Si usted amigo lector se considere un “Pituco del parque”, infle el pecho, sáquese un momento la galera, de pie, y comience a aplaudir a este plantel de Gimnasia y Esgrima. Es que estos jugadores acaban de lograr la clasificación al octogonal final cuatro fechas antes.
Por momentos, este equipo llena de fútbol los ojos de sus simpatizantes. En otros, no tanto. Pero, la actitud y el coraje no se negocia. Por esta razón, el equipo transmite mucha confianza. Liquida a los rivales en los primeros minutos y luego, administra el trámite del juego a su gusto.
Contra Desamparados no fue la excepción. El tempranero gol(pe) de Yair Marín parecía que simplificaría el trámite del Lobo. Sin embargo, Gimnasia estuvo lejos de jugar un buen primer tiempo.
El equipo de Marcelo Fuentes careció de la fluidez que se le conoce en el manejo del balón. Y en eso tuvo mucho que ver el planteo del buen equipo de Raúl Antuña, desde que ambos elencos apoyaron los tapones en el verde césped del Legrotaglie.
Desamparados salió a presionar a los posibles receptores e intentó en todo momento hacerse veloz por las bandas. Pero Gimnasia, aun jugando mal, es de esos equipos que tienen tanta jerarquía que en la primera de cambio hay que sacar del medio.
Le pasó a Maipú hace poco y lo sufrió ayer el elenco sanjuanino. El imperdonable error de Perelman (se le escapó el balón tras el córner) derivó en el 1-0 del Lobo.
Tras la tibia reacción del Víbora, el desarrollo entró en un bajón. Pato Cucchi debió dejar el campo de juego por lesión y en su lugar entró Santiago Domínguez, a quien le costó unos minutos acomodarse.
Gimnasia retrocedió demasiado para agruparse en su campo mientras el adversario crecía con el correr de los minutos. El puyutano tuvo más el balón que el Lobo, pero jamás profundizó.
En cambio, en dos jugadas veloces, a un toque y por las bandas, Becerra se devoró el segundo y a Palacios Alvarenga le faltaron un par de centímetros para meterle el frentazo al precioso centro de Neri Espinosa.
En el complemento, la historia fue semejante. El equipo de Raúl Antuña no inquietó demasiado. No tuvo argumentos futbolísticos para poder vulnerar a una firme línea de volantes y defensores del Mensana.
Con la tenencia del balón, Gimnasia controló el juego. La posesión de la pelota fue su mayor arma defensiva. Las situaciones de peligro fueron contadas, pero cada vez que el Lobo se lo propone, tiene argumentos futbolísticos, funcionamiento colectivo y jerarquía individual para vulnerar cualquier tipo de defensa.
El estadio Víctor Legrotaglie fue una fiesta, es que el Lobo es el primer equipo de los 39 que compiten en la tercera categoría Nacional, en lograr la clasificación al octogonal final. Sobran motivos para continuar soñando.