Goleada al ritmo de Messi

Lionel Messi, otra vez figura, fue el encargado de recuperar el romance entre los hinchas y el Seleccionado argentino. Un gol, dos asistencias y mil gambetas. Los ojos de todos los presentes, y los millones que lo vieron por TV, agradecidos.

Goleada al ritmo de Messi

Messi, el de las poesías más lindas, el de los versos más repetidos, volvió a enamorar en San Juan. Cuando el romance parecía haber llegado a su fin y los encantos de antaño parecían lejanos, ese pibe de la zurda repleta de musas, apareció dispuesto a recuperar lo perdido, justo cuando los sabios del bar recomendaban la retirada.

Como el Romeo de Shakespeare mirando al balcón de Julieta. Entre tantos abrazos, cuando apenas habían pasado 10 minutos, el miró hacia arriba, a las tribunas, en busca de ese amor que siempre está.

Anoche volvió a juntar una actuación más para ese film que un día será estreno.

No estuvo solo, es cierto. Banega fue el mejor compañero en ese primer pase que Mascherano a veces no utiliza con criterio. Y la rima fue otra. Hubo encanto, sabor a verso libre y desenfado. Y aplausos, porque los poetas también merecen el reconocimiento.

El 10 argentino, aprovechando que enfrente estaba la Colombia del maestro García Márquez, escribió una hoja para el goce de quienes amamos el realismo mágico del nacido en Aracataca.

Al ángulo puso ese tiro libre que dio en el travesaño y le agregó dosis de suspenso al relato. Y cuando las palabras van saliendo solas, el texto comienza a tejerse casi sin esfuerzo. Pratto, la mejor apuesta de Bauza en su ciclo al frente del seleccionado albiceleste, entendió como nadie hacia donde iba la letra de Lionel.

Y fue ahí a esperar un centro que llenó de nuevo las gargantas argentinas de gol. Iban apenas 22 minutos y había brillo en los ojos.

El capitán fue el primer comandante de la presión alta, del trabajo intenso cuando las palabras quedan en los márgenes. Y Colombia, sometida a los encantos del rosarino, apenas tuvo algo de rebeldía en las corridas de Cuadrado, aprovechando el espacio que dejaba Di María (el único que volvió a decepcionar) en su búsqueda ofensiva.

Sin embargo fue bien poco y Romero casi no tuvo trabajo en esa primera mitad. Esta vez las coberturas fueron otras y nadie quedó expuesto al mano a mano con que Brasil se floreó varias noches atrás en Belo Horizonte.

Colombia insinuó una mejor interpretación del texto que había entregado Pekerman luego del entretiempo, pero cuando volvieron a brillar Messi y Banega, otra vez volvió la superioridad albiceleste.

Otra vez hubo algunas gambetas picantes de Cuadrado para la visita, pero en el desarrollo colectivo, Argentina tuvo rendimientos notables.

La confianza es un bien que, cuando se recupera, puede ser repartido. Y Messi fue la principal fuente.  Enorme literato podría haber sido, pero decidió jugar con la redonda y desde esa gambeta indescifrable que rompe hasta las leyes físicas, desarmó a una Colombia sin argumentos ofensivos.

Tuvo tiempo de reescribir la historia del combinado dirigido por Bauza, que volvió a meterse en zona de clasificación, despejó fantasmas que en realidad no existen a pura gambeta. Una actuación de adjetivos destacados y asistencias memorables.

Messi, el pibe de la zurda que atrapa musas al vuelo.

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