Un gesto de autoritarismo intolerable

La política argentina mostró nuevamente su lado más oscuro con el incidente que protagonizó el dirigente kirchnerista de “La Cámpora”, Juan Cabandié, quien agredió verbalmente a una joven agente de tránsito que pretendía aplicarle una multa por una infrac

Un gesto de autoritarismo intolerable

El tema se tornó más grave aún ya que Cabandié es, a su vez, primer candidato a diputado nacional en las legislativas del próximo domingo 27 y con su mala conducta involucró al principal postulante del oficialismo en la provincia de Buenos Aires, Martín Insaurralde, intendente de Lomas de Zamora, localidad donde se produjo la desatinada acción.

La lamentable escena quedó registrada en un video tomado por un agente de Gendarmería Nacional que participaba del operativo de tránsito, como prueba de la intolerancia del
automovilista, que insinuaba llevar la discusión a instancias de mucha mayor agresión.

Es realmente lamentable que semejante actitud provenga, en primer lugar, de un legislador, que como los integrantes de los demás poderes del Estado debe conocer detalladamente cuál es el límite entre la autoridad que la Constitución le ha conferido y los gestos de abuso de la misma por la cual ahora fue denunciado.

Precisamente, esa concepción autoritaria que liberó el diputado Cabandié se encuentra totalmente alejada de los preceptos republicanos y democráticos que deben imperar en todo momento.

El joven político empeoró su situación cuando puso entre sus excusas y justificativos haber sido una víctima de la última dictadura militar. Realmente, Cabandié es hijo de desaparecidos por la acción del terrorismo de Estado de aquellos años, un antecedente dramático, sin ninguna duda, sobre el cual recae toda solidaridad, pero que de ninguna manera es justificativo para cometer actos que no respeten las leyes o signifiquen un atropello patoterial como el que ejerció contra la joven agente de tránsito.

La actitud del legislador oficialista reviste aún más gravedad, puesto que Cabandié es frecuentemente presentado como un ejemplo de la nueva dirigencia del país. Sin embargo, su procedencia política no da muestras fácilmente de que este legislador pertenezca a una modélica escuela de formación, puesto que el kirchnerismo ha hecho de las actitudes insultantes, la amenaza y la prepotencia una constante en los momentos de imposición de sus decisiones.
 
Lo han demostrado las posturas del cuestionado Guillermo Moreno con el empresariado, los atropellos, intimidaciones y discriminaciones de la propia titular del Poder Ejecutivo con los medios periodísticos independientes, la desmedida rigurosidad intencionalmente dirigida de la AFIP o el aberrante manejo de las estadísticas oficiales por el desprestigiado Indec. Muchos más ejemplos de total intolerancia y desprecio por el disenso se pueden encontrar en decenas de dirigentes políticos y sociales vinculados al oficialismo.

El caso de Cabandié no puede encuadrarse como un simple exabrupto, como muchos insinuaron para intentar suavizar su repercusión social. Las imágenes dejaron descubiertos rasgos de la personalidad que muchas veces se esconden en la escena mediática, pero que no pueden ser contenidos en el diario trajinar.

Y sirva este caso, por extensión, de llamado de atención para muchos argentinos que a diario hacen del abuso de autoridad y el supuesto uso de influencias una herramienta para transitar en la impunidad.

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