Los Glaciares: el barrio que nació del terremoto del ’85

Está casi al pie de la montaña y alberga a unas 200 familias, orgullosas por lo realizado pero necesitadas de más atención municipal.

Los Glaciares: el barrio que nació del terremoto del ’85
Los Glaciares: el barrio que nació del terremoto del ’85

Cuatro años habían pasado del sismo que en el ’85 dejó sin hogar a cientos de mendocinos, cuando en mayo de 1989 más de 200 familias afectadas por aquel terremoto recibieron sus nuevas casas. El barrio Los Glaciares de Godoy Cruz fue y sigue siendo un símbolo de esperanza, ayer la de la casa propia, hoy la de seguir consiguiendo mejoras para la zona.

La gente es solidaria, según afirman sus vecinos, pero además tienen un gran sentido de lucha por sus derechos. Se resistieron a la instalación de una planta de tratamiento de basura y en el día a día, todos giran en torno a la alegría de una verdulera que los contiene y un centro de salud que protege a grandes y chicos, curando cuerpo y alma.

Enclavado en el pedemonte de Godoy Cruz, Los Glaciares limita al este con los barrios Vandor y Serrano, al norte con el Brasil, al oeste con el viejo autódromo Los Barrancos y al sur con con el Centro Integrador del Oeste, un destacamento policial. La plaza, un tanto descuidada, es el centro de reunión de los niños y los vecinos están orgullosos de mirar la montaña de cerca cada día. Sus habitantes son en su mayoría profesionales, maestras, médicos y empleados del Estado que supieron luchar unidos cada vez que algún inconveniente golpeó sus puertas.

Hace 23 años, allá por el mes de mayo de 1989, las 203 familias se instalaron en casas que contaban con dos habitaciones, un baño, una cocina comedor. “No teníamos gas, ni cloacas, el piso era de hormigón y las calles eran de tierra. Tampoco había negocios para comprar insumos y se nos hizo muy complicado encontrar banco para nuestros hijos en las escuelas cercanas. Pero a través de la Unión Vecinal fuimos logrando avances significativos y nuestros hijos, que en ese entonces recién nacían, hoy estudian en la universidad”, comenta Mary Thierry, quien vive junto a su marido jubilado justo frente a la plaza del barrio.

A pesar de los problemas lógicos de un nuevo conjunto habitacional, que junto a otros de la zona paliaron en parte los daños producidos por el terremoto del ’85, los vecinos estaban entusiasmados con el techo propio. “Todos estábamos felices con nuestras casas, yo estaba embarazada y tener mi propia casa era un sueño que tenía para mi familia. Somos gente de trabajo, por ejemplo nosotros recién ahora hemos podido hacer la vereda y tener un jardincito en la puerta”, comenta Celinda Cárdenaz, otra de las vecinas.

El centro de salud, como en tantos otros barrios, es la solución a las enfermedades, pero también el ambiente de contención de los vecinos. Todos destacan la labor de su director, Jorge Ghazoul, quien ha dedicado gran parte de su vida a atender a grandes y chicos de la zona. “Es como el segundo padre de todos nuestros hijos, una excelente persona y un gran luchador, que consigue siempre los medicamentos que necesita para trabajar y ahora logró que coloquen el aire acondicionado para que todos los que asistimos tengamos mejores condiciones”, agrega Mary.

A pesar de que el edificio del centro de salud del barrio se entregó con el resto de las salas, recién tres años después comenzó a funcionar, siempre gracias al empuje vecinal que fue logrando mejoras significativas en la zona. De la misma manera llegó en 1994 el asfalto a las calles; primero los vecinos pagaron el hormigón de la calle Pablo Iglesias y luego la Municipalidad de Godoy Cruz se hizo cargo de la pavimentación del resto de las arterias, aunque hoy muestran un deterioro significativo.

Entre los requerimientos vecinales se encuentran la refacción de la plaza, la ausencia de un recorrido de micros directo hasta la UNCuyo y la plaza departamental y, sobre todo, el basural que dejan en el camino los camiones que entran y salen de la planta de reciclaje ubicada en la zona.

“Nos sentimos abandonados por la Municipalidad, la plaza está destruida y el intendente jamás pasó por nuestro barrio. En lo que respecta a transporte, hemos pedido que el recorrido de las líneas que llegan hasta acá se extiendan hasta la universidad y la plaza Godoy Cruz, porque nuestros hijos y los viejitos tienen que tomar dos colectivos o caminar por lugares peligrosos de noche. Y finalmente la gran lucha que tenemos con los camiones que rompen el asfalto y ensucian a su paso las calles y acequias de todo el barrio”, coinciden los vecinos.

Como contrapartida, aseguran que los problemas de inseguridad han disminuido mucho. “Gracias a las reuniones que hacemos cada 15 días en la Comisaría 50. Tenemos los celulares del comisario y el subcomisario y llamamos ante cualquier inconveniente. Además las reuniones sirven para plantear ideas y unirnos como vecinos”, concluye Rodolfo, otro vecino del lugar.

Y el hecho de abrir una ventana y mirar la montaña es algo que siempre destacan en el barrio. “Además de tener ese hermoso paisaje cerca, tenemos la posibilidad de salir a caminar en las cercanías de la montaña. Tener una casa propia y poder hacer eso es impagable”, destaca Celinda Cárdenaz.

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