El sábado a la noche Luján tuvo su gran fiesta vendimial llamada Leyendas de Malbec y Tiempo. Si bien desde el jueves hasta ayer Luján estuvo festejando por la tradicional Feriagro, el día 13 fue especial con la coronación de su nueva soberana.
Las más de 8 mil personas se fueron reuniendo desde temprano aprovechando los stands de la feria y poco después de las 22 comenzó el show dirigido por Pedro Marabini. La línea argumental trataba en forma ambigua de cómo el Malbec estaba predestinado a darse forma en el departamento.
Así a través de "mosaicos" temporales, los más de 250 artistas daban forma a la historia de Luján con cuadros característicos.
El inicio comenzó fuerte con la música en vivo irrumpiendo en medio de una oscuridad. El escenario se iluminó para dejar ver a un conjunto de bailarines folclóricos llenos de color para un comienzo de alto impacto. La historia continuó con una voz de fondo guiando la historia y con los artistas dando vida a cada palabra. Entre ellos, cabe destacar que se les dio un rol importante a los acróbatas aéreos como se viene haciendo en varias vendimias.
Uno de los logros del espectáculo fue la poesía del guión y de la música en vivo (en parte con letras compuestas para la ocasión) con varios aplausos del público. Así por ejemplo, al momento de los inmigrantes se los veía bailar al sonido de "Si hay un lugar para mí, yo aquí me quedaré". En otro momento, las soberanas salientes se sumaron al baile folclórico en cada uno de los extremos: "Y como una alborada mendocina, el rojo Malbec brilla en sus labios".
La noche tuvo varios momentos de impacto, como con las inclemencias del tiempo o "coreografía de titanes" que sólo sería calmada por la Virgen de la Carrodilla entre medio de antorchas y un público de pie. La música extranjera como flamenco, árabe e italiana fue muy aplaudida, pero el premio se lo llevaron los caporales de Bolivia con una energía ovacionada por los presentes.
Si bien la agricultura era lo más mencionado, el petróleo tuvo su lugar como "el pujante vigor del oro negro". De todas formas el mayor homenaje fue al caballo criollo con un grupo de jinetes a los pies del escenario en tanto sonaba la Marcha de San Lorenzo. Mientras el público coreaba la canción, la figura de San Martín dio inicio a una fusión con la Marcha de la Vendimia y los presentes se pusieron de pie para aplaudir el gran final.
Saludos reales
En un momento de la votación, Chacras de Coria tomó una ventaja que ninguna otra podría alcanzar. Así, Giuliana Micaela Lucoski tomó el lugar de Carla Lucía Videla, que entre lágrimas se despidió agradeciendo a viñateros, artistas y sus seres cercanos: "Son mi lugar en el mundo".
La nueva soberana lujanina de 22 años tiene ojos verdes, cabellos castaños y estudia Derecho. Con voz segura aunque entrecortada por la emoción, Lucoski entre "lágrimas de felicidad" agradeció a sus compañeras y a quienes hicieron posible la fiesta. "Prometo ser la mejor reina posible, estar a los pies de Carla que fue maravillosa. Muchas gracias, esas palabras valen mucho", afirmó la joven.
Más suspenso hubo con la virreina, ya que (por segunda vez consecutiva en la historia lujanina) con 27 votos empataron La Carrodilla y Mayor Drummond. Unos 15 votos extras definieron la fortuna a favor de Natalia Agustina Pozo de Mayor Drummond.
La joven de 20 años tiene ojos verdes, cabellos rubios oscuros y mide 1,69m. El cielo se iluminó con los fuegos de artificio y la noche cerró con la presentación de Los Auténticos Decadentes,
La bailarina que volvió tras 35 años
Los momentos previos a salir a escena son un tumulto de nervios, vestimentas de un lugar a otro y palabras de aliento entre los compañeros. Cada artista tiene una historia con el escenario, pero hay una que tuvo una pausa de 35 años: la de María Isabel Robles de Tello, más conocida como Mari.
Nacida y criada en el departamento, ella empezó a los 10 años en una escuelita de folclore, según rememora esta mujer que ya cumplió 56 primaveras. Durante trece años más tuvo el agrado de bailar en vendimias de Luján, Maipú, Malargüe y Guaymallén.
Más de 10 veces subió a las tablas vendimiales de Luján, en una época donde no había casting y bailaba el ballet. "Nos pedían colaborar en otras vendimias como Maipú y uno colaboraba. A veces el libreto necesitaba de mucha gente", explica antes de aclarar que nunca participó en un acto central por dificultades con el trabajo y la distancia.
Con los años llegó otro amor además del baile y unos meses antes de casarse decidió dejar los escenarios. Si bien a su marido le gustaba que bailara, nunca volvió "por tonteras que uno piensa". De ese matrimonio surgieron tres hijas y Mari se dedicó a trabajar en el municipio y a atender el hogar ("¡trabajo nada menor con adolescentes!").
Este verano, un amigo le dijo de ir al polideportivo en una juntada de "viejos", pero cuando llegó se encontró con las pruebas de baile. "Fue una sorpresa. Nunca pensé que iba a bailar de vuelta, casi que ni voy por el calor", cuenta ahora entre risas. Incluso, había ido de ojotas y tuvo que llamar a su casa para que le llevaran zapatillas. Amigos le insistieron, sus hijas se quedaron y finalmente salió en 4° lugar de su categoría (se divide a nivel general en jóvenes y adultos).
"Quiero dedicárselo a mis hijas que nunca me vieron bailar… y yo les decía que ya estaba vieja. Es cumplir mi sueño y el de mis hijas". Mari se encomienda a Dios y sube al escenario: allí y en el público se cumplirá un sueño.