I. De saco y corbata
Para Gay Talese, la elegancia se lleva en la sangre. Hijo y nieto de sastres, vistió toda su vida de saco y corbata. De hecho, nunca se muestra en público en apariencia ordinaria.
Sobre su forma de vestir, le dijo una vez a Rodrigo Fresán: "Ya sé, más de uno pensará 'Aquí viene el loco disfrazado de maniquí'. Pero, créanme, la apariencia es importante en periodismo. Inspira confianza y respeto. Quemen sus jeans. Uno tiene que vestirse para cubrir una noticia como si fuese un bautismo, un cumpleaños, un bar-mitzvah, una boda, un funeral o una primera cita con esa chica que te vuelve loco. Toda noticia es una fiesta", dijo, probablemente agazapado bajo su clásico sombrerito panamá, que siempre le dio una actitud algo detectivesca.
¿Pero no fue eso, en definitiva, lo que Gay Talese (87 años, y el próximo viernes 88) le enseñó al mundo? El periodista, un ser siempre disimulado, se debe entregar a una pesquisa. La noticia a veces es una caza.
Porque no hizo otra cosa cuando, en 1966, siguió (asedió, mejor dicho) durante tres meses a Frank Sinatra, ante una negativa del divo de darle una entrevista. Fue tras él en sus apariciones públicas, hurgó en los comercios que visitaba y cruzó a todo aquel que lo hubiera tratado, para sacar (de a pizcas) la información para armar un perfil sobre el cantante. "Frank Sinatra está resfriado" (tal fue lo que descubrió) es hoy un texto fundacional del Nuevo Periodismo, nacido en aquella década en Estados Unidos, y cuyos referentes ya no existen, salvo él.
II.
Nacido en 1932 en una islita de Nueva Jersey, descendiente de católicos e italianos, Talese aprendió su oficio en el lugar más insólito. En el negocio familiar aprendió a ser silencioso, discreto y a parar la oreja. Aprendió, sobre todo, cómo y qué escuchar, porque en los momentos de vacilación de las clientas de su mamá estaban, para él, las llaves para conocer el personaje.
"La tienda era como una especie de talk show que fluía entorno a los encantadores modismos y oportunas preguntas de mi madre; y siendo un chico no más alto que los mostradores detrás de los cuales yo pausaba y espiaba, aprendí mucho de lo que me sería útil años más tarde cuando comencé a entrevistar gente para artículos y libros", escribió en el ensayo "Orígenes de un escritor de no ficción".
En sus más de 70 años de oficio, escribió de todo. Pero, especialmente, escribió las historias de los que en apariencia no tenían nada para decir, pero que escondían historias extraordinarias. En cambio, a las "celebrities" las retrató en su perfil más cotidiano, y por ende revelador. Muchas veces escribió con el impulso de un kamikaze.
Como esta vez: en 1980 lo contactó el dueño de un motel que había espiado, durante casi 40 años, a miles de clientes. En 2016, "El motel del voyeur" salió a la venta y fue -además de un éxito en las ventas- una controversia que puso en jaque la ética del propio Talese, por las cosas que se contaban en él (entre ellas, un femicidio). "Voyeur", el documental que muestra el camino de la investigación, se puede ver en Netflix.
O esta otra: cuando Talese se internó en la mafia estadounidense para escribir "Honrarás a tu padre", libro que a la larga inspiró la serie "Los Soprano".
III. Encuentros con Talese
En 2010, el mendocino Ramiro Albino era el crítico musical del Buenos Aires Herald y, en su visita a Buenos Aires, Talese pidió conocerlo. ¿La razón? Estaba recorriendo el mundo, siguiendo a la soprano rusa Marina Poplavskaya, para escribir un perfil que salió publicado poco después en The New Yorker.
Talese leyó que Albino recomendaba en una columna suya las actividades de ella en Buenos Aires, en el marco del Festival Barenboim y entonces, para conocer desde dentro la profesión, llamó a ese diario y pidió conocerlo.
"A él le gustó lo que yo había escrito y le llamó la atención mi profesión. Me ofreció una entrevista exclusiva con él (que nunca publiqué), darme consejos sobre el periodismo y me pidió que lo acompañara en esos días a los conciertos. Fuimos a muchos, además de ensayos y camarines, después comíamos y salíamos a tomar algo. Fueron muchas horas de charlas con él".
En el trato, afable y generoso siempre. ¿Qué le enseñó? "Quizás algo un poco obvio, pero que explicó muy bien y con su típica gracia para decir las cosas: a la hora de hacer periodismo uno tendría que pensar en que su nota sirva, sea disfrutada, atractiva, aun años después de ser publicada. Si escribimos periodismo para el momento y para que al día siguiente envuelvan los huevos con nuestros textos, la actividad no tiene demasiado sentido", explicó.
Lo recuerda siempre impecable. Como un traje hecho a mano, "él pensaba cada nota a medida del público, del entrevistado, como una cosa artesanal". Hoy intercambian de vez en cuando mails y el mendocino destaca que siempre cuando necesitó una carta de recomendación se la dio, y que lo insta, en sus palabras tipeadas, a seguir adelante: sea donde fuere, pues Albino ya no se dedica al periodismo.
IV. Los mandamientos de Talese
Preconiza algunos conceptos para detectar el mal periodismo: el redactor nunca debe ser el protagonista del texto; no debe publicar nada sin citar con nombre y apellido las fuentes; el periodista debe observar y reflexionar, en vez de grabar y transcribir. El periodismo ciudadano para él no es periodismo, ni aconseja que los periodistas lean textos periodísticos, sino que aprendan de los grandes escritores de ficción. Ellos saben, mejor que nadie, cómo contar buenas historias.
¿Cómo le gustaría ser recordado a Gay Talese? Se lo reveló, en 2018, al diario El Mercurio: "Como un reportero dedicado y un escritor elegante. Siempre me he enorgullecido de escribir bien, lo que nunca ha sido un ejercicio fácil. Creo que la marca de un reportero que escribe bien es tener su trabajo (su periodismo diario) legible y lo suficientemente digno para luego ser recopilado y publicado en un libro".