban a anunciar lo que finalmente sucedería: el oro se definiría entre los dos en un verdadero match play.
Mientras Grillo estaba en par al hoyo 6, su coterráneo Gómez, que había arrancado muy bien, entusiasmaba con su -3 para la vuelta al 11 y ya lo había alcanzado con -6 en el acumulado. El bronce quedó lejos.
