Gimnasia y Maipú: un cero en el Parque

El Lobo y el Cruzado tuvieron chances de gol, pero fallaron en la definición y siguen sin ganar. Mucho público en el Legrotaglie.

Gimnasia y Maipú: un cero en el Parque

Sabor a poco. En el Parque quedaron en tablas y a la vista del desarrollo, el Deportivo Maipú se fue más conforme.

No cabían dudas que ambos podía dar más, por todo lo que generaron en la previa y por los nombres de peso que llegaron.

Pero se olvidaron de los arcos; a los dos les costó una enormidad generar juego e imponerse con autoridad.

En los papeles buscaron faltarse el respeto con ataques directos por las bandas. Por el lado del Lobo, Nico Arce intentó convertirse en el dueño del balón para hacer jugar a sus compañeros, siempre con la compañía del Chimi Navarro y Patricio Cucchi quienes se pararon detrás de un Palacio Alvarenga que siempre jugó cuerpo a cuerpo con los stoppers del Cruzado.

Maipú armó la misión para lastimar con el Pelado Gómez y Genaro Vuanello, que no lograron desequilibrar de ninguna manera.

Todo lo bueno que proyectaron en esos primeros minutos se diluyó rápidamente y nunca se sacaron diferencias.

Jugaron muy poco y dejaron más dudas que certezas, prometieron bastante y cumplieron a cuenta gotas.

Siempre terminaron ganando aquellos que estaban para defender, por eso el encuentro se pareció mucho a un bodrio.

Sólo un par de intentos del local en los pies de Cucchi fue lo más peligroso del primer tiempo. Y la mejor se produjo tras una buena combinación con Navarro.

¿Después? Nada más. Un bostezo.

Un despertador. Todo cambió en el complemento, otra cara se vio en el Parque; parece que en los vestuarios le "lavaron la cabeza" a los jugadores.

Y quienes mejor interpretaron las cosas fueron los hombres del “Lechuga” Alaniz.

Gimnasia se despertó y empezaron a sonar las alarmas en el vecino. Con más ideas y profundidad, el Lobo lo tuvo a mal traer al Cruzado, que apostó más a ocupar bien los espacios para la contra.

Lo perdió Palacios Alvarenga, después el palo le negó el grito a Negri, y Gómez  terminó ahogándole el grito al ingresado Oga. Era más el dueño de casa y lo justificaba con las situaciones creadas.

En el medio, la visita pudo   marcar con una buena entrada de la Joya Jofré.

Gimnasia se hizo cargo del  partido, consciente de que no podía perder puntos en su cancha. Alaniz ya había metido todas las variantes, tratando de meter a Maipú en el área. Fue y fue con lo que tenía en cancha, y más cuando Judelín Aveska vio la tarjeta roja y el elenco de Sperdutti se quedó con uno menos.

Pasaron los minutos y al Blanquinegro se le empezó a nublar la mente, el Cruzado aguantó e hizo negocio redondo. ¿Conclusión? El Lobo lo lamentó.

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