"Genio de la arquitectura, el dibujo, el diseño y la pintura, no se guardó nada. Fue decano de la Facultad de Arquitectura de Mendoza, carrera que ayudó a fundar. Hay que hablar con sus ex alumnos para tener una dimensión real de lo que fue", reflejaba una carta del lector escrita por Pedro Mirante a días de la muerte de Gerardo Américo Andía.
El texto, en coincidencia con otras tantas páginas de Los Andes, seguía: "A diario escuchamos en Mendoza que 'hay un antes y un después de Andía'. Pero si grande fue su obra, más grande aún fueron sus cualidades humanas. Se lo recordará también como ministro de Obras Públicas de Mendoza, entre 1983 y 1987. En esa gestión demostró ser probo y altruista, celoso en el manejo de los dineros públicos".
Nació el 25 de marzo de 1925 y desde pequeño estuvo marcado por la profesión en la que volcó todas sus energías y en la que triunfó. Tras recibirse, en 1957, en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Córdoba, desarrolló una vasta tarea en Mendoza.
"Nadie puede dudar de la gigantesca contribución que le otorgó a la fisonomía de nuestra Mendoza a través de viviendas, oficinas, edificios y otros innumerables aportes", escribió Gerardo Montaruli, quien también confesó: "Nos consuela el saber que veremos su mano, trazada con claridad, en nuestra identidad mendocina".