¿Te podés dar cuenta del dolor y la tristeza que se lleva en el corazón? Es la pregunta que lanza Susana Garavaglia, y que difícilmente encuentre respuesta. Imaginar lo que sería perder a un integrante de la familia y no saber nada de él por 39 años es lo más cerca que se podría estar, para alguien que nunca atravesó por un sufrimiento semejante.
Oscar Jesús Garavaglia (17) desapareció en 1979 en la zona de El Nihuil en San Rafael y desde entonces la familia vive un calvario. La incertidumbre de no poder alcanzar la verdad y con ella la justicia, mantiene abierta una herida que penetra hasta lo más profundo del alma.
"Logramos cosas en la vida, pero no se puede ser feliz con esta herida. Ya nadie nos devolverá a ninguno estos 39 años mal vividos o durados. Lo peor es la incertidumbre de todos estos años", dijo Susana, que habló en nombre de la familia.
La última vez que se supo algo de Garavaglia fue el 12 de enero de 1979, día en que denunciaron la desaparición. Oscar había ido a El Nihuil a pasar unos días de campo con los amigos, todos entre 17 y 18 años. Al grupo lo completaban Daniel Vidalled, Alfredo Alonso Decarre, Horacio Nardoni y Julio Pérez Sierra. Con ellos había un mayor a cargo, era Atanasio Pérez Confetti, el padre de Pérez Sierra.
El 9 de enero se instalaron en el Club de Pescadores. El 11, Alonso Decarre regresó porque se había accidentado y al día siguiente, según lo que declararon los cinco que estaban con Oscar, salieron a cazar piches hacia el cerro El Nevado, a unos 70 kilómetros del campamento.
Los jóvenes se dividieron en dos grupos y se juntarían a las 20 en la camioneta de Pérez Confetti. Llegaron todos menos Oscar y esa noche llamaron a los Garavaglia para informarles que estaba perdido.
Desde aquel día "el 12 de enero nos llamamos entre la familia y nos decimos: ¡hoy se perdió Oscar!, como si no lo supiéramos, pero no es algo por morbosidad sino por amor, porque no lo olvidamos, y mientras vivamos vamos a seguir buscándolo y los sobrinos, que ya son grandes, tampoco se van a olvidar", afirma Susana, una de las hermanas mayores de Oscar.
Tras la desaparición se llevó adelante una búsqueda sin precedentes en territorio sanrafaelino. Más de 400 personas peinaron toda la zona y jamás encontraron algo, el más mínimo indicio que los guiara para dar con el paradero de Oscar, vivo o muerto.
Los Garavaglia están convencidos de que el joven "no se fugó como llegaron a decir, porque si fuera así para qué dejar todas sus pertenencias, la ropa y hasta la cadenita y la cruz que le habían regalado para el cumpleaños. Fue el 31 de diciembre, y se le encontró después a Nardoni (la mamá de uno de los chicos del grupo, de nombre Ada). Tampoco es un desaparecido de la dictadura, no tenía sentido que los militares lo fueran a buscar a 70 kilómetros de El Nihuil y a él solo, cuando lo podían agarrar en San Rafael, y tampoco hemos recibido una indemnización del Estado por persona desaparecida en esa época, como dicen. No está enterrado allá, nunca se encontró tierra removida o aves carroñeras que indicara que habían enterrado a alguien. A él lo sacaron al menos un día antes de El Nihuil. Lo mataron", aseguró.
En lo judicial, la causa la llevó inicialmente el juez de Instrucción Carlos Bernaldo de Quirós, que caratuló al hecho como "averiguación paradero". En los años que estuvo al frente del caso (1979 al 82) no logró avances.
Los años pasaron con el expediente sin moverse y en un hecho nunca visto el secreto de sumario se prolongó por 18 años y tres meses. Recién en abril de 1998, el juez José Luis Martino, que había tomado el caso en 1989, ordenó la detención de tres personas. Fueron Pérez Sierra y Vidalled acusados del homicidio de Oscar y Ada Nardoni a la que le endilgó encubrimiento. En aquel momento, los otros dos sospechosos habían fallecido.
Pese a la espectacularidad de la medida, la primera tomada a 19 años de la desaparición, terminó en la nada y la esperanza de obtener un mínimo de justicia se desvaneció por completo.
"La Justicia nunca hizo nada por nosotros; al contrario, benefició a los demás. Sólo esperamos que algún día alguien cuente la verdad. Que Vidalled, que es el único que queda vivo, así como una vez le aseguró a mi mamá (Nieves) que nunca le hizo nada a Oscar, que diga qué pasó, que hable, o alguien al que le hayan transmitido lo que pasó. Mi papá (Oscar Raúl) estuvo muy grave hace poco y desde la cama dijo: no me quiero ir sin saber dónde está Oscarcito".
¿Saber dónde está el cuerpo o los restos de Oscar, les traería paz? Fue la última pregunta a lo que Susana respondió de inmediato y de forma contundente: "Sí, seguro que sí".
Después hizo un impasse, tomó fuerzas para evitar las lágrimas, respiró hondo y con la voz temblorosa, cerró la charla con la misma frase que había iniciado, ésa que una vez salió de la boca de la abuela y resume a la perfección el sentimiento de la familia Garavaglia: "El amor y el dolor no hacen callos, están siempre vivos".
Un dicho cruel
Aunque parezca mentira, después de la desaparición de Oscar Garavaglia en 1979 comenzó a propagarse una frase que llegó a convertirse en un dicho popular en San Rafael y también fuera de los límites departamentales: "¡Qué hacés Garavaglia!"
Por lo general el dicho se emplea entre amigos o conocidos que se encuentran después de mucho tiempo.
"Ese dicho es una crueldad, tiene que desterrarse".