“Uno de los últimos actores sobrevivientes del grandioso drama de nuestra independencia nacional; uno de esos héroes tan llenos de gloria como modestos; una de esas figuras legendarias de las que ya no nos va quedando recuerdo; pero un recuerdo que todo lo abarca, que todo lo llena, porque es inmortal; un hombre, en fin, de alma fuerte y llena de nobleza; de corazón valiente y generoso, viejo soldado de las legiones heroicas que derramaron su sangre sobre el surco sagrado de la libertad para darnos patria propia. Acaba de morir el general don Gerónimo Espejo”, decía el editorial del 29 de marzo de 1889.
Bajo el título "Mendoza y sus grandes hombres: el General Espejo", seguían los párrafos que dejaban constancia de la magnitud del mendocino: "¡Una gloria de Mendoza; una gloria argentina; una gloria americana! No hay página en la historia de nuestra independencia nacional en que su nombre no figure; siempre grande, siempre bravo; siempre marchando a la vanguardia de las huestes libertadoras del Gran Capitán".
Tras enumerar los títulos que alcanzó en su carrera militar, Los Andes destacaba: "En 1854, el General Espejo fue electo diputado y senador respectivamente al Congreso Nacional por esta provincia, cargos que desempeñó hasta 1868 con dedicación y patriotismo, esforzándose por mantener bien alta, como no podía menos de estarlo en su persona, la representación del pueblo en que, para gloria de Mendoza, había nacido".
La columna escrita casi a seis años del nacimiento de Los Andes llamaba la atención sobre el escaso homenaje a este héroe: "En la conciencia y en la memoria de cada argentino está viviente la historia de esa existencia tan llena de abnegación y patriotismo, y sin embargo, nadie lo creyera, sobre todo tratándose de Mendoza, su provincia natal.
“¿Qué se ha hecho aquí, en testimonio de respeto, de admiración, cariño o gratitud por la memoria del ilustre muerto?
“Nada; vergüenza es decirlo; absolutamente nada.
“Los mendocinos debemos sonrojarnos al considerar nuestro egoísmo mezquino; nuestra deshonrosa ingratitud, en presencia de la muerte del General don Gerónimo Espejo, el hijo de Mendoza que más honor haya hecho al pedazo de tierra argentina que tuvo la gloria de verlo nacer...”