Mauricio Macri asumirá las riendas del país el próximo 10 de diciembre con un grado de fortaleza política que podría calificarse de moderado dado que si bien no podrá aspirar a la hegemonía, como lo intentó Cristina Kirchner cuando fue reelecta en 2011 con un 54% de los votos, tendrá poder de fuego ya que concentrará los recursos nacionales -que superan largamente el billón de pesos- y también manejará indirectamente los otros dos presupuestos más abultados, el de la provincia de Buenos Aires y el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, distritos que serán gobernados por sus dos principales lugartenientes, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta.
Aquel 54% que obtuvo Cristina Kirchner hace cuatro años le permitió acceder al control de las dos cámaras del Congreso y tener de su lado a 16 de los 24 mandatarios provinciales. Macri deberá conformarse con menos respaldo territorial ya que sólo cinco provincias serán gobernadas por Cambiemos, las mencionadas Capital y Buenos Aires, más Mendoza, Corrientes y Jujuy, que serán comandadas por dirigentes de la UCR. Aunque es un número de gobernaciones bastante menor a las 12 que quedaron en manos del kirchnerismo hasta 2019, estos cinco distritos concentran más de la mitad de la población del país, ya que suman más de 21,9 millones de habitantes, contra los 9,2 millones de las provincias K.
Pero la gran diferencia con la Cristina modelo 2011 es que Macri no tendrá el control del Congreso. En Diputados podrá aspirar a tejer acuerdos con el resto de la actual oposición para poder -con mucha muñeca política- hacer funcionar la Cámara. Pero en el Senado el nuevo presidente encuentra su principal escollo ya que el Frente para la Victoria (FpV) tendrá 42 legisladores, lo que les da mayoría absoluta y deja al que será desde diciembre el principal bloque de la oposición muy cerca de los dos tercios necesarios para aprobar pliegos de la Corte Suprema o remover a funcionarios a través del mecanismo constitucional del Juicio Político. Los senadores K también podrán bloquear designaciones de jueces, fiscales y embajadores.
En Diputados, Macri tendrá 91 legisladores -entre la UCR, el Pro y la Coalición Cívica. Si llega a acuerdos con el massismo, el resto del PJ no K y la centro-izquierda, Cambiemos podría hacer funcionar esta cámara. Pero en el Senado el presidente electo sólo tendrá incidencia sobre 16 miembros. Ni pactando con todo el resto de los senadores no kirchneristas, Cambiemos tendrá chances de tener quórum, ya que sumados llegan a 30 (se necesitan 37). Sí o sí, Macri deberá acordar ley por ley con el kirchnerismo devenido en opositor.
"Qué influencia tendrá la presidente saliente sobre la tropa que dejó ubicada en ambas cámaras es una gran incógnita".
Qué influencia tendrá la presidente saliente sobre la tropa que dejó ubicada en ambas cámaras es una gran incógnita. En el macrismo apuestan a que se produzca dentro del peronismo hasta ahora oficialista un cisma que le permita a Cambiemos gobernar.
Este diario propone a sus lectores cuantificar el nivel de gobernabilidad que tendrá Macri cuando asuma la Presidencia. Para ello, se contabilizó la cantidad de diputados propios que tendrá (91), que equivalen a un 35,4% de la Cámara baja; la cantidad de senadores (16), que representan el 22,22% de la Cámara alta; la cantidad de gobernaciones (cinco), que equivalen el 20,83%; el peso demográfico de las provincias con mandatarios radicales o macristas (54%) y, por último, los votos obtenidos ayer (51,99%).
Para entender esta propuesta (ver infografía), valga aclarar en segundo orden que todas estas categorías valen 100 puntos cada una. De modo que de los 500 puntos óptimos de gobernabilidad, Macri logró 184 puntos, más de 100 unidades menos que los que obtuviera, siguiendo el mismo método de análisis, Cristina Kirchner en 2011, quien llegó a 300 puntos. Estos números le permitieron a la mandataria saliente soñar con eternizarse en el poder e “ir por todo”.
Sin dudas que esta compartimentación del poder expresado a través del voto (a legisladores nacionales, gobernadores y presidente) no es la única forma de proyectar la gobernabilidad que tendrá Macri. Pero sirve, sí, de punto de partida para pensar con qué poder arrancará su gobierno. El respaldo obtenido ayer en las urnas es, de todas las categorías, el más importante porque le da al presidente electo mayor poder de negociación con la oposición kirchnerista en el Congreso, donde se encuentra la principal debilidad del gobierno naciente.
Consciente de esto, Macri prometió convocar a todas las fuerzas políticas, el primer día de su gobierno, para encontrar las coincidencias que le permitan avanzar en los principales ejes de su gestión.
Otros factores que hacen a la gobernabilidad no fueron decididos en las urnas. Uno de ellos es el frente sindical, que en la Argentina tiene una amplia adhesión al peronismo.
En Cambiemos hay contactos con uno de los líderes de la CGT opositora, Hugo Moyano. Para evitar un mal comienzo, Macri piensa en conceder aquello que Cristina Kirchner se negó a darle a los sindicatos: la eliminación del impuesto a las Ganancias. El manejo de la calle, que el kirchnerismo supo ejercer durante su mayor esplendor, será también un desafío para Macri.