El ahora ex ministro de Gobierno, Dalmiro Garay, juró por Dios y la Patria desempeñar esa nueva función ante quien fue su mentor en la política de los últimos años, Alfredo Cornejo.
Sin dudas llega a ese cuerpo con la impronta que el gobernador impulsó con sus cambios en el Poder Judicial. Cambios que se suman en más de veinte leyes de los que el ahora juez supremo fue en gran parte artífice. Y cambios que ahora, en la misma Corte, él buscará concretar.
Algo insinuó en su discurso de asunción, más político que técnico. Habló de que su asunción "en tiempos de cambio de paradigma", pone "mayor responsabilidad" en la tarea que de ahora en más desarrollará.
Pero está claro además que su intención no pasa por ser un miembro más del máximo tribunal. No pocos hablan de que llega para conducir precisamente ese cambio de paradigma que inició la gestión Cornejo.
"Es responsabilidad de esta Corte, como cabeza de poder, construir equilibrios que permitan un desarrollo sustentable de las políticas del Estado y que le den posibilidad de solucionar las crisis de manera rápida al Gobierno, visto esto como una garantía de libertad", señaló.
El propio gobernador se manifestó en el mismo sentido. "Nuestra vocación es hacer una buena justicia, mejorando lo que se viene haciendo bien e intentando corregir lo que se puede estar haciendo mal", indicó el mandatario. Además, dejó en claro que tanto las postulaciones de Alejandro Gullé (como jefe de los fiscales) y de José Valerio (como supremo) como la de Garay, "responden al mismo objetivo".
Por eso, más allá de su nominación, Cornejo ha manifestado el dolor de perder a su principal arma política. "Es como perder un brazo", dijo y reiteró en su alocución de ayer.