La leyenda del fútbol George Weah prestó ayer juramento como presidente de Liberia ante miles de jubilosos partidarios, en el primer traspaso de poder entre dos presidentes electos en este país desde 1944.
Weah, de 51 años, juró ante la Biblia, al mediodía local, ante el presidente de la Corte suprema, Francis Korkpor, en el mayor estadio de Monrovia, desbordante de público.
La influyente senadora Jewel Howard-Taylor, elegida vicepresidenta de Weah, ex esposa del jefe de Guerra y presidente Charles Taylor (1997-2003), también juró su cargo.
Weah ha prometido empleo y educación en el país africano, 15 años después de atroces guerras civiles (1997-2003, 250.00 muertos).
“Pasé muchos años de mi vida en los estadios, pero el sentimiento que me embarga hoy es incomparable”, dijo tras jurar el cargo en el estadio Samuel Kanyon Doe, nombre de quien fuera presidente del país (1980-1990), el único que no pertenecía a la élite “estadounidense-liberiana”, descendiente de esclavos libertos en el país norteamericano, y que domina la vida política del país desde hace 170 años.
"Unidos, estamos seguros de lograr el éxito como nación. Divididos, estamos seguros de fracasar", advirtió, haciendo alusión a la guerra civil.
El ex futbolista sucede a Ellen Johnson Sirleaf, primera mujer elegida jefa de Estado en África en 2005, que deja el poder tras 2 mandatos consecutivos de 6 años cada uno.
Varios jefes de Estado de países vecinos asistieron a este acto, al que también acudieron amigos y ex compañeros futbolistas de Weah, de 51 años, ex delantero estrella del Mónaco, del Paris-Saint-Germain y del Milan AC.
Weah ganó el Balón de Oro en 1995 y sigue siendo el único africano en haber conseguido el galardón que premia cada año al mejor futbolista del planeta.
Tras una derrota durante su primera candidatura a la presidencia en 2005 frente a Sirleaf, precisamente, logró trasladar su popularidad al escenario político y obtuvo un escaño de senador en 2014.
Grupos de voluntarios colocaron el domingo las últimas decoraciones en las calles de Monrovia, donde muchos esperan un verdadero cambio en sus vidas.
“Es la primera vez que asisto a un traspaso de poder pacífico en Liberia”, dijo Samuel Harmon, un vendedor ambulante de 30 años, en la capital.
“Toda la esperanza de este pueblo depende de él. Todos piensan que si fracasa, la mayoría de la gente estará decepcionada con los políticos”, aseguró.
Bajo presión
En sus 12 años al frente del país, Sirleaf logró mantener la paz tras las guerras civiles que dejaron cerca de 250.000 muertos entre 1989 y 2003.
Pero respecto a las reformas económicas y sociales, su balance es menos brillante y la pobreza extrema se ha extendido en el país, situado entre los peores Estados del mundo en cuanto a salud, educación y desarrollo.
Durante una misa celebrada el domingo en Monrovia, Weah y Sirleaf mostraron su unidad después de una dura campaña electoral.
El vicepresidente saliente, Joseph Boakai, vencido por Weah en la segunda vuelta del 26 de diciembre, denunció en un primer momento un fraude en las elecciones.
Su recurso judicial aplazó la celebración de la segunda vuelta y acortó por lo tanto el período de transición. El nuevo presidente no tuvo tres meses, sino uno sólo para formar su equipo de gobierno.
La investidura “implica la continuidad y también una respuesta a los desafíos de Liberia”, había afirmado el domingo la ex presidenta Sirleaf.
Weah deberá impulsar la transformación de una economía deprimida y que depende en gran medida del caucho y del mineral de hierro, e intentar responder a las expectativas de los jóvenes que lo llevaron al poder.
“Quieren verme como un ex futbolista, pero soy un ser humano. Trato de ser excelente y puedo tener éxito”, había declarado Weah el sábado, reafirmando que su prioridad es mantener la paz.
Algunos observadores dudan, no obstante, de su capacidad para atajar la corrupción endémica en el país.
“Sufre presiones. Es poco probable que nombre a un gobierno reducido de expertos como anunció después de su victoria”, opinó Malte Liewerscheidt, un analista político.
Tiene millones y poder pero juega "fulbito" con amigos
Weah salió de los barrios marginales de Monrovia para convertirse en una estrella internacional del fútbol en los años 1990.
Abandonado por sus padres, fue criado por su abuela en Gibraltar, un villa de emergencia en la periferia de Monrovia. Durante su campaña electoral, prometió “gobernar a favor de los más pobres”.
Después de Samuel Doe (1980-1990), Weah, miembro de la etnia kru -una de las principales del país-, es el segundo presidente que no procede de la élite “americano-liberiana”, descendiente de libertos, que domina la vida política de Liberia desde hace 170 años.
En diciembre de 2014, logró una banca de senador tras imponerse con una amplia ventaja a uno de los hijos de Sirleaf.
La vida de la estrella liberiana dio un primer vuelco en 1988, a los 22 años, cuando Wenger, entonces entrenador del Mónaco, lo fichó del Tonerre Yaundé, un equipo de Camerún.
Durante 14 años, el delantero estuvo en grandes equipos europeos como el PSG y el Milan AC, logrando una fortuna considerable. Pero mantuvo su vínculo con los suburbios de Monrovia, donde sigue jugando al fútbol con amigos.