La practican niñas de 5 ó 6 años pero también mujeres de 50. Lo hacen en gimnasios cerrados pero también al aire libre, en parques y espacios públicos. En cualquier caso, la acrobacia aérea en tela se consolida en Mendoza como una novedosa actividad física que gana más adeptos y que, para algunos, también es un modo de encontrar un lado artístico o formas de superación.
"Desde hace cuatro o cinco años podemos decir que se ha puesto de moda. Yo me dedico hace 17 años a esto y hace ocho que tengo el gimnasio", cuenta Belén Molina, minutos antes de comenzar su clase en el salón de calle Lencinas y Balcarce, de Godoy Cruz.
Aunque parezca una empresa difícil y a simple vista cualquiera piense que no podría subir varios metros sostenido apenas por una tela, las profesoras aseguran que es una actividad progresiva, con la que se gana en confianza y destreza, y para nada imposible.
"El entrenamiento es paulatino y vamos armando los grupos por edad. Adaptamos la tarea a la capacidad de cada uno. Lógicamente, quien llega con alguna experiencia previa en otro deporte se le hace un poco más fácil", agrega Belén.
"Creo que la tela sirve para desarrollar mucho lo actitudinal y vencer los miedos, las barreras. Tengo una señora de 49 años que vino sin hacer nada y hoy ha crecido muchísimo, incluso su autoestima ahora es distinta", relata Antonella Schmid, una joven que da clases en el Espacio Julio Le Parc.
Actividad completa
Más allá del desafío y el logro de llegar a las alturas, la acrobacia en tela es cada vez más recomendada como ejercicio para mejorar el físico y la salud.
"Se trabaja con todo el cuerpo: el abdomen, los glúteos, las piernas y, por supuesto, los brazos. Para quienes comienzan es una actividad que al principio resulta bastante exigente. De todas maneras lo hacemos con mucho cuidado porque un mal esfuerzo puede generar lesiones, pero es recomendable porque no tiene impacto a nivel de las articulaciones", asegura Belén Molina.
"Sirve para la musculatura y para adquirir flexibilidad y fuerza", agrega Antonella. Las profes también explican que ayuda a corregir posturas corporales y a eliminar dolores y contracturas, como así también a desarrollar una mejor elongación, agilidad y expresión corporal.
Como suele ocurrir, el bienestar físico se traduce finalmente en bienestar mental, otro de los estímulos de la tela. "En mis clases se genera un ambiente terapéutico y hasta tengo alumnos que remueven cosas internas y que guardaban hace mucho tiempo", comenta Karen Muñoz, profesora de La Enramada, salón ubicado en calle Olascoaga de Guaymallén. "Ayuda en lo psicológico porque es una especie de 'cable a tierra'... a pesar de que lo hacemos arriba", remarca Antonella, entre risas, por la ocurrencia.
Esta actividad, deportiva y también artística, tiene otros dos aspectos que la gente suele destacar: "Lo recreativo es fundamental en todo esto. Buscamos que las clases tengan esa particularidad y que todos acá la pasen bien, sobre todo los niños", dice Belén. La otra veta que distingue a los ejercicios con tela es la que le da esa belleza de formas y colores tan particular. "Es gratificante también desde lo artístico. Cuando hacemos alguna presentación o vamos a torneos, preparamos coreografías y las acompañamos con canciones. Es un desafío complementar la tela con otras artes", manifiesta Antonella.
Ellos, todavía no
En la recorrida que hizo Los Andes por los gimnasios y lugares de la ciudad donde se hace tela libremente (la ciclovía de Godoy Cruz o el Parque Central, entre otros), se nota que, al menos por ahora, es una práctica casi exclusiva de mujeres y que muy pocos hombres la realizan. Los prejuicios y el ser un ámbito copado por las chicas parecen ser barreras para que los muchachos se animen.
“Existe el prejuicio de que la delicadeza de hacer tela está relacionarlo con la mujer. El hombre tiene su lado femenino y puede desarrollarlo, lo que por supuesto no quiere decir que sea necesariamente gay. Es una lástima que no se sumen, ya que a ellos les resulta más fácil por la fuerza que tienen”, explicó Karen.
En gimnasios o gratis
En los gimnasios tomar clases dos veces por semana, aproximadamente durante una hora y media en cada encuentro, cuesta entre $ 850 y $ 900 por mes. Quienes no pueden pagar una cuota o no quieren regirse por un horario o un día en particular, eligen los parques o plazas para ejercitarse. Otra alternativa es el espacio cultural Le Parc, que alberga el programa "Barrios" y que es gratuito, ya que recibe subsidios de la Subsecretaría de Deportes y la Secretaría de Cultura. Allí se desarrollan varias actividades, entra ellas la de tela.
Testimonios
"Al menos dos o tres veces por semana voy al Parque Central con unas amigas para hacer tela. Me gusta la actividad para desarrollar lo físico y también me despejo mucho; realmente es un momento para distenderme" (Natalia Ruarte).
"Hice diferentes tipos de danzas y bailes. Creo que es por ese lado artístico que me incliné por esto. No es algo monótono, para nada. Aprendemos a crear figuras y todos los días te podés superar. Es una tarea que con constancia y perseverancia, se pueden lograr muchas cosas" (Pamela Silva).
