Millones de hombres portan el legado genético de Gengis Kan, gobernante mongol famoso por su fertilidad que murió en 1227. Los investigadores ahora han reconocido otros diez hombres cuya fecundidad ha dejado una huella duradera en las poblaciones actuales.
El estudio del equipo apunta a factores sociopolíticos que fomentan dichos linajes, pero la identidad de los hombres que dejaron su sello genético sigue siendo desconocida.
El caso a favor del legado genético de Gengis Kan es fuerte, aunque circunstancial. Un documento de investigación de 2003 encabezado por Chris Tyler Smith, un genetista evolutivo que actualmente forma parte del Instituto Wellcome Trust Sanger, en Hinxton, Reino Unido, descubrió que 8% de los hombres de 16 poblaciones de Asia (y 0,5% de los hombres de todo el mundo) comparte secuencias de cromosoma “Y” casi idénticas. La variación existente en su ADN sugirió que el linaje inició hace aproximadamente 1.000 años, en Mongolia.
Kan tiene la reputación de haber sido padre de cientos de niños. Pero un linaje de cromosoma “Y” sigue una línea paterna en un árbol genealógico mucho más amplio y para que deje un legado duradero se requieren múltiples generaciones que se extiendan sobre un amplia área geográfica, dice Mark Jobling, un genetista de la Universidad de Leicester, Reino Unido, quien encabezó el estudio más reciente junto con Patricia Balaresque, genetista de la Universidad Paul Sabatier, en Toulouse, Francia. “Muchos hombres tienen numerosos hijos por casualidad. Pero lo que normalmente no sucede es que los hijos tengan alta probabilidad de tener muchos hijos. Debe haber un efecto reforzante”, señala Jobling.
El establecimiento de dicho linaje exitoso a menudo depende de sistemas sociales que permiten que hombres poderosos tengan hijos con una multitud de mujeres.
El inicio de algo grande
Además de Gengis Kan y sus descendientes varones, los investigadores habían identificado previamente a los fundadores de otros dos linajes altamente exitosos de cromosoma "Y": uno que empezó en China con Giocangga, gobernante de la dinastía Qinq muerto en 1582, y otro perteneciente a la dinastía medieval Uí Néill, en Irlanda.
El equipo de Jobling realizó una búsqueda sistemática de fundadores genéticos analizando el cromosoma “Y” de más de 5.000 hombres de 127 poblaciones de toda Asia: se enfocó en esa región porque había disponibilidad de muchísima información y evidencia existente de dichos linajes.
El equipo identificó 11 secuencias de cromosoma “Y” compartidos individualmente por más de 20 de los 5.321 genomas. Los investigadores utilizaron diferencias de ADN en las secuencias compartidas, que se acumulan con el tiempo con mutaciones aleatorias, para determinar aproximadamente cuándo vivió el fundador del linaje.
Rastrearon los orígenes geográficos de los linajes asumiendo que los fundadores habían vivido en regiones donde sus genotipos eran más predominantes y diversos.
El linaje paterno de Gengis Kan volvió a destacar, como el de Giocangga, según informa el equipo de Jobling en la Revista Europea de Genética Humana. Los otros nueve linajes se originaron en toda Asia, desde Oriente Medio hasta el sureste asiático, datando de entre el 2100 aC y el 700 dC.
Jobling advierte que estas fechas conllevan enormes márgenes de error, pero señala que la estimación para los linajes atribuidos a Kan y Giocangga se aproxima mucho al de estudios previos.
Legado de poder
Los fundadores que vivieron entre el 2100 aC y el 300 dC existieron en sociedades agrícolas sedentarias y en culturas nómadas de Oriente Medio, India, el sureste asiático y Asia Central. Sus fechas coinciden con la emergencia en Asia de sociedades jerárquicas y autoritarias durante la Edad de Bronce, como los babilonios.
Tres linajes que datan de tiempos más modernos se vincularon con grupos nómadas del noreste de China y Mongolia. Éstos incluyeron los linajes relacionados con Gengis Kan y Giocangga, más una tercera línea que data de alrededor del 850 dC.
Los tres linajes parecen haberse expandido hacia el oeste, posiblemente sobre la ruta comercial del Camino de la Seda. Los historiadores han documentado una serie de regímenes basados en Asia Interior entre el 200 aC y el siglo XVIII, como la dinastía Qing.
Jobling afirma que estas civilizaciones pudieron haber fomentado linajes masculinos dominantes luego de que el hijo de un padre fecundo se marchaba a puestos satelitales donde, a su vez, procreaba poderosos descendientes.
Los investigadores identifican varios candidatos para el linaje que data del 850 dC, pero dicen requerir más investigación. Recuperar ADN del candidato o de un descendiente antiguamente fallecido sería la prueba máxima.
“Buscar estos vínculos es fascinante. Cuando lo hicimos, usamos líneas de razonamiento bastante indirectas, y podía hacerse con cada uno de estos linajes”, dice Tyler Smith. “Lo que realmente espero es que en algún punto encontremos la tumba y restos de Gengis Kan”, agrega.