En marzo de 1904, quedó inaugurado el monumento del Cristo Redentor en el límite fronterizo internacional entre Argentina y Chile.
Allí, en plena cordillera de los Andes y tras una ceremonia en donde participaron funcionarios de los dos países quedó sellada la paz, luego de una gran tensión al punto de declararse las hostilidades por los viejos problemas limítrofes que ambos reclamaban.
Pero, al pasar el tiempo, quedó en el olvido un personaje que por aquellos días fue quien tuvo la dirección del montaje de la estatua construida por el escultor Mateo Rufino Alonso. Se llamaba Juan Molina Civit.
Biografía en construcción
Muy poco se conoce sobre la vida del ingeniero Juan Molina Civit, quien nació en Mendoza el 19 de setiembre de 1869.
Cursó sus estudios primarios y los secundarios los desarrolló en el antiguo Colegio Nacional. Después de graduarse partió hacia Buenos Aires en donde ingresó a la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires.
Luego de recibirse como ingeniero civil, regresó a nuestra provincia. Allí ocupó varios cargo de importancia e ingresó en el departamento de Obras Públicas de la Nación en donde dejó la construcción de varias obras entre las que pueden contarse el Colegio Nacional y puentes en diversos puntos.
Después de partir hacia Buenos Aires en donde se radicó casi definitivamente, ocupó el puesto de secretario del Ministerio de Obras Públicas de la Nación.
Entre otras actividades realizó en varias ocasiones viajes a Estados Unidos y a Europa con el objeto de especializarse en petróleos, considerándoselo como uno de los técnicos de mayor preparación en la materia.
También se dedicó al periodismo. Colaboró como especialista en las páginas del diario "La Razón" de Buenos Aires. Sus notas estaban dirigidas a temas como el petróleo, la minería y la vialidad.
Falleció en la ciudad de Buenos Aires el 3 de octubre de 1932.
Un poco de historia
Incidentes fronterizos ocurridos en 1901 quebraron las relaciones y desvirtuaron las actas firmadas en el año anterior. El 25 de diciembre de 1901, los ministros de relaciones exteriores de ambas naciones Eliodoro Yáñez y Epifanio Portela firmaron dos nuevas actas: una sobre la cuestión de las incursiones de policías argentinos, y la otra sobre los "senderos estratégicos" establecidos por los chilenos.
En mayo de 1902, Chile y Argentina lograron acordar, todos sus problemas fronterizos, con los "Pactos de Mayo", firmados por el canciller chileno José Francisco Vergara Donoso y el embajador argentino José Antonio Terry, en la ciudad de Santiago de Chile.
Una empresa difícil
A principios de 1904, fue elegido por el ministerio de Obras Públicas al ingeniero Juan Molina Civit para la dirección de las obras. El 8 de enero llegaron desde Buenos Aires, unos 60 cajones conteniendo la estatua del Cristo Redentor quienes fueron facturadas por Mateo Alonso .
Luego de llegar este material, fue depositado en los galpones del entonces ferrocarril Gran Oeste Argentino para luego trasladarlos hacia la cumbre en los vagones del Trasandino hasta la estación de Las Cuevas. última de las estaciones que tenía el ferrocarril, ya que el túnel sería habilitado en abril de 1910. Desde ese punto las piezas se trasladaron en mula por el camino sinuoso hasta el lugar elegido para la erección del monumento.
Por su parte, los directivos del mencionado ferrocarril donaron gratuitamente este traslado a la cordillera. Mientras tanto, el encargado de negocios de nuestro país, el doctor Alberto Blancas se reunió con el presidente chileno Riesco para coordinar la inauguración y, en un principio se fijó el corte de cintas para los primeros días de marzo de ese año.
Durante el mes de febrero, se iniciaron las obras del pedestal. En el sitio se construyó una gran casucha de madera que protegía a medida que se iban ensamblando las piezas del monumento con el fin de librarlo de los posibles temporales. El escultor Alonso llegó para darle los últimos detalles. La responsabilidad de Molina fue total y unos días antes de la inauguración el hito estaba listo.
Llegó el día
El sábado 12 de marzo llegó desde Buenos Aires la comitiva oficial encabezada por distintos representantes del gobierno, que luego partió hacia Puente de Inca. Más de 3000 personas acudieron a la inauguración, muchos de los visitantes durmieron en improvisadas carpas y la capacidad del hotel estuvo colmada.
El 13 llegaron las delegaciones de Chile y Argentina. Fueron recibidas por una salva de 21 cañonazos.
Se encontraban, entre otros, los Ministros de Relaciones Exteriores de ambos países, los doctores Terry y Silva Cruz; el gobernador de Mendoza, Carlos Galigniana Segura; y el Arzobispo Monseñor Espinoza. La representación militar argentina estuvo formada por la segunda compañía de Cazadores de los Andes y la banda del Batallón N° 10, y por parte de los chilenos, un escuadrón de lanceros.
Se hicieron las presentaciones y se realizó el descubrimiento de las dos placas que habían sido fundidas por el gobierno de Argentina en los arsenales del Ejército.
En un improvisado altar, Monseñor Espinoza ofreció una misa de campaña, y dirigió la palabra el Obispo Jara. Luego se procedió al descubrimiento del monumento. En ese momento, una salva de 21 cañonazos volvió a sonar entre las montañas. De esa manera, finalizó el acto. Las delegaciones pasaron a un galpón, donde se celebró un banquete para 200 invitados.