Llega el mediodía en Alvear y chicos, madres y abuelos se acercan a Luis Agote 517. Se nota en el aire el olor a comida casera y de a poco acuden aquellos que se van a sentar a una mesa común para recibir un plato caliente.
Multiplicar los panes y los peces es una de las premisas religiosas que no pierde vigencia en un mundo desigual e injusto. Mientras algunos mueren de indigestión, otros mueren de hambre.
En busca de equilibrar esa balanza hace 34 años el Centro Pastoral María Verna decidió abrir un comedor comunitario para ayudar a los que menos tienen.
Actualmente más de 60 personas del departamento de General Alvear se acercan para sentarse a su mesa.
El comedor comenzó funcionando tres veces por semana pero luego pasó a abrir de lunes a viernes. Desde las 12 del mediodía se sirve el almuerzo que consiste en un menú variado que incluye puchero, guiso, pollo, pastel de papa, según la mercadería que tengan disponible.
Parte de los insumos los compran gracias al dinero que obtienen de la venta de ropa en Cáritas Diocesana y otros insumos se adquieren por donación.
"Este año ha aumentado el número de personas al comedor. Vienen abuelos, niños, madres solteras y jóvenes sin trabajo" dice la Hermana María quien ayuda diariamente en la preparación de la comida. Ella es oriunda de Italia y vino a misionar hace 21 años a General Alvear. "Seguimos el espíritu de la congregación que es atender a los más necesitados", dice.
Para sumarse a la tarea en 1978 arribó desde Italia al departamento sureño Gabriela Cassini proveniente de la Congregación de la Inmaculada Concepción de Ivrea. Su vocación de servicio la formó no sólo en el ámbito religioso sino también en la enfermería. De hecho aún sigue trabajando en el hospital local a la par de la labor incansable que lleva a cabo en el centro pastoral con el comedor y Cáritas.
Hija de la segunda guerra mundial a la hermana Gabriela le tocó padecer de cerca las atrocidades de Hitler en Europa. Sin embargo, el dolor lo transformó en solidaridad y hoy a sus 77 años es una de las referentes del departamento alvearense.
"Hemos elegido la opción por los pobres porque esa es nuestra formación, por eso no sólo le damos la posibilidad de comer a la gente sino también la ayudamos en las necesidades básicas que detectamos en las personas", dice Gabriela.
En el comedor, como una segunda familia se comparte todo y se charlan las novedades del día. El segundo turno del almuerzo comienza cerca de las 13, para atender a los chicos que salen de la escuela y acuden a almorzar.
En estas vacaciones ha sido un punto de contención también porque muchos chicos se han hecho presente.
Otra franja etaria importante son los abuelos que no tienen familia o que por diversos motivos han quedados solos y encuentran allí un lugar que no solamente los alimenta sino les permite construir vínculos y socializar con sus pares.
El comedor de calle Agote no está exento de las dificultades que atraviesa la comunidad en la actualidad.
"Nos ha llegado una factura de gas muy grande y también nos aumentó mucho la electricidad y los costos de la comida" dice la Hermana María que pese a las malas siguen demostrando que la vocación de servicio es más fuerte que cualquier crisis.