Medio bar de Palermo Viejo se da vuelta cuando ella entra. Para algunos será la nena que hacía el aviso del Magiclick y sus 104 años, para otros será la traviesa de “Señorita maestra”, o la mala de “Para vestir santos” o “la loquita” de “Tiempos compulsivos”. Para todos esos será
Gloria Carrá.
Pero ella no saca chapa. Va directo al fondo, cerca del ventanal que da al pulmón de manzana y la riega de cierto anonimato. No es de las actrices que se hacen ver.
Ropa sobria, el menor maquillaje posible, el tono de una persona que no busca hacerse notar, la sobriedad de los años, el sincero agradecimiento por una nota, que -una vez más en su caso- se impone a fuerza de talento. Porque las notas, como los goles, muchas veces se merecen.
Y como si con la calidad no alcanzara, acá se suma la yapa de la cantidad. Porque su Teresa de “Tiempos compulsivos” (miércoles a las 23, por El Trece) es algo así como tres chicas en una. Paciente psiquiátrica de la Fundación Renacer -escenario principal del unitario de Pol-ka que escribe Javier Daulte-, padece el trastorno de identidad disociada, lo que la lleva, por momentos, a convertirse en Caty o en Matilde, todas con condimentos muy disímiles. En cada escena, iluminada por la oscuridad de sus almas, se le ve a Carrá el camino andado por escenarios y estudios de televisión que la vieron madurar en más de un sentido.
A los 41, madre de dos niñas -Amelia, de 3 años, y Angela (sobrina de Diego Torres y nieta de Lolita), de 14- y con más de tres décadas en la actuación, ganó en diciembre el primer premio que la televisión le dio en su vida: “Jamás, siquiera, estuve nominada por algo de la tele. Por eso fue muy fuerte estar ternada y, finalmente, ganar”, reconoce a cuento del Tato que la Cámara Argentina de Productores Independientes de Televisión (CAPIT) le entregó por su papel en el unitario. Estatuilla que, por otra parte, fue la única que recibió El Trece en el terreno de la ficción (las otras dos fueron para “Periodismo para todos”, el programa de Lanata). “Si bien soy protagonista del programa -junto a Rodrigo de la Serna, Paola Krum y Fernán Mirás- estaba nominada como ‘Actriz de reparto en unitario’ , junto a Bárbara Lombardo, Leticia Bredice y Carla Peterson. Pero no importa, lo importante fue que se valorara el laburo y que eso tuviera premio. Y fue una noche hermosa. Cuando escuché mi nombre no lo podía creer. Y lloré”, aclara, como si la cámara no hubiese tomado ese gesto de genuina emoción que recorrió luego los programas de archivo.
“Estoy muy contenta con todo lo que me pasó en 2012. Cuando me pongo a pensar todo lo que hice, siento que fue mucho, pero no hay agobio, para nada. Sólo cansancio, lógico, y mucha alegría. Arranqué en enero con la obra de teatro “El cuarto de al lado”, después con Antonio Birabent hicimos en el Maipo ‘Qué será de ti’, musical que terminamos el mes pasado. En el medio hice un reemplazo, un fin de semana, para ‘4D Optico’, la obra que había hecho en 2011. Fue un flash volver a hacer el mismo personaje por un ratito y sin tiempo de ensayo… fue un toro (cuando el actor sale a escena sin tiempo de preparación). Y, bueno, lo de ‘Tiempos compulsivos’ que es muy potente”.
-¿Pesa hacer un personaje así?
-A mí no. Yo tenía muchas ganas de hacerlo, porque en principio iba a hacer otro, pero cuando lo leí lo pedí. Me parecía un desafío. Leía sus textos y ya me pasaba algo en el cuerpo. Hacer a Teresa fue una de las mejores cosas que me pasaron en mi carrera.
-¿Y cómo se pide un personaje?
-Yo veía que se lo ofrecían a otras actrices que no podían o no querían y yo sí quería. Y se pide así, simple: les dije a Javier (Daulte) y a Adrián (Suar) ‘Quiero que sepan que quiero hacerlo’ .
Y luego de una vueltas, finalmente me quedó a mí. Es un personaje bastante complejo y tuve escenas en las que terminé temblando. Porque, además, como actriz, no soy de hacer artilugios… Yo laburo con la verdad, soy muy mandada. Y Teresa tiene zonas tremendas.
-Transmitir la locura no debe ser cosa de tomar dos clases con un maestro…
-No, para nada. Más allá del oficio, uno tiene que tener alguito. Hay gente que me twittea y me pone “Che, flaca, vos estás loca, si no, no se entiende”. Aparte, confieso que no he tenido en mi haber una familia muy normal. Y yo soy muy emocional y ahora estoy atravesando un momento muy intenso con eso. No sé, veo un noticiero y me quedo mal, pero mal de verdad, con las cosas fatales que te muestran. Me hace muy mal el dolor ajeno, pero posta te lo digo. A tal punto que me angustio. Lo malo que le pasa a la gente lo vivo muchas veces como propio.
-¿Eso lo tuviste siempre o se potenció con la maternidad?
-Siempre fui muy sensible, pero ahora estoy tremenda. Sé que esto, por supuesto, les pasa a muchas personas. Yo voy a tener que hablarlo en mi próxima terapia, que es muy alternativa: tomo unas gotas naturales y cuando se me acaban vuelvo y charlo con la psiquiatra. Y tal vez, pienso ahora, las gotas están potenciando todo lo que me duele. Le voy a preguntar a ella si ése puede ser el proceso...
-Y en el medio de eso, tenés a Teresa y sus chicas…
-Es que mas allá de que le ponga verdad al personaje, sé que esto es un juego. Pero lo hago con mucha responsabilidad. Trato de mostrar la locura sin que nadie se ofenda.
El unitario, que seguirá en pantalla durante todo el verano, ya terminó de grabarse y “lo que más me entristece de eso es que extraño a los chicos. No es tan común que todo el elenco se llevara tan bien y que nos riéramos mucho durante las grabaciones”.
-¿Se pueden reír a pesar de la densidad de las situaciones?
-Sí, y creo que eso es lo que nos salva un poco del drama que estamos contando. A cada rato estamos ‘Un segundo, por favor, perdón’ , porque nos tentamos. Es un grupo que está contento haciendo este programa. Somos de ir a comer todos juntos y, además, casi todos tenemos hijos chiquitos y casi ninguno duerme bien. Paola tiene una nena de 4, yo tengo una de 3, Fernán tiene los mellizos y un nene de 6. Y nuestra pregunta diaria es ‘¿dormiste bien anoche?’.
Se ríe con la infidencia, se ríe del paso del tiempo. Celebra que haya habido un ‘tiempo de intensidad laboral’ y que venga un ‘tiempo de descanso necesario’. No sabe “dónde nos iremos de vacaciones, porque Lu -Luciano Cáceres, su marido, el protagonista de “Graduados”- tiene muchas propuestas. A mí me ofrecieron cosas de teatro, pero no agarré. Tal vez el que viene sea un año en el que me decida a dar el gran paso hacia la música. Tengo canciones escritas, tengo ganas”. Y tiene un camino, largo, que la sostiene también en los desafíos.