Atravesar las paredes del salón implica dejar del otro lado cualquier problema. Poco a poco, el ambiente se impregna de melodías y ritmos que cambian y se combinan en armonía, al compás de instrumentos y notas capaces de trasladar a cualquiera hacia nuevos escenarios, allí donde la música es la gran guía y protagonista.
Y es que allí, en el pequeño espacio comunitario cedido por la cooperativa del barrio Pleno Sol de Godoy Cruz, en la esquina de Arturo Illia y Chile, los frutos del trabajo en equipo saltan a la vista. Tal como estaba pautado, antes de las 5 de la tarde, los integrantes de la Orquesta Infantil y Juvenil "Armando Pintos" llegan y se ordenan para poner a punto su instrumento. Se notan seguros, alegres y vestidos con la indumentaria adecuada para la puesta en escena de un nuevo ensayo.
Alistan sus partituras, se preparan y ni bien el director José Luis Martín (49) les da la orden con un simple gesto al aire con su batuta, comienza el espectáculo de flautas, trompetas, saxos y clarinetes que se unen, a su turno, con los acordes del bajo, el trombón, el resonar de la batería y el "tintineo" metálico de la cortina.
Es un instante; son minutos en los que, de la mano de la música de la banda, los sentimientos afloran. La emoción aparece en la melodía de “Alfonsina y el Mar”. Detrás, el panorama da cuenta de niños y adolescentes comprometidos con su labor, enfocados exclusivamente en interpretar partituras y tocar su instrumento, movilizados por ese nuevo mundo que les abrió la música.
Algunos, como Ramiro (9), se sumaron a la orquesta cuando la posibilidad de unirse llegó al barrio hace tres años. Otros, como Lucas Villegas (24), lleva trabajando junto a su director unos 15 años para mantener en pie a la banda que busca, ante todo, dar la posibilidad a los más jóvenes de aprender música con el compromiso que implica integrar una orquesta. "Nuestro mensaje a los chicos es que se sumen a la banda, porque nuestra idea es seguir creciendo", reflexiona Lucas, que toca el clarinete.
De hecho, una de las pautas que los más grandes ya han incorporado es que cuando ingresa un nuevo integrante, ellos también tienen la función de explicarle. Así, el funcionamiento es íntegramente autosustentable: sólo se necesita tener ganas de aprender. Las clases gratuitas se imparten entre semana en dos turnos (mañana y tarde), mientras que los sábados son los ensayos para los alumnos de ambos turnos.
Los instrumentos, como así también el costeo de gastos extra -como el seguro para cada estudiante- son conseguidos a pulmón. En la medida que pueden, algunas mamás y papás van comprando el instrumento a su hijo o hija, aunque la gran mayoría ha sido adquirido con el esfuerzo de años por José Luis.
Es que si bien este espacio fue creado en coordinación con la dirección de Niñez y Adolescencia (Dinaf) con la idea de brindar un espacio de contención, el director quiere que además la orquesta se eleve cada vez más en calidad. De hecho, desde hace casi tres años ha realizado al menos 30 presentaciones en escuelas, clubes y diversas instituciones con obras de tipo protocolar y universal (música de películas, tango, folclore y latinos).
Durante las clases y también en los ensayos y presentaciones, se ponen en juego numerosos aspectos que los niños y adolescentes necesitan como herramientas para la vida. “Es muy importante que los chicos se sientan contenidos, pero también deben desarrollar voluntad para estudiar, tener constancia, saber cómo presentarse en público”, explica el director, quien para sus alumnos es como “un segundo papá”.
La disciplina y el compromiso son pautas inalterables para que el resultado sea óptimo. De hecho, cuenta José Luis que el objetivo del proyecto es enseñarles pero además aferrar valores, como la solidaridad y el compromiso con el prójimo.
“Ellos son artistas y como tales saben cómo desenvolverse. Deben estar preparados para estar en un escenario o en un futuro -por qué no- animarse a vivir de la música”, reflexiona el director luego del ensayo que incluyó un repertorio variado: música de películas (“Piratas del Caribe”, “Spiderman” o “James Bond”), ritmos latinos, rock nacional y hasta la “Marcha de San Lorenzo” se escucharon en el humilde salón de piso de cemento.
Orgullosos y agradecidos por el crecimiento logrado, Abril Prado (13), Víctor Arroyo (28), Cristian Alonso (26), Lorenzo Rosales, Julieta Rossi (17), Luna (11), Abigail (13) y Lucas Lima (15) coinciden en destacar el apoyo incondicional y la vocación demostrada por su director. “Este proyecto nos ha dado una gran posibilidad de crecer en la música pero también en la vida, hacer amigos y pasar buenos momentos”, destaca Lucas.