Las ballenas Franca Austral llegan cada año a las costas chubutenses en mayo, aunque cada vez lo hacen más pronto. Ya se ven ejemplares desde abril y permanecen aquí hasta diciembre. Llegan a cumplir sus ciclos reproductivos. En el mundo hay unos 13 mil ejemplares. Al golfo y a la Península de Valdés arriban unas 4.500. Aunque no se ven todas al mismo tiempo se quedan aproximadamente 3 meses y luego siguen su camino en búsqueda de alimento. Su preferido, el krill, que se encuentra aguas abajo, llegan a ingerir hasta 2.500 kg diarios. Cabe señalar que en la zona chubutense no se alimentan, se aparean, paren y amamantan en ayuno. Durante su permanencia recurren a la capa de grasa -hasta de 50 centímetros- que las recubre para mantener su energía. Esta capa es la que atrae a las oportunistas gaviotas. Aquí es cuando uno deja de estar enamorado de por vida de Juan Salvador, para ver el lado oscuro de estas aves.
Resulta que en Madryn creció considerablemente la población de gaviotas, la zona pesquera que descarta gran parte de los peces atrapados en las redes, los desechos, los basurales, resultan atractivos significativos para las aves marinas que comen casi cualquier cosa pero como aprenden por imitación, hay proyectos para erradicar a las que pican y lastiman a los cetáceos. Es curioso que esta situación sólo ocurre en nuestro país, por lo que las ballenas para defenderse arquean la columna y seguramente en algunos años resulte un nuevo tipo, más flexible adaptado a estas circunstancias, según evalúan los biólogos.
