El sistema penitenciario no está preparado para recibir a las personas transexuales. Las cárceles son de varones o de mujeres y les cuesta mucho adaptarse a este colectivo para lo cual tampoco existe una normativa a nivel nacional que aporte parámetros. Así que en la práctica se resuelve como se puede.
"El sistema carcelario no está preparado para recibir a una población que se escapa de sus expectativas", manifestó a Los Andes Raquel Asencio, a Cargo de la Comisión sobre Temáticas de Género de la Defensoría General de la Nación en una visita que realizó a Mendoza hace unos días.
"A aquellos colectivos que no sienten pertenecer a ninguno de esos casilleros (varones y mujeres) no se les ofrecen opciones adecuadas a sus circunstancias y ven en riesgo su integridad física y sexual", resaltó.
En Mendoza hay un varón trans (autopercibido como tal pero con genitalidad femenina) que se encuentra alojado en el Borbollón, el penal de mujeres. Según explicaron eligió estar allí porque se siente más seguro que en el penal de varones. Según dijo Asencio, es lo que suele suceder.
Por otra parte hay 4 mujeres trans que están alojadas en el penal de Boulogne Sur Mer, de varones, pero en el pabellón 14, específico para personas de diversidad sexual.
"El sistema penitenciario no sabe qué hacer con ellos",dijo la funcionaria. Manifestó que se trata de forzar la situación, adaptar el establecimiento, mientras que los internos tienen que negociar con su identidad.
Además señaló que el sistema toma la decisión a ojo, que muchas veces ni se les pide opinión y que no hay un canal normativo legal.
En la provincia aseguran ser un poco más diplomáticos. "No tenemos una estructura organizada a nivel nacional para la comunidad LGTBI, por eso les preguntamos donde les gustaría estar", explicó Nahir Otero, coordinadora de Tratamiento del Servicio Penitenciario de Mendoza.
Problemáticas
Estas personas corren riesgo de ser víctimas de violencia, entre ellas sexual, en particular cuando se trata de un varón cuya genitalidad sigue siendo femenina.
"Aquella persona que manifiesta su identidad autopercibida es violentada , sufre cualquier tipo de violencia y esto sucede en todo el país", señaló Diego Pedernera, referente de la Organización Mendocina de Integración (Omin).
Entre las problemáticas por resolver se cuenta la convivencia. Por un lado, cómo es aceptado o aceptada por el resto de la comunidad del penal pero además otras cuestiones como el uso del baño.
Que estén en un pabellón diferenciado también genera contradicciones. Se ha decidido de esta manera para que sientan más cómodos y cómodas pero por otra parte implica discriminación, señalaron.
"Por ahí si se relacionan con el resto de la comunidad pueden vulnerarse algunos derechos (…) No tenemos una cabeza que permita incorporar la diversidad como algo natural", señaló Otero. De todas formas dijo que comparten actividades como talleres con el resto. Mencionó también que en el caso de las mujeres trans prefieren el penal de varones porque sienten que se van a sentir menos discriminadas que en el de mujeres.
"Hay falta de sororidad por la estructura machista en las que estamos formadas", agregó.
Otro de los temas planteados por los consultados es determinar qué agente penitenciario realiza la requisa, si un varón o una mujer. "En casos de requisas sobre el cuerpo se dan prácticas violentas, humillaciones y tratos vejatorios", detalló Asencio.
Los elementos que se les permite tener y los que no son otro conflicto ya que algunos son considerados de riesgo.
"Las personas trans para que su aspecto revele su identidad autopercibida recurren a elementos para que el espejo refleje como se sienten por dentro. Pero no se puede tener aros, pulseras, nada metálico", advirtió Pedernera. Mencionó que en algunos casos tampoco maquillaje ya que en algunos penales consideran que podría usarse para una fuga, entonces depende de quién esté a cargo de la dirección.
Otero explicó que se los trata de acompañar con personal especializado, tratamiento hormonal si lo requieren y en particular se les facilita la obtención de su DNI de acuerdo a su identidad autopercibida.
Para Pedernera es una perspectiva de derechos que se les consulte qué desean.