Días pasados se volvió a hablar de la inexplicable demora que sufre la prolongación de la calle Godoy Cruz, en la ciudad de Mendoza, entre las arterias Perú y Tiburcio Benegas, para unirse en este último punto con Roque Sáenz Peña.
Ocurrió durante la presentación del proyecto municipal de urbanización del vasto predio del ex Ferrocarril General San Martín (22 has), en lo que genéricamente podríamos denominar la ex estación Mendoza.
En el anuncio de ese gran master plan para modificar la zona comprendida entre las calles Perú, Tiburcio Benegas, Las Heras y Suipacha, se aseguró, sin detalles, que la prolongación de Godoy Cruz se iba a materializar y también lo prometió, para este año, el titular de la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE). Lo cierto es que esta apertura viene postergándose desde mayo de 2011, cuando el ex intendente Víctor Fayad anunció el comienzo de tareas con destino a la habilitación de la arteria hacia el oeste, lo que permitiría mejorar las condiciones de vida, comerciales y de seguridad de ese sector. La noticia fue muy bien recibida por los vecinos que allí residen.
Desde el comienzo hubo resistencia de los gremios ferroviarios porque en los terrenos en consideración todavía están instalados y funcionan talleres de reparaciones de máquinas y vagones. Los sectores gremiales del riel sostienen que permitir el paso de la arteria por allí afectaría las tareas que se realizan en las instalaciones. Precisamente en ese punto al que se llegó, funciona una playa de maniobras.
Trasladar estos inmuebles a Palmira fue una posibilidad, que no se concretó por sus costos.
Lo cierto es que la obra vial comenzó y llegó hasta el punto donde los ferroviarios cruzaron material rodante para impedir la continuación de los trabajos. Y otra vez fue categórico el titular de la Unión Ferroviaria de Mendoza, Carlos Sosa, al señalar a nuestro diario: "Hasta que no nos hagan un taller de similares condiciones a los que tenemos, nos seguiremos resistencia para proteger las fuentes de trabajo". El argumento es que allí trabajan cerca de 200 operarios, aplicados en la reparación de los trenes que utiliza el sistema Belgrano Cargas.
Hoy las obras están paradas y ni la Municipalidad de Capital ni la unión de empresas que tienen adjudicada la apertura, pueden pasar, y la conexión hace tiempo debió estar terminada.
Pensamos que tendría que imponerse un espíritu de colaboración entre el Estado (provincial/nacional) y los sectores ferroviarios, y alcanzar una solución que satisficiera a ambas partes. La continuación de la calle ayudaría mucho a dar fluidez vehicular en el microcentro, ya que daría una opción más a la vinculación oeste-este, descongestionando otras arterias de las inmediaciones, muy complicadas por la intensidad del tránsito.
No hay que olvidar que muy pronto serán entregadas las 1.009 viviendas que el plan Procrear construyó al norte de la calle Suipacha, y por ende los usuarios motorizados se elevarán en una gran proporción en el área, amén de todos automovilistas que vienen de Las Heras por Boulogne y buscan conectarse con la ciudad.
Además, debería impedirse la judicialización del caso, situación que seguramente extendería más los plazos para conseguir un progreso urbano muy necesario. Hay soluciones de ingeniería que se podrían aplicar y que permitirían cortar el tránsito y posibilitar las maniobras de ingreso de máquinas y material rodante al complejo ferroviario, pero tampoco esa opción ha podido destrabar la férrea negativa de los sindicatos.
Es de esperar que los diálogos propiciados por el gobierno permitan zanjar esta dificultad que, de manera concreta, atrasa el crecimiento y el mejor desarrollo de la ciudad.