La canciller argentina Susana Malcorra, postulada por el presidente Mauricio Macri para ser la primera mujer al frente de la ONU, es una diplomática pragmática que no gusta de mirar atrás y que prometió “desideologizar” la política exterior de nuestro país.
“Soy de mirar para adelante, no hago ‘reconstruccionismo' de la vida’”, dijo Malcorra en una entrevista reciente con el tono grave, pausado y sereno que los argentinos van conociendo desde que asumió como canciller del gobierno de Macri.
Malcorra, de 61 años, prometió emprender lo que llamó una “desideologización” de Argentina en sus relaciones con el mundo.
“Creo que las ideologías existen, pero que los vínculos tienen que estar conducidos por otros ejes, por el interés que va más allá de las ideologías. Estamos abiertos a hablar con todos, sobre la base de que hay que empezar a hablar por lo que nos une y no por lo que nos separa”, dijo la actual canciller ante el Senado nacional.
Ingeniería diplomática
Oriunda de la ciudad de Rosario, el polo industrial y agroexportador a 300 kilómetros al norte de Buenos Aires, la canciller fue una de las primeras mujeres graduadas en ingeniería electrónica en la estatal Universidad de esa ciudad, de la provincia de Santa Fe.
“Yo soy ingeniera, de formación no tengo nada formal” sobre política internacional y diplomacia, admite Malcorra, casada y madre de un hijo.
Para ella “la diplomacia es el arte de vincularse con todos” aunque pone reservas respecto a “ciertos principios básicos, como el de los derechos humanos, que puede generar una división” a la hora del diálogo.
Cultivadora de las relaciones personales, cree que el carisma es un arma fundamental de la diplomacia a la hora de generar vínculos. “Creo mucho en la empatía. La relación entre las personas, es lo que hace la diferencia”, sostiene.
Antes de dedicarse de lleno al mundo de la diplomacia, Malcorra se desempeñó en el ámbito privado donde ocupó cargos gerenciales en la multinacional IBM entre 1979 y 1993 y luego en Telecom Argentina hasta 2002.
Experiencia y capacidad
Luego de la crisis social por la hecatombe financiera de 2001 en Argentina, Malcorra emprendió una carrera de 12 años en la Organización de las Naciones Unidas, donde ejerció como directora de Operaciones en Roma del Programa Mundial de Alimentos de 2004 a 2008.
Después, como secretaria general adjunta del Departamento de Apoyo a las Actividades en el Terreno hasta 2012 y finalmente como jefa de gabinete de Ban Ki Moon hasta finales de 2015, cuando acudió a la convocatoria de Macri para ocupar la Cancillería.
De bajo perfil, cultiva un estilo alejado de toda ostentación y el mismo sello lleva a su cargo. “No hay que ‘creérsela’, no arrogarse ser el país, el canciller es un portador de la política de Estado”, afirma.
Tampoco “se la cree” respecto a un futuro al frente de la ONU.
“Por tradición hay un principio de rotación geográfica y Europa del Este nunca tuvo secretario general, hay siete candidatos de esa región”, explica sobre sus posibilidades.
Sin embargo, sabe que el hecho de ser mujer puede inclinar la balanza a su favor.
“Hay también una fuerte presión para que sea una mujer” la que suceda a Ban Ki Moon, admite.
De todos modos, sabe que el camino será largo. La elección “es un proceso complejo que recién terminará en octubre” de este año, estima.
Malcorra viene de realizar dos giras internacionales en las que recorrió 15 países en un mes -incluyendo varias visitas a campamentos de refugiados en Siria-, un derrotero que la prensa local emparenta con el deseo de fortalecer un camino que la lleve a la cima de la ONU en diciembre, cuando termine el mandato de Ban Ki Moon.
Un largo y difícil proceso de selección
Antes de llegar a la secretaría general de las Naciones Unidas, adonde fue propuesta por el gobierno argentino, la canciller Susana Malcorra deberá sortear una serie de filtros que exige el proceso previo de selección, entre ellos provenir de una región que no tiene a cargo la secretaría general desde 1991.
Más allá de ser mujer como aspecto favorable, una situación de género que las propias Naciones Unidas alientan, entre los puntos más salientes que deberá mostrar Malcorra se incluye tener una currícula adecuada, disponer de antecedentes más relevantes que sus nueve competidores, salir airosa de un “diálogo abierto” que se transmitirá por internet, en el que durante dos horas deberá responder preguntas de todos los miembros de las Naciones Unidas, así como de la sociedad civil y encantar, finalmente, a los cinco miembros del Consejo de Seguridad.
Desde la experiencia, la actual jefa del Palacio San Martín tiene para mostrar su trabajo en la ONU desde el año 2004, cuando se desempeñó como directora de Operaciones y directora ejecutiva adjunta del Programa Mundial de Alimentos, a cargo de emergencias. Pero, luego, desde 2008 hasta 2012 fue secretaria general adjunta del Departamento de Apoyo a las Actividades sobre el Terreno, virtual jefa de Gabinete del propio Ban Ki Moon, quien bien podría abogar sobre su trabajo en la organización.
Si bien la canciller representa a América Latina, que con Europa del Este parecen gozar de preferencias en esta oportunidad, el hecho de ser argentina podría ponerla en dificultades con Gran Bretaña, uno de los cinco miembros del Consejo de Seguridad, con derecho a veto.
En este aspecto, su reciente paso por Londres parece haber limado esa aspereza más que relevante, derivada del caso Malvinas. Según el presidente de la Asamblea General, el danés Mogens Lykketoft, el nuevo secretario general deberá “ser una persona con una presencia política y grandes dotes de liderazgo, que tenga la autoridad para señalar a la atención del Consejo de Seguridad cualquier asunto que, en su opinión, pueda poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales”.
El proceso de selección ya se inició y llevará a la nominación del nuevo secretario general de ONU en octubre, aunque su mandato se iniciará en enero de 2017. DyN