En las primeras semanas de cuarentena, plantea Gerardo Fernández, presidente de la Cámara de Empresas Constructoras Independientes de Mendoza, se mantuvo la venta de cemento por quienes realizaban pequeñas reparaciones en sus casas. Hoy sólo se han retomado algunas construcciones particulares, pero el sector aguarda los proyectos de inversión y que se reactive la obra pública.
-¿Cuál ha sido la caída de la construcción en estos últimos meses?
-Venimos teniendo caídas sostenidas. Tenemos que separar obra pública de la privada. La pública está paralizada por resolución del ministerio, prácticamente no hay nada en funcionamiento. Esto es grave porque representa entre 30 y 40% de la obra total y está funcionando en un 2 a 3%, por el IPV.
Y la obra privada ya venía muy afectada porque hay de dos tipos, la del particular que se hace su casa y no para. A como dé lugar, el que pudo empezarla trata de seguirla porque ve en eso la posibilidad de dejar de pagar un alquiler. Hay un proyecto familiar. Esa es la que menos sufre. La que se hace por inversión viene más golpeada porque ha estado compitiendo con las altas tasas en Lebac, Leliq, plazos fijos. No hay ninguna inversión en ladrillo que dé la rentabilidad de la financiera, que se cobra cuando uno entra a una página de Internet. Con el ladrillo, hay que esperar a que aparezca un comprador, hacer la escritura. Esas grandes inversiones están mucho más ralentizadas.
-¿Hay proyectos nuevos en el horizonte?
-Los nuevos se han bajado prácticamente a cero en los últimos meses. La obra privada ya venía muy mal del año anterior. Las comparaciones no son buenas porque se compara malo contra peor. El año pasado hablábamos de que la gente no invertía porque se venían las elecciones, por los movimientos del dólar, por las altas tasas, por la incertidumbre. O sea, que este año es desastroso. Pero lo que estamos viendo es que la pandemia sirve como escudo para tapar una realidad que era inminente y que ya se veía difícil dimensionar cuándo se sale.
-Desde que se habilitaron las obras, ¿han notado una reactivación?
-Hay un dato muy curioso. Los despachos de cemento no cayeron de manera muy drástica. Se redujeron, pero se mantuvo la venta individual. Mucha gente compró para hacer arreglos menores o ampliaciones en el interior. La cuarentena sirvió para hacer reparaciones postergadas, que seguramente las hizo el mismo dueño de casa. En un relevamiento que hicimos con corralones nos dijeron que las primeras semanas habían vendido mucho. Siguió una venta minorista de garaje.
Ahora, el gobierno impuso un sistema de monitoreo y control que lo está llevando el registro único de empresa constructoras de la provincia. Ahí se comunica quien está construyendo o las empresas. Hasta el martes, había 2.164 permisos pedidos. Es bastante, pero es en toda la provincia y tenemos 3 millones de habitantes. Se ha anunciado que se van a ocupar unas 10.250 personas. También es un número bastante importante. Claramente mucha de esa obra es del que está terminando su casa particular y declara que toma obreros pero no son empleos en blanco. Las empresas son las que toman personas en blanco.
-Es decir, que más que nada se trata de obras particulares…
-Las grandes obras, los edificios están ralentizados porque ahí hay más controles y esa obra se va a encarecer por los controles de seguridad, porque hay que darle a los operarios barbijos, lentes, guantes, jabón, transporte. Antes venían de un barrio 4 o 5 personas en un vehículo. Ahora sólo pueden venir 2 o 3, porque los detienen. Además, se ha pedido que los obreros respeten un distanciamiento de 2 metros. Si había 10 personas levantando un muro, ahora sólo puede haber 5. Esa baja en el rendimiento afecta los costos. Se está calculando cuánto va a significar, pero es difícil de cuantificar porque esto es momento a momento. Depende de por cuánto tiempo se extiendan las limitaciones.
-¿Se han perdido puestos de trabajo en la construcción?
-El régimen de la construcción tiene un sistema de fondo de desempleo. No está incluido en la prohibición de despidos por 180 días. Ha seguido cayendo el empleo en febrero y marzo. Todavía no tenemos los datos porque se registran con dos meses de demora. Pero es sencillo: tenés trabajo, cobrás y podés pagar salarios. No se despide por deporte. Hay mucho prejuicio social sobre las empresas, pero muchas son pymes familiares. No es que tengan ahorros de 6 meses o un año. Si tienen una ganancia, la suelen invertir en un arreglo del local o en comprar maquinaria para incrementar la producción. Si pueden, toman un crédito y terminan tomando más riesgo.
-¿Ya han cerrado empresas constructoras?
-Están en estado latente hasta que esto se reacomode. No tengo conocimiento de que en estos días se haya cerrado ninguna. Las empresas que se dedican a la obra pública, están abocadas a intentar cobrar lo que se les debe. Las que están trabajando son muy pocas. Algunas están terminando algo que les quedó. Pero es cuestión de días o semanas.
La perspectiva es que esto viene para largo. En enero todo el mundo estaba hablando de que en marzo se arreglaba porque se negociaba la deuda. Hoy están todos atentos a cuántos fallecidos hay por coronavirus, pero nadie se entera de cuántos fallecen de cáncer, diabetes, otras enfermedades. Acá tal vez pase lo mismo: no vamos a ver la muerte de tantas empresas que están muriendo hasta que volvamos a las calles y digamos, “¿te acordás de este negocio que había acá?”.
Perfil
Gerardo Fernández se define a sí mismo como un buscador. Es abogado y escribano, pero decidió dar un giro y dedicarse a la construcción. Desde hace más de 20 años está al frente de la empresa Terra SRL. Es presidente de la Cámara de Empresas Constructoras Independientes de Mendoza (Cecim) y miembro de la Confederación de Pymes Constructoras de la República Argentina. También preside la unión vecinal del barrio en el que vive.