Gianni promete una nueva era en la FIFA

El máximo dirigente del fútbol mundial tiene la difícil tarea de limpiar la imagen de una entidad manchada por el escándalo y la corrupción.

Gianni promete una nueva era en la FIFA

Gianni Infantino aseveró apenas elegido: “Resarciremos la imagen de la FIFA y el respeto hacia la FIFA. Y en todo el mundo nos aplaudirán por lo que haremos. Esta es una nueva era en la FIFA, en la que podremos colocar al fútbol en el centro del escenario”, agregó.

Infantino tiene la titánica tarea de capitanear a la FIFA en medio de la tormenta de las investigaciones criminales en Estados Unidos y Suiza, que pusieron en marcha la caída de Blatter, su pupilo y otrora favorito para heredar la corona Platini, y los tres últimos presidentes de la Conmebol y la CONCACAF, entre otros dirigentes.

Además, toma las riendas de un organismo que encara un déficit de unos 550 millones de dólares para el próximo ciclo mundialista por la dificultad para atraer patrocinadores en medio de los escándalos y los costos legales de las pesquisas. Infantino aseguró que utilizará la experiencia que adquirió como secretario general de la UEFA desde 2009 para que tender lazos con la empresa privada y enderezar las finanzas.

“Hablaré con nuestros socios comerciales, patrocinadores, cadenas de TV que necesitan recuperar la confianza en el fútbol y en la FIFA. Estoy seguro que aumentarán las fuentes de ingresos y no tendremos que preocuparnos por el futuro”. Infantino aseguró que llegó el momento de dejar a un lado la política y trabajar por el bien del fútbol.

"No creo que el fútbol esté dividido. Hoy (por ayer) hubo una elección, pero no una guerra, una competencia, pero no una pelea, fue una competencia deportiva. Tenemos que construir puentes y no construir muros, y el fútbol puede hacer eso”.

El jeque Salman indicó que  Asia está dispuesta a colaborar con Infantino, aunque advirtió que la FIFA “tiene que ser más inclusiva y reflejar la diversidad del fútbol”.

Poco antes de la elección, el congreso de la FIFA aprobó un paquete de reformas para combatir la corrupción que estropeó la imagen del organismo, sacudió a su plana mayor y le produjo un déficit de unos 550 millones de dólares. Las nuevas medidas restan poder a la figura del presidente, todopoderoso en la época de Blatter, y cuyos mandatos fueron limitados a tres períodos de cuatro años.

Durante la campaña, Infantino prometió aumentar de 2,05 a 5 millones de dólares las subvenciones de la FIFA a cada federación por el próximo ciclo mundialista, para repartir en total más de 1.000 millones de los ingresos de 5.000 millones del organismo por concepto de la Copa del Mundo.

Además, quiere expandir el Mundial de 32 a 40 equipos y abrir las puertas para que el torneo sea organizado por más de un país al mismo tiempo.
Infantino afirmó que su plan es viable a pesar del momento difícil que atraviesa la institución. "La FIFA tiene ingresos por 5.000 millones en este período (mundialista), y no debe ser un problema invertir 1.200 millones en las federación. Los otros gastos de la FIFA tienen que pasar a un segundo plano" sentenció el presidente.

Presidente por accidente

Su cabeza pelada se hará ahora mundialmente famosa, pero hasta hace bien poco, en concreto hasta el 26 de octubre de 2015, Infantino era el hombre en la sombra de Michel Platini, el carismático jefe del ente rector del fútbol europeo, el legendario ex jugador francés ganador de tres Balones de Oro.

Ese día la UEFA tuvo que asumir que Platini, suspendido poco antes por sospechas de corrupción, no podría presentarse a la carrera por la FIFA, para la que era el máximo favorito hasta que saltó el escándalo. Infantino fue presentado como alternativa y el número dos salió de la sombra del mito. Ayer, él propio abogado de 45 años lo confesó, ni siquiera se le había pasado por la cabeza aspirar al trono de la FIFA.

Hijo de emigrantes italianos, Infantino nació en el pequeño pueblo de Brig, apenas diez kilómetros de Visp, la localidad natal de Joseph Blatter, donde el hoy ya ex presidente de FIFA sigue siendo “Sepp”.

Infantino es “Gianni” entre sus paisanos. Allí, entre montañas, aprendió que como jugador de fútbol no se ganaría la vida, así que apostó por la leyes. No era un estudiante brillante, pero tenía la facultad de la empatía. En casa hablaba italiano con sus padres, dueños del quiosco del pueblo. El alemán y el francés lo aprendió en la escuela. El español, trabajando para la Liga.

Era pues el hombre ideal para entrar en la sede de la UEFA en Nyon, donde desde el año 2000 fue creciendo paso a paso hasta convertirse en 2009 en secretario general. El suizo está casado además con una Libanesa, así que el árabe no le es tampoco desconocido.

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