Sucumbir al baño de luz plateada que todo lo tiñe de noche. Respirar. Reconectarse con la naturaleza primitiva que invade los sentidos. Dejarse acariciar por un aire limpio que se lleva la pesadumbre citadina.
Silencio, aromas de un paisaje que envuelve y se ofrece generoso, de majestuosas arenas recubiertas de estrellas que otras luces, de otros cielos, no dejan ver.
Es lo que se vive en Los Altos Limpios, en Lavalle, una noche de luna llena. Una visita guiada a este lugar que permanece ajeno al transcurso del tiempo, el viernes por la noche, dejó un recuerdo seguramente imborrable en un grupo de mendocinos -y en los cronistas de Los Andes- que realizaron una caminata por el lugar hasta las 3 de la mañana.
Los Altos Limpios, a unos 170 km de la Ciudad de Mendoza, son una serie de médanos del monte lavallino; un capricho del viento que va cambiando su fisonomía a su antojo. Se encuentran a 2 km de la reserva Bosques Telteca y, como ocurre con muchas otras maravillas de la provincia, pocos mendocinos conocen la belleza y valor de ambos.
Tierra de huarpes y algarrobos, de desierto e inmensos médanos que se escabullen entre los dedos, cultura y naturaleza primigenia se resguardan en este lugar que atesora huellas de la historia de todos.
Cambiar la energía, una experiencia nueva, trekking con el particular encanto de la nocturnidad que invita a descubrir sus grises fueron las motivaciones que reunieron a esos desconocidos para conectarlos desde la individualidad en una vivencia colectiva.
Grupos de amigos y hasta familias con niños se vieron tentados por una propuesta que les llamó la atención por ser diferente. Llegaron temprano a la reserva, casi junto con la Luna, invitada de honor para compartir la cena, que se sumó puntual al convite. Llegó también un huarpe, Sergio, que sabe de la lucha ardua librada al desierto, quien contó también de sus riquezas naturales.
Él guió el recorrido por uno de los senderos del lugar para mostrar viviendas, artefactos, corrales de la comunidad originaria que tenía como recurso fundamental al algarrobo.
Como muestra invaluable de ello la reserva resguarda el único bosque natural mendocino de ejemplares que alcanzan los 18 metros y que -según contó el hombre- tres personas unidas no alcanzan para abrazar sus troncos.
Viviendas de quincha, una cocina con “mínimo y máximo” y recetas con las plantas del árido suelo, son algunas de las costumbres que aún hoy algunos lugareños conservan y dan muestras de su capacidad de adaptación a un medio hostil.
Entre el frío y la energía
Algunos visitantes se mostraron sorprendidos con la experiencia, ya que reconocieron que no conocían sobre la existencia de estas construcciones y la calificaron como un "bonus" de la salida.
Damiana (40) llegó con un grupo de cuatro amigas. Envuelta en una manta para tratar de ganarle la pulseada al frío, que era intenso, comentó que fue quien invitó al resto: “No había venido nunca a Lavalle y además me pareció interesante por la Luna, ya que la relacionan con las cuestiones energéticas”.
Cerca de la 1 y media de la madrugada, cuando el termómetro marcaba 5º7 pero el cuerpo advertía que parecía menos, el grupo se encaminó hacia los médanos para vivir la experiencia más intensa.
Hacia Los Altos Limpios, sobre la arena, los guías habían dibujado un sendero imaginario con antorchas a ambos lados que dieron más belleza a un paisaje que ya por sí mismo era un espectáculo, gracias a la claridad de la Luna que desde lo alto lo delineaba con luces y sombras.
Desde abajo, la inclinación del médano parecía advertir que no sería tarea fácil, pero la arena siempre se amolda para facilitar el ascenso y las huellas la transforman en “olas”. Una vez arriba... la paz es total. Una mirada a los alrededores y el recuerdo quedó grabado a fuego en la retina.
Los guías invitaron a sentarse o acostarse en silencio sobre la arena. La consigna era la introspección, ir hacia adentro (o hacia fuera), descargando pesares y recargando energía... lo que cada uno sintiera en ese momento. Una quena y una guitarra inundaron el ambiente de música andina.
“Me fascinó la idea de conjugar médanos y luna llena. Tengo con la Luna un feeling especial. Soy de General Alvear y una de las cosas que más me costaron cuando me trasladé a la Ciudad fue que no podía encontrarla fácilmente entre las construcciones, pero siempre la busco”, contó Sonia (53), quien fue con su hija (18) y su mamá (73).
“El momento del silencio fue algo muy fuerte: poder conectar internamente y con el resto del grupo, porque es como que todos entran en un vibrar colectivo”, relató.
Para Micaela (16), “fue algo muy relajante. Está bueno conectarse con la naturaleza y conocer sobre los pueblos originarios”.
Cerca de las 3 de la mañana, la actividad se dio por terminada. Lentamente, todos empezaron el descenso llevándose consigo una hermosa experiencia.
Atrás quedaron los médanos, no tan dorados sino teñidos de luna, con una fisonomía que sólo permanecerá guardada en su memoria y en las miles de fotos que se sacaron. Es que aunque regresen algún día, los montículos ya no serán los mismos y volverán a sorprenderlos.
Residuos reciclados y serpientes nocturnas
Lo primero que advierten los dos guardaparques del lugar a los visitantes es que cada uno debe aprender a hacerse cargo de sus propios desechos, porque no hay tachos para ellos. Sólo algunos para material reciclable.
El resto, cada uno deberá guardarlo en una bolsa “o donde sea”, pero deberá llevárselo consigo. Aclaran que falta educación al respecto y que cuando van a las escuelas explican a los chicos que tampoco debe ser la maestra la encargada: se trata de una responsabilidad individual aplicable a todos los ámbitos.
Los ciudadores de la reserva resaltaron que el lugar es propiedad de cada mendocino y que cada uno de los presentes era un privilegiado por poder disfrutar en tales condiciones.
Los guardaparques también hicieron otra recomendación: “Está bueno que no griten porque eso les va a permitir disfrutar con todos los sentidos”. Alertaron sobre la fauna, que preocupaba a más de uno: la mayoría son animales de hábitos nocturnos y suelen huir del ser humano, a excepción de las serpientes. Con lo cual no quedaba más que contar con la suerte de nuestro lado.
Fiesta en las Lagunas del Rosario
Hoy se realizan los actos religiosos centrales de la tradicional celebración en las Lagunas del Rosario, que concluirán con la habitual procesión en honor a la Virgen.
A las 12 habrá confesiones y misa; a las 15 se llevará a cabo la ornamentación de los santos, para luego recibir a la peregrinación gaucha; a las 18 llegarán los bautismos; a las 20, casamientos, novena y misa y fuegos artificiales. El cierre será con música.