Germán Chiaraviglio: “Los Juegos me llegan en mi mejor momento”

El garrochista cuenta cómo logró su resurrección en 2015 y analiza la gran cita en Río. “Mi meta es la final”, dice. Tras tocar fondo, el garrochista disfruta el camino sin cargarse de presión y hasta habla de su ayuda social.

Germán Chiaraviglio: “Los Juegos me  llegan en mi  mejor momento”

Germán Chiaraviglio admite haber pensado en largar todo. “Tenía todas las excusas”, asegura quien era visto como la joya del atletismo argentino en la década de 2000. Pero él sentía que, tras haber sido campeón mundial juvenil, no podía irse así, sin luchar.

Y la peleó. Contra todo: lesiones graves, malos resultados, rendimientos muy por debajo de sus expectativas (y las del resto), flojos resultados y pérdida de sponsors. “Lo peor lo sufrí entre 2009 y 2010. Me fue mal en los Juegos 2008, saltaba 20 ó 30 centímetros menos que de chico, me dolía mucho el pie, los médicos no me daban un diagnóstico alentador y realmente no sabía si iba a volver a saltar como antes. No veía una salida”, dice.

Pero el garrochista santafesino abrazó la incertidumbre y, cuando “todos decían que no iba a volver a ser el de antes”, renació durante 2015 con sorprendentes resultados y hoy, en un año olímpico, sueña con una final en Río 2016.

-¿Cómo fue ese renacimiento?

-Fue desde mi interior. La clave pasó por dar más bola a la parte mental, a la cabeza, para recuperar la confianza perdida. Resultó importante mi psicólogo Marcelo Márquez y todo el equipo. Luego me puse bien físicamente y volví a lo que me daba seguridad, sin cambiar tanto de mi salto. Recuperé la convicción, volví a las fuentes, me costó bastante.

-¿Y cómo superaste tanta lesión difícil?

-Fue mucho el sufrimiento porque los médicos no me daban un diagnóstico del tobillo y me animé a operarme. Era la última chance. Me puse objetivos cortos, sabiendo que era lo que me tocaba y tenía que superarlo. Fui volviendo de a poco. Pero recuerdo que en un momento el objetivo no era un Juego Olímpico sino trotar sin dolor. No fue fácil pero siempre mantuve mi motivación, el saber que yo lo había hecho alguna vez, que si se me iba el dolor, podía volver al alto nivel…

Todo empezó hace un año, cuando Germán superó su karma, los 5,60 metros, y se clasificó para el Mundial con su mejor marca en siete años (5,65 m) y en mayo, ya por invitación, brilló y logró la medalla de bronce (5,60 m) en una cita top, la Diamond League de Doha. Luego llegó la plata en los Juegos Panamericanos con un majestuoso 5,75 m y el arribo a la final del Mundial de atletismo.

“Por supuesto que me sorprendió 2015. Esperaba un buen año, pero ni loco tanto. Fue el mejor año de mi carrera y lo pude disfrutar. Estoy muy feliz”, cuenta a los 28 años.

Este gran momento de forma ya se trasladó a 2016 porque hace diez días ganó la prueba Súper Salto en Río de Janeiro con 5,50 m. Ahora se viene el Grand Prix de Mar del Plata (fin de marzo) y el Iberoamericano en mayo, otra vez en Río, la sede de su gran objetivo para este año.

-¿Cómo manejás la ansiedad de Río y, a la vez, cuánto te ilusiona?

-Me ilusiona pero trato de no pensar sólo en eso. Nunca fui de obsesionarme, de volverme loco, porque las expectativas te perjudican. Un Juego Olímpico es muy importante pero no es la vida o la muerte. Me gusta disfrutar el camino, el proceso, por eso voy paso a paso, dando importancia a las giras y a las competencias previas. Ahí está la clave. De lo contrario cargás presiones.

-Los Juegos parecen llegar en tu mejor momento.

-Sí, llegan en mi mejor momento, con madurez y experiencia. Ya fui a un Juego Olímpico y aprendí a tomarlo con responsabilidad, pero sin tanta presión. Con los objetivos más claros.

-¿Cuál sería un objetivo realista en Río? ¿A qué aspirás?

-Es interesante eso del objetivo real porque es un gran error empezar a creer en los objetivos de terceros, en cumplir las expectativas del resto. Si te metés en ese baile, cometés el peor error. Lo digo porque me pasó en 2008 y lo sufrí. Por eso mi objetivo es repetir lo del Mundial 2015. Apuntar a una final olímpica es algo muy difícil, pero se puede viendo el año que tuve.

-Decías que, mientras tanto, disfrutás el camino. El tuyo pasa por tu acción solidaria en Santa Fe, tu ciudad. ¿Podés enfocarte en eso también?

-Sí, porque me encanta. Tuve la suerte de cruzarme con Weber, una empresa que hace más que sponsorizar atletas. Quiere ayudar a dejar acciones que perduren y sus embajadores podemos elegir un lugar a refaccionar. Yo apunté al club de atletismo de donde salí: Velocidad y Resistencia.

Estamos avanzando mucho en un alojamiento para que el club tenga ese servicio y conseguir recursos para una escuelita que perdure. Lo bueno es que, con esta iniciativa, todos se prendieron en el club a seguir mejorándolo.

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