El gran misterio y los innumerable interrogantes que se dieron después del traspaso de Méndez a Bernardi, comienzan a develarse con contundencia.
La transformación del Tomba está en marcha. Y de la mejor manera, dando pasos firmes y acercándose a la identidad que pretende su adiestrador.
El modelo 2017 que pone en cancha el técnico rosarino va mostrando señales muy positivas, más allá de los buenos resultados conseguidos: empate en Copa Libertadores ante el Mineiro, gran candidato del grupo, y las victorias frente a Rosario Central (como visitante) y San Lorenzo.
Está claro que este equipo no luce ni llena los ojos de fútbol como en otras épocas, pero tiene una virtud enorme que lo hace cada vez más fuerte. Y es que conoce perfectamente sus limitaciones y entiende cómo explotar al máximo las virtudes para exponer su versión futbolística en cancha.
Contra los brasileños el partido pedía una cosa y se armó un dispositivo a acorde, en Rosario la historia era diferente por las características de Central y el Bodeguero cambió a tiempo para ganar, mientras que ayer supo cómo contrarrestar el juego de los muchachos de Diego Aguirre y lastimar en los momentos justos del partido.
El mensaje desde el banco entra decididamente en la cabeza de los jugadores, y cada uno expresa con convicción lo que puede hacer mejor desde su lugar para potenciar el trabajo colectivo.
Como ante Atlético Mineiro y el “Canalla”, Lucas Bernardi sabía que frente a San Lorenzo no podía pelearle el partido de igual a igual porque hay una clara diferencia en cuanto a jerarquía e individualidades. Debían ser inteligentes y jugar el encuentro que más le convenía. El libreto le salió a la perfección y así minimizó al extremo cualquier tipo de superioridad rival.
Desde la idea táctica, lo pensado en la previa rozó la perfección.
Desde el principio la obra se puso en marcha con algunos retoques que resultaron determinantes. Pol Fernández se movió decididamente de volante por izquierda en la primera etapa, para explotar ese sector en el mano a mano con Angeleri, y ahí sacó ventaja por velocidad y manejo de la pelota ante un marcador que no tiene tanta respuestas físicas. Además con el aporte y las subidas constantes de Fabrizio Angileri.
De hecho el mediocampista llegó libre frente al arco para empujar el balón al arco y marcar la primera conquista del encuentro.
El laburo “sucio” quedó para Fabián Henríquez, mientras que Juan Garro se desdobló en una función que para muchos pasó desapercibida pero que fue clave. Tomó en la salida a Ortigoza y no lo dejó trasladar la pelota con tranquilidad, y además atacó el espacio libre junto a González entre Díaz y Caruzzo. Arriba Javier Correa hizo un trabajo descomunal para abrir huecos y pivotear con mucha precisión.
Participó del primer gol y a él le cometieron el penal que marcó Pol.
Puntos fundamentales de un Godoy Cruz que se llena de confianza y se abraza a un convencimiento que el camino elegido es el correcto.